En ocasiones se dice que el mundo virtual y el real cada vez están más mezclados y es difícil distinguirlos. La línea que los separa es cada vez más delgada y en el caso de Jay Vine se puede decir que nula, porque consiguió atravesarla. El australiano competía en el año 2020, en plena pandemia, en plataformas virtuales con su rodillo desde casa, pero el éxito en este plano le llevó a ganarse un contrato en el pelotón profesional. Dejó el salón de su casa y lo cambió por la carretera, el asfalto y también las caídas, todo gracias a su esfuerzo y empeño.
La app Zwift, la más reconocida plataforma virtual de ciclismo que permite recrear escenarios reales a través de la pantalla, lanzó hace un par de años una nueva edición de Zwift Academy. Se trataba de una competición virtual donde cualquiera podía inscribirse y optar al gran premio, el de obtener un contrato profesional con el equipo Alpecin, de quien la marca era patrocinadora.
Más de 100.000 personas de todas las partes del planeta se apuntaron a esta aventura. Unos lo hicieron con más esperanzas, otros simplemente por diversión, pero Jay Vine se apuntó consciente de que tenía un claro objetivo en mente, el de ser ciclista profesional.
Se preparó a conciencia y el esfuerzo tuvo su recompensa porque fue el mejor de todos. Logró su sueño y sabía que no lo iba a desperdiciar. Desde luego que no lo ha hecho, porque en apenas dos años rodando en el pelotón ya tiene dos victorias de etapa en La Vuelta a España como sus triunfos más destacados.
Dejó hasta su trabajo
La historia de Jay Vine hasta llegar al éxito lo tiene todo. Primero compitió en Mountain Bike, se pasó tarde al ciclismo en ruta, dejó su trabajo para alcanzar un sueño, se le cruzó una pandemia por delante y consiguió su objetivo a través de una especie de videojuego. Talento tiene, es innegable, pero estuvo muy cerca de quedarse en el ostracismo si no se hubieran alineado los astros y si no le hubiera puesto tanto empeño.
El australiano no tuvo una extensa carrera en categorías inferiores. Tampoco estuvo siempre enfocado en la carretera. Después de competir de manera más habitual con la bicicleta de montaña, con 23 años es cuando cambió su chip. Una edad a la que Tadej Pogaçar, por ejemplo, ya había ganado dos Tour de Francia.
Fue en la Clásica de Nueva Zelanda. Alli rozó en varias ocasiones la victoria de etapa y terminó siendo tercero en la clasificación general. Motivos más que suficientes como para pensar que quería dedicarse a aquello profesionalmente. En aquel 2019 hizo su apuesta firme y decidió dejar su trabajo para buscar su sueño montado sobre una bicicleta.
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Era algo muy arriesgado, y todo se le torció cuando, unos meses después, llegó la pandemia que encerró al mundo entero en el año 2020. Las pruebas se cancelaron y la progresión de Vine se vio paralizada en seco. Fue un golpe muy duro, pero él tenía muy claro que nada iba a pararlo, así que buscó una alternativa.
Con el planeta enclaustrado en casa, la plataforma Zwift se convirtió en una gran alternativa para seguir practicando el ciclismo sin salir del domicilio. Esta marca puso en marcha una nueva edición de Zwift Academy, una competición virtual a la que cualquier usuario podría apuntarse y cuyo ganador se ganaría un contrato profesional con el Alpecin, equipo que ya estaba deslumbrando en las carreras World Tour.
Jay Vine se preparó a conciencia. Hizo pruebas específicas, midió bien sus niveles de energía y consiguió ser el ganador de entre más de 100.000 personas. Aquello le cambió la vida por completo, iba a correr en 2021 en el pelotón profesional, al lado de los mejores ciclistas del mundo. "Sin la Zwift Academy probablemente no sería profesional", confesó en algunas entrevistas.
La Vuelta, 'su' carrera
El cambio fue tal en su vida y se lo tomó todo tan en serio, que para facilitar sus viajes por Europa y las concentraciones decidió abandonar Australia. Junto a su mujer, hizo las maletas y se mudó a Girona, territorio habitual de residencia de un gran número de profesionales. No se arrepiente, y de hecho todo le salió bien.
La temporada 2021 fue la primera en la que se lanzó a la carretera a disfrutar de su merecido premio con el maillot del Alpecin. El equipo le dio la oportunidad en el Tour de Turquía, una prueba menor en la que sorprendió de manera muy grata. Fue segundo en la clasificación general y a punto estuvo de lograr un triunfo de etapa. Un mes después compitió en la Vuelta a Andalucía con menos suerte, ya que tuvo que abandonar.
Sin embargo, los técnicos del conjunto belga se convencieron de que había potencial que explotar en las piernas del australiano y le llamaron para correr la Vuelta a Burgos, una competición importante por su disposición en el calendario. Esta carrera siempre es una especie de preparación para La Vuelta a España y el nivel de participación es alto, por lo que estar en el listado de salida siempre supone una responsabilidad. Allí, en la etapa reina con el final en las Lagunas de Neila, Vine fue quinto por detrás de hombres como Egan Bernal, Simon Yates o Hugh Carthy.
Unos meses atrás, encerrado en casa sobre un rodillo y sin competiciones, para Jay Vine era inimaginable pensar en lo que estaba a punto de llegar en su carrera deportiva. El Alpecin le eligió para formar parte de su equipo en La Vuelta a España. Un corredor sin apenas experiencia compitiendo en una de las carreras más importantes del año. Aprovechó la oportunidad porque se metió tres días en fuga, fue protagonista y llegó a soñar con una victoria en la decimocuarta etapa, con final en el Pico Villuercas, donde fue tercero.
Un gran escalador
Esta primera temporada sirvió para dejar las primeras pinceladas de lo que Jay Vine podía llegar a hacer. Se veían visos de un gran escalador, algo que confirmó por completo esta misma temporada. Con grandes resultados en Turquía o en el Tour de Noruega, de nuevo se ganó un billete para su segunda Vuelta a España.
Llegaba con más kilómetros de experiencia y mucho más hecho como ciclista dentro de un pelotón, pero muy pocos se esperaban una explosión como la que ha tenido este año en un escaparate de las dimensiones de La Vuelta. El resultado fueron dos victorias de etapa y ser el portador del maillot de la montaña durante gran parte de la competición, aunque una dura caída le privó de llegar a Madrid.
En la sexta etapa llegó el primer final en alto de La Vuelta en Pico Jano. La primera etapa dura de verdad, donde se esperaba que los favoritos comenzaran a quitarse las caretas. Un día de perros, con lluvia, frío y niebla. Entre ella emergió el australiano en una subida durísima para conseguir el mayor triunfo de su carrera deportiva, victoria de etapa en una gran vuelta.
Aquella exhibición levantó expectación en todo el mundo, pero lo de dos días después no iba a ser menos. En pleno díptico asturiano, con la llegada al también inédito Colláu Fancuaya, Jay Vine cogió la fuga buena del día. Y no solo eso, sino que fue el más fuerte en la ascensión y volvió a levantar los brazos. Para entonces, ya había dejado de ser una sorpresa para ser una confirmación.
Otros dos días más estuvo en la escapada buena del día el talentoso escalador, y llegó a tener opciones de triunfo aunque pagó los esfuerzos de los días anteriores. Eso sí, fue sumando puntos por el camino y el maillot de mejor escalador le quedaba como un pincel. Parecía, de hecho, que tenía dueño en Madrid pero entonces una caída se cruzó en su camino.
Fue camino del Piornal, en la decimoctava etapa. Una montonera, en la que también se vio afectado por ejemplo Carlos Rodríguez, le mandó para casa. Una lástima para él, que soñaba con subirse al podio el último día para recoger un premio increíble a su esfuerzo.
Aquella caída, y alguna actuación reciente en la que se le ha visto en algún descenso con serios problemas, pusieron de relieve el debate sobre si un corredor que viene del rodillo es un peligro para el pelotón. Vine, sin embargo, ha demostrado saber manejarse en varios registros y dominar la bicicleta, de lo contrario no habría destacado de esa forma en La Vuelta.
Este año también se ha proclamado campeón del mundo en la modalidad virtual. Ahora tiene 26 años y todavía una gran carrera por delante. Su contrato con el Alpecin durará, al menos, hasta 2023, pero su huella en esta Vuelta a España 2022 ya es eterna.