No había comenzado todo lo fino que le gustaría la temporada, pero el primer Monumento de la temporada ya es suyo. Mathieu Van der Poel se hizo con una sensacional victoria en la Milán-Sanremo al soltar un gran estacazo poco antes de coronar el Poggio y firmar un descenso sencillamente perfecto. Pogacar, Van Aert y Ganna se lanzaron en su persecución, pero fueron incapaces de reducir la brecha cuesta abajo.
Es el monumento más intenso y a la vez más aburrido de la temporada. Casi 300 kilómetros de los que la gran mayoría son casi intrascendentes hasta que llega la traca final, especialmente con la subida y la bajada al Poggio. En ese ascenso final UAE puso ritmo con Wellens, y Pogacar terminó por romper la carrera, pero fue Van der Poel el que demostró tener más fuerzas que nadie.
62 años después de que lo hiciera su abuelo Raymond Poulidor, el corredor del Alpecin logró levantar los brazos en la línea de meta de Sanremo dando una gran exhibición. Es su primera victoria de la temporada, y viene a demostrar que, aunque parezca no estar todo lo fino que le gustaría, sigue teniendo una clase inclasificable y se lleva el primer Monumento del año.
El final más frenético
De buena mañana tomaron la salida los corredores para cubrir los 294 kilómetros de trazado para unir la salida en Abbiategrasso y el final en Sanremo. Por delante, mucho tiempo casi de relleno, de puro desgaste y de dejar protagonismo a la habitual fuga, y un breve pero muy intenso periodo de fuegos artificiales en el final.
La escapada consentida nunca llegó a tener una renta suficiente como para pensar en dar un susto al pelotón, así que por detrás siempre tuvieron la situación perfectamente controlada. Como siempre, en Cipressa la cosa comenzó a ponerse seria y ya todo el mundo quería estar delante. Aparte de los grandes favoritos y habituales, se vio en buena posición a otros hombres como Peter Sagan o Iván García Cortina.
Sin embargo, el grupo todavía era grande y quedaba por seleccionarse la carrera. Sin que sucediera nada sobrenatural en Cipressa, los corredores encararon la subida al Poggio. Ahí fue donde UAE, con Tim Wellens a la cabeza, endureció seriamente el ritmo. A su rueda, Tadej Pogacar, que con su instinto asesino también quería ganar en Sanremo.
Fue el esloveno el que puso sus revoluciones al máximo y ahí tan sólo le pudieron seguir unos pocos elegidos. De repente, en el Monumento más propicio para los outsiders, se veían en cabeza los grandes nombres en este tipo de carreras. Acompañando a Pogacar estaban Wout van Aert, Mathieu van der Poel y un brillante Filippo Ganna, el mejor contrarrelojista del planeta pero un tipo con motor fuera de serie.
Parecía que Tadej podía marcharse en solitario, pero entonces, en la recta final de la subida, Van der Poel cambió el ritmo de una manera inaguantable para el resto de los mortales. Coronó en solitario y emprendió el descenso con unos 4 segundos de ventaja sobre el trío perseguidor.
La renta era pequeña, pero poco a poco se fue haciendo más grande en el descenso. Fue Van Aert el que más arriesgó en la bajada para tratar de cerrar el hueco, pero el desempeño de Van der Poel fue inmaculado y no dejó lugar a la duda. Entró en solitario en la línea de meta con un tiempo más que de sobra como para levantar los brazos con tranquilidad y celebrar un triunfo impresionante. En el sprint posterior, Ganna se impuso por delante de Van Aert, así que Pogacar se quedó sin ni siquiera poder subir al podio.