Óscar Freire celebra una de sus victorias.

Óscar Freire celebra una de sus victorias. REUTERS

Ciclismo RELEVO GENERACIONAL

De Óscar a Marcos, el apellido Freire sigue vivo en el ciclismo: "No le digo cómo tiene que entrenar"

EL ESPAÑOL habla con el tres veces campeón del mundo y con su hijo, que a sus 16 años ha demostrado madera para seguir los pasos de su padre.

10 noviembre, 2022 02:15

Muy pocos consiguen entrar en el olimpo del ciclismo ganando tres veces el Mundial. En España, desde luego, tan solo puede presumir de ello Óscar Freire, el ciclista nacional que en más ocasiones ha portado el precioso maillot arco iris. Sus victorias en 1999, 2001 y 2004 son un recuerdo imborrable para cualquier aficionado al ciclismo y suponen grandes hitos en el deporte español. 

Es un país donde lo que primaban (y siguen mandando) eran las vueltas de tres semanas, las Clásicas y hasta los Mundiales pasaban a un segundo plano. Por eso, quizás a Óscar Freire nunca se le llegó a reconocer y a agradecer del todo lo que hizo por el ciclismo español. No solo fueron aquellos triunfos en Verona por partida doble y en Lisboa, también fueron las tres Milán Sanremo, siete etapas en La Vuelta a España o cuatro en el Tour de Francia.

Tanto ciclismo y tantas victorias debían tener su continuidad. Como si todo eso se hubiera insertado en los genes de alguna manera, ahora parece que otro Freire está dispuesto a perpetuar el apellido dentro del mundo del ciclismo. Es Marcos, uno de los hijos de Óscar, que con 16 años está despuntando y se encuentra a las puertas de dar el salto a la categoría juvenil la temporada que viene. 

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A su edad ya está llamando la atención por sus dotes para conseguir victorias. Ya lleva diez, y eso que hasta hace muy poco competía, seguramente, con la peor bici de todas las que llevaban sus rivales. Cosas del padre, que se ha encargado de inculcarle los valores del esfuerzo y de que nadie regala nada lleves el apellido que lleves.

No querían otro ciclista

Hace unos años Óscar Freire y su familia se afincaron en Suiza, un país donde el hockey sobre hielo es uno de los grandes referentes deportivos. "Con seis o siete años, mis amigos me aficionaron al hockey", recuerda Marcos Freire para EL ESPAÑOL. Aquello no le terminó de convencer, y entonces comenzó a probar otros deportes. Primero la gimnasia, después el fútbol, y más tarde la bicicleta. Ahí es donde algo le tocó por dentro porque es con lo que se ha quedado y con lo que está haciendo carrera poco a poco.

Como otros muchos niños comenzó dando sus primeros pedales con la mountain bike a sus once años. Pero un par de años más tarde, su bici iba a cambiar de forma: "Dí el salto a infantil y vino a mi casa 'Cundo', que era el entrenador que también llevó a mi padre, y me dijo: 'Te tienes que venir conmigo a hacer carretera'", relata Marcos Freire. "En cadetes ya corrió algo de escuelas y le gustó. Creo que al final todo esto le gusta porque el mundo que me rodea a mí es el ciclismo y ese gusanillo se pega", relata Óscar Freire, su padre. 

El ciclismo es un deporte que hace sufrir mucho a los familiares por naturaleza. Los entrenamientos en tráfico abierto y el peligro de las competiciones generan mucha incertidumbre, y por eso en un principio sus padres no querían que Marcos se dedicara al ciclismo. "Mi mujer no quería que le diera a los pedales porque ya sufrió mucho conmigo. A mí también me pasó al principio, y pensé que hiciera lo que quisiera menos ciclismo, pero cuando ya tiene más edad, piensas que haga lo que quiera", cuenta Óscar.

Óscar y Marcos Freire, a la hora de recibir el hijo un premio.

Óscar y Marcos Freire, a la hora de recibir el hijo un premio.

El tres veces campeón del mundo pronto vio que aquello de montar en bici se le daba bien. Algo sabía de ello y un talento como el de su hijo no se le escapaba a la vista, aunque sabía que Marcos debía trabajar más tal y como le veía en sus inicios. "Pensaba que el día que entrenara un poco más iba a andar bien".

Sin embargo, y al contrario que sucede con otros padres más entrometidos, en este caso Marcos tuvo total libertad y quizás esa sea una de las claves de todo: "En su primer año no entrenaba mucho, pero yo nunca le he dicho que saliera a hacerlo. Le dejaba, sabía que él no estaba haciendo lo mejor pero creo que no era necesario. Ahora tampoco le digo cómo tiene que entrenar ni le hago un plan", relata Óscar.

El apellido Freire

Como siempre pasa con los sucesores, el apellido puede ser algo muy positivo o una losa muy pesada de llevar. En este caso, Freire es un apellido que tiene mucho peso dentro del ciclismo y que rápidamente llama la atención, algo con lo que está teniendo que convivir Marcos desde sus primeras carreras. "Los primeros días me gustaba pero ahora... En las carreras que gano, lo llevo bien, pero en las que no gano me critican mucho", dice Marcos. 

"Me doy cuenta de que la repercusión que tiene por ser mi hijo es mayor, yo cuando era como él ganaba muchas cosas también y nadie me conocía. Sé lo difícil que es y hasta que no lo vea dar pedales en otras categorías... Cuesta mucho llegar", asevera el tres veces campeón del mundo. 

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No obstante, el apellido parece que ha vuelto a hacer de las suyas porque Marcos podría haber salido, por ejemplo, como un gran escalador, pero por las cosas del destino resulta que también se defiende en las llegadas al sprint. "Tiene un poco mis características, pero es más grande que yo, está más desarrollado", dice el padre. Marcos, por su parte, se atreve a definirse: "Suelo sprintar bien, cuando llegamos al sprint los demás intentan no llegar conmigo", dice.

Padre e hijo han mantenido hasta hace poco una 'guerra' que tenía que ver con el material. Todos podían pensar que Marcos se iba a plantar en cada carrera con la mejor bicicleta y los mejores componentes, aprovechando las posibilidades que su padre le podría brindar, pero precisamente ha resultado todo lo contrario. Del pelotón, seguramente el que llevaba una peor bici ha sido, durante tiempo, Marcos, muy por debajo de otros jóvenes ciclistas a los que ganaba.

"En infantiles empecé a correr con una bici de mi padre que me valía. Luego crecí e Iván Gutiérrez me dejó una suya que pesaba unos 9,300 kilos. Me decían: '¿Cómo te puedes apellidar Freire y llevar esa bici?'", cuenta Marcos entre risas. Pero su padre no quería regalarle nada, trataba de inculcarle que tenía que esforzarse para conseguir las cosas y que, además, lo más importante eran las piernas. 

Óscar lo tiene claro: "Si algo le he enseñado es a valorar las cosas, cada cosa en su momento. Le hago valorar un poco lo que cuesta todo, pero no solo en la vida, sino también fuera. En la vida nadie te regala nada. He tenido riñas con él y con mi familia porque yo era más severo, pero le he hecho ver que no es tan importante la bici".

Contador, Freire, Samuel Sánchez, Carlos Sastre y Alejandro Valverde

Contador, Freire, Samuel Sánchez, Carlos Sastre y Alejandro Valverde

Matxín, en escena

A Marcos se le acaban los dedos de las dos manos ya para contar sus victorias. Dice que tiene ya diez en su haber, y a ellas hay que sumarles otros segundos o terceros puestos que alargan sus éxitos. Su ídolo es alguien que, curiosamente, tiene tres Mundiales en sus piernas. Peter Sagan es el referente en el que siempre se ha fijado. "Cuando vino a Cantabria insistí a mi padre para ir a verle al hotel, y al final me llevó, conseguí su firma y me regaló un bidón", dice todavía ilusionado.

Marcos, que ganaba con aquella bici de casi 10 kilos, tiene planeado ampliar su abanico de triunfos ahora que ha conseguido dar un paso más en su instrumento de trabajo. Después de esperar pacientemente a poder evolucionar y contar con una bicicleta mejor, al fin lo consiguió de la manera más inesperada. "Ha pasado de tener la peor a correr casi con la mejor", dice Óscar.

¿El motivo? Que Joxean Fernández Matxín entró en acción. El director del Emirates Team, el equipo donde corren Tadej Pogaçar, Juan Ayuso, Marc Soler y compañía, es el mayor cazatalentos que existe desde hace años en el ciclismo y tiene muy bien vigiladas a las nuevas generaciones. Hace tiempo que le ha echado el ojo a Marcos Freire, y por eso quiso tener un detalle con él. 

Marcos Freire, con su nueva bici regalada por Matxin

Marcos Freire, con su nueva bici regalada por Matxin

"Una vez salí a entrenar como cualquier día normal, y al llegar a casa mi madre me dijo que subiera para arriba. Entonces, a lo lejos vi el coche del UAE y vi que era Matxín con una bici", dice Marcos con una ilusión desbordada. El director del súper equipo del ciclismo le llevó una Colnago que Freire va a cuidar durante mucho tiempo como si fuera su mayor reliquia.

Marcos sigue en ocasiones descubriendo carreras que un día, hace años, ganó su padre. "Veo vídeos en casa y digo, esta carrera es importante y la ha ganado mi padre". Le queda muchísimo camino para alcanzar una pequeña parte de lo que Óscar sumó a su palmarés, pero tiene la ilusión intacta, buenas piernas y un maestro inmejorable.