La gran crisis del ciclismo español: año en blanco, la caducidad de Valverde y el relevo de Juan Ayuso
Por primera vez en la historia, España cierra las tres grandes sin un triunfo y busca la medicina para este mal que amenaza con ser una plaga.
7 septiembre, 2021 00:51Noticias relacionadas
El ciclismo español se encuentra inmerso en un profundo debate casi existencial cuyo inicio radica en la más pura esencia de la competición, ganar. La balanza de esta discusión se reparte entre la necesidad de levantar los brazos y la falta de exigencia de considerar que se ha vivido por encima de las posibilidades medias del deportista nacional. O ahora no se gana o antes se ganaba más de lo normal y, por ello, un tiempo vacas de flacas es perfectamente comprensible.
En cualquiera de las dos vertientes se corre el riesgo de que la exigencia, en un lado por exceso y en otro por defecto, termine corrompiendo una situación que cuanto menos debería ser debatible y estudiable. La realidad marca que el ciclismo nacional ha terminado el primer año de su historia sin victorias en carreras de tres semanas desde que Giro de Italia, Tour de Francia y Vuelta a España coinciden en el calendario de una misma temporada.
Es un momento de reflexión para todos los corredores y equipos que hacen grande al ciclismo español, pero también para aquellos que se encuentran en la base de la pirámide, desde la canteras y escuelas juveniles hasta las factorías donde se forjan nuevos talentos en categorías junior y Sub23 para comprobar si es necesario un cambio en el modelo, en la preparación, en los estilos y para seguir potenciando la inversión en el ciclismo, un deporte que tantas alegrías ha dado en el pasado.
La realidad es que los que antes ganaban, o ya no están o ya no ganan con esa facilidad de antaño y que los nuevos, o todavía no dan el nivel o no saben leer las carreras como lo hacen los ciclistas modernos. El rendimiento de España en el pelotón internacional ha ido cayendo paulatinamente en los últimos cursos y ahora parece cerca de tocar fondo, anclado en una forma de correr que no se adapta a los nuevos tiempos. El ciclismo, como todo, también evoluciona.
Fugas de mucho nivel, rematadores, especialistas en finales explosivos, líderes que terminan metiéndose a caza etapas y una tendencia cambiante que ha dejado al país sin victorias en las grandes vueltas por primera vez en décadas. Una circunstancia que demanda un cambio urgente para recuperar la ilusión de un deporte que siempre ha sido mediático y que tiene varios factores claves.
El papel de Movistar
Si en toda esta historia hay un equipo al que se le demandan victorias, especialmente españolas, es al Movistar Team, la gran escuadra del ciclismo nacional. No es de extrañar que en el año en el que España no ha conseguido ni una sola victoria en las grandes vueltas, el equipo de Eusebio Unzué haya conseguido solo un triunfo en carreras de tres semanas. Y no llevaba firma española, lógicamente. Fue el logrado por 'Superman' López en la inédita cima del Gamoniteiru en La Vuelta.
Muchas veces, los triunfos del equipo Movistar son celebrados por la afición como si de victorias nacionales se tratara. Sin embargo, ni si quiera ellos han estado finos este curso, por lo que también deben entrar en un proceso de reflexión para saber hacia donde encaminar sus próximos pasos.
En los últimos años se han hecho intentos por acercarse a esos triunfos de etapa con fichajes como los de Iván García Cortina, la esperanza nacional para las Clásicas y los sprints. Sin embargo, el asturiano todavía no ha encontrado su mejor golpe de pedal y sigue sin poder quitarse el cartel de eterna promesa a pesar de que tiene ya 25 años, que serán 26 en noviembre, y muchas horas de vuelo en el pelotón internacional. La llegada del 'guaje' a la factoría telefónica parecía un buen acercamiento a ese nuevo perfil que ahora domina en el pelotón internacional, capaz de meterse en fugas, de pelear por etapas de media montaña y con punta de velocidad para sprints que no sean masivos. Sin embargo, todavía no ha dado sus frutos.
En paralelo al ciclismo nacional, Movistar también tiene una alarmante necesidad de encontrar corredores que sean capaces de cazar etapas y más teniendo en cuenta que este curso se les marchará un corredor capaz de definir finales como es Marc Soler, que podrá rumbo a UAE tras una temporada complicada.
Otro movimiento posible en el mercado podría ser el de acercarse al universo de los sprinters donde nombres como Viviani, Sam Bennett o incluso Peter Sagan han sido relacionados con los de Eusebio Unzué. El fichaje del eslovaco ya es imposible al cerrar su llegada al Team TotalEnergies, pero algo se está cociendo en la formación navarra que promete grandes movimientos de aquí al comienzo de la nueva temporada. Si a Movistar le van bien las cosas, todo se convierte en una cadena que termina derivando en buenos resultados para el ciclismo español.
El final de Valverde
Otra de las ramas que explica este pobre rendimiento del ciclismo español y el año difícil del Movistar Team es la caída en el rendimiento de Alejandro Valverde, quien cada vez está más lejos de ese corredor que maravilló al pelotón durante más de 15 años. Sus últimas dos temporadas muestran un importante bajón en su rendimiento y, sobre todo, en su confianza, un hecho normal teniendo en cuenta su amplia trayectoria. Como se dice en el pelotón, "bastante ha hecho el 'Bala' por nosotros".
Valverde ya ha comunicado que correrá un año más con el objetivo de poder despedirse saboreando las mieles del éxito y con la esperanza de poder levantar los brazos al menos una vez más. Espera así también poder desquitarse de la fuerta caída sufrida en La Vuelta y que le hizo abandonar antes de tiempo. Este curso solo ha conseguido vencer en dos ocasiones, en el Gran Premio Miguel Induráin y su única victoria en el World Tour, la conseguida en el Critérium del Dauphiné previo al Tour de Francia. Después llegaron intentos en la ronda francesa y en La Vuelta hasta su abandono por esa durísima caída.
Lo cierto es que ya nada es como antes para un ciclista que supera ya los 40 y que ha perdido esa explosividad que le hacía imbatible en finales rápidos y empinados. Antes ganaba casi por inercia y no se valoraba lo suficiente. Así ha conformado un palmarés de más de 120 triunfos. Ahora, cada victoria es una lucha titánica de preparación, colocación y riesgos que cada vez merecen menos la pena.
El inevitable y merecido final de Alejandro Valverde cerrará una de las páginas más doradas del ciclismo y abrirá un abismo de duda e incertidumbre hasta que alguien sea capaz de ocupar esa plaza de prestigio y responsabilidad que se traduzca en triunfos. Con el adiós del 'Bala' se va también la mejor opción de victorias españolas para el futuro más cercano.
El cambio de tendencia
El ciclismo moderno está experimentando un cambio de tendencia total fruto de la modernización de sus métodos y de la mayor preparación de los ciclistas. Mayor control de la información, de los valores físicos y del entrenamiento, de la alimentación y del descanso han creado a la generación más preparada de la historia. Cada vez surgen más ciclistas capaces de dominar en todos los terrenos, más ganadores y más jóvenes.
Y España no ha sabido todavía entrar en ese nuevo mundo. Y puede que pase tiempo hasta encontrar un Pogacar, un Roglic, un Bernal, un Evenepoel, un Van Aert o un Van der Poel. O puede que no lo encontremos nunca y que ahora les toque a otros triunfar cuando antes miraban a los Contador, Valverde o Purito Rodríguez con cierte envidia.
Lo cierto es que en el nuevo ciclismo, el perfil de ciclista escalador habitual en países como España cada vez obtiene menos éxitos, primando más corredores todo terreno, que se adaptan a cualquier tipo de carrera, que rinden como los mejores en la montaña, pero también en la contrarreloj y que, sobre todo, son explosivos. Porque da igual que sea un muro infernal o un puerto largo y tendido. Los Pogacar, Roglic y compañía les sacan las pegatinas al que se acerca por allí en finales casi calcados. La explosividad manda.
Los ciclistas livianos y pequeños parecen ahora en desventaja frente a los nuevos grandes campeones, por eso no es extraño ver incluso a un corredor como Filippo Ganna ganar una etapa de alta montaña en el Giro de Italia o a Rohan Dennis, Tony Martin o Jonathan Castroviejo destrozar un pelotón cuando la carretera se levanta como los mejores gregarios. Y los escaladores, atónitos ante el cambio de paradigma, con la obligación de reinventarse para no quedarse.
Por último, el ciclismo moderno también está viviendo un nuevo universo en el mundo de las fugas, las cuales gozan cada vez de más nivel. A los equipos les urgen las victorias de etapa, sobre todo en las grandes donde los sponsors aprietan más que nunca, y por ello no dudan en meter a sus líderes para la general cuando tienen un momento de debilidad.
Así lo han demostrado recientemente equipos como el Bahrain Victorious, el Jumbo-Visma, el DSM o el Deceuninck Quick Step, que se han especializado en los últimos tiempos en llenar su zurrón de victorias hipotecando otros intereses. Fugas en las que antes podían jugar un papel fundamental nombres tan importantes como Omar Fraile, Mikel Nieve, Luis León Sánchez, los hermanos Herrada o los Izaguirre, ahora están más caras que nunca.
¿Confianza en el futuro?
Expuestas las nuevas tendencias y los nombres que ya no marcan la diferencia, queda saber si España tiene hueco en ese nuevo ciclismo de presente y futuro que se está forjando. Y por dura que sea afrontarlo, la respuesta no está del todo clara, aunque conviene diferenciar las opciones a las clasificaciones generales de las de victorias de etapa, aunque cada vez estén más unidas.
Tras una de las épocas más doradas del ciclismo español, las grandes vueltas se han quedado un poco huérfanas de ese corredor nacional que opte a triunfos importantes. Las dos grandes apuestas nacionales están claras y parecen haber demostrado ya donde está su techo. Mikel Landa y Enric Mas son hasta el momento los dos únicos corredores que han demostrado poder estar ahí al final de tres semanas de extenuante carrera.
Sin embargo, en las últimas temporadas no han podido pasar de meritorios Top10 y certeros acercamientos al Top5 en carreras como Giro, Tour y Vuelta. Solo Enric ha sido capaz de subirse al podio de una grande, dos segundos puestos en La Vuelta, pero no parece cerca de conseguir una victoria en la general mientras los Roglic, Pogacar y compañía sigan estando por ahí para dar guerra.
Solo en ausencia de los grandes, los nuestros serán capaces de brillar, por lo que ilusionarse con una victoria en un Tour de Francia parece complicado. Además, los dos cuentan con dos déficits importantes. Ni marcan diferencias en la contrarreloj, sobre todo Mikel, ni son ganadores o rematadores, la gran diferencia con sus antecesores. Por ello, aunque puedan estar con los más fuertes, la nómina de triunfos es casi inexistente. De momento, tampoco han demostrado gozar la fuerza suficiente para vencer en solitario como era habitual antiguamente.
España, además de buscar ese relevo generacional para los aspirantes a las victorias finales, necesita acentuar también el hallazgo de corredores que sean capaces de cazar etapas sea cual sea el recorrido. Y ahí las mayores esperanzas para un futuro a corto y medio plazo están en Iván García Cortina y Alex Aramburu, dos corredores de características similares, capaces de pelear por sprints reducidos, que pasan cotas con facilidad y que gozan de una cierta polivalencia. Sin embargo, hasta el momento no han dado ese paso.
En el futuro más a largo plazo, España ya espera la irrupción de otros nombres prometedores como los de Juanpe López, Javier Romo, los hermanos García Pierna, Igor Arrieta y sobre todo Carlos Rodríguez, joven promesa nacional que acaba de rozar la victoria en el Tour del Porvenir y que ya ha demostrado su capacidad para las generales, pero también para luchar por etapas de alta montaña.
Y en un capítulo aparte se encuentra la gran esperanza nacional, Juan Ayuso, nuevo ciclista del UAE Team que ya ha hecho su debut entre profesionales a pesar de tener todavía 18 años. Ayuso, desde su estallido en el Colpack Ballan, ha demostrado ser un portento de la bicicleta, ese corredor capaz de adaptarse al nuevo ciclismo, de defenderse contra el crono, de ser imbatible en la montaña y de crear aventuras en solitario rodando como los mejores 'percherones' del pelotón.
Un talento todoterreno y explosivo aspirante a las grandes vueltas y con la voracidad necesaria para llevarse una etapa tras otra al más puro estilo Pogacar o Roglic, aunque a su jefe Joxean Fernández Matxín no le gusten esas comparaciones porque Juan Ayuso se parece solo a Juan Ayuso. Y de él se espera que encarne el renacer del ciclismo español que pasa en estos momentos sus horas más bajas, sin generales, sin etapas y casi sin esperanzas.
[Más información: El Movistar triunfa en casa con Enric Mas y Van Vleuten en La Vuelta y borra el caso 'Superman']