"En mi última carrera en el reciente Campeonato Nacional de Ciclocross UCI en la categoría femenina de élite, llegué en cuarto lugar, flanqueada a cada lado por corredores masculinos que obtuvieron el tercer y quinto lugar". Este es el duro testimonio de Hannah Arensman, corredora de 25 años de Estados Unidos que se ha hecho mundialmente famosa.
El motivo por el cual Hannah no ha parado de copar titulares es el anuncio de su retirada del ciclismo profesional. No ha sido por una lesión. Tampoco por un problema psicológico. Simplemente ha sido por la mala experiencia que ha sufrido en el Campeonato de Estados Unidos de ciclocross. Terminar como cuarta clasificada entre dos corredoras trans ha supuesto algo más duro para ella que perder una histórica medalla de bronce.
Ese resultado conllevó que Hannah Arensman no pudiera acudir al Campeonato del Mundo de Ciclocros que se disputó en el mes de febrero. Para acudir a dicha competición necesitaba al menos obtener una de las tres plazas de podio. Sin embargo, fue superada por Austin Killips, del equipo Nice Bikes, quien llegó a la meta dos segundos por delante de ella.
La tremenda desilusión que se llevó Hannah le ha hecho tomar la complicada decisión de retirarse. A pesar de que solo tiene 25 años y de que cuenta con un importante historial de victorias en el ciclocross estadounidense, ha optado por colgar la bicicleta como protesta ante una situación que considera injusta para las mujeres y que está recibiendo muchas protestas por parte del colectivo femenino. Se trata del hecho de compartir competiciones con atletas transexuales, es decir, que nacieron biológicamente hombres y que pasaron por el proceso de la pubertad como tales antes de proceder a su cambio de sexo y a diferentes procesos de hormonación y de control de testosterona.
El caso de Hannah Arensman
Hannah Arensman se está convirtiendo en un fenómeno de masas. Su elección se ha hecho mundialmente conocida hasta el punto de que ha decidido convertir sus redes sociales en privadas para que nadie que ella no decida pueda acceder a sus perfiles. Esta explosión de popularidad es el precio que ha tenido que pagar Hannah por su tajante cambio de rumbo.
La ciclista estadounidense participó en el mes de diciembre en el campeonato nacional de ciclocross. La victoria fue para Clara Honsinger, mientras que en segunda posición finalizó Raylyn Nuss. Sin embargo, la polémica llegó en la lucha por el bronce. Austin Killips, atleta trans, superó a Hannah por solo dos segundos en la lucha por el podio. Un puñado de segundos después llegó Jenna Lingwood, también atletas trans.
Y con ellas estuvo la polémica, ya que protagonizaron un nuevo caso de deportistas trans, hombres biológicos que decidieron transicionar hacia mujeres, compitiendo contra féminas. Una situación que ya ha recorrido todas las disciplinas con atletas como tan conocidas Lia Thomas, Emily Bridges, Laurel Hubbard o Tiffany Thomas.
Además, la decisión de Hannah ha tomado una especial repercusión porque se ha viralizado pocas horas después de que World Athletics, la Federación Internacional de Atletismo, haya establecido una nueva reglamentación para las atletas trans, impidiendo que estas puedan competir en sus pruebas femeninas, hecho que consideran un agravio hacia las mujeres biológicas.
El caso de Hannah es especialmente llamativo, ya que a su enorme juventud une un palmarés muy importante en el que figuran victorias en pruebas tan significativas como la Major Taylor Cross Cup o el North Carolina Grand Prix. Una ciclista que llegó a este mundo siguiendo los pasos de su hermana y que se acostumbró a vivir siempre en posiciones de privilegio dentro del pelotón nacional e internacional. Ahora, ha decidido decir basta ante lo que considera un atropello.
La ciclista americana, que también ha formado parte del calendario de pruebas en carretera, se mostró muy preocupada en el comunicado de su renuncia por el futuro del ciclismo femenino y del deporte en general: "De cara al futuro, lo siento por las chicas jóvenes que están aprendiendo a competir y que están creciendo en una época en la que no van a tener una oportunidad justa de conseguir el nuevo récord y ser campeonas de ciclismo porque los hombres quieren competir en nuestra categoría".
"Me he sentido profundamente enfadada, decepcionada, ignorada y humillada por el hecho de que los legisladores de los deportes femeninos no consideren necesario proteger el deporte femenino para garantizar una competición justa para las mujeres. Mi hermana y mi familia sollozaron al ver a un hombre terminar frente a mí, después de haber presenciado varias interacciones físicas con él durante la carrera. No es justo".
Hannah, profundamente dolida, ha dicho basta y se ha bajado de la bicicleta para siempre. Aunque lo que no parece que hará es renunciar a seguir luchando contra la presencia de deportistas trans, hombres biológicos en su nacimiento que después transicionaron, en competiciones íntegramente para mujeres.
El movimiento de Hannah
La decisión de Hannah Arensman, una de las primeras que se toman en este tipo de situaciones de una dureza tan grande, ha ayudado a visibilizar los movimientos de lucha que pretenen defender el deporte femenino ante la invasión de atletas trans. Lo que ellas consideran algo similar al dopaje de sexo. Porque al final, para estas deportistas, son competiciones de hombres contra mujeres sin categorización alguna.
Tras su mala experiencia en el Nacional de Ciclocross de diciembre, Arensman dejó de verle el sentido a lo que estaba haciendo: "En los últimos años, he tenido que competir contra ciclistas masculinos en pruebas femeninas. A medida que se ha ido convirtiendo en una auténtica realidad, cada vez resulta más desalentador entrenar tan duro como lo hago para acabar perdiendo contra un hombre con la injusta ventaja de un cuerpo androgenizado. He decidido poner fin a mi carrera de ciclista".
La impactante declaración de Hannah Arensman, ganadora de hasta 35 pruebas del circuito nacional de ciclocross, ha formado parte de la documentación presentada ante el Tribunal Supremo de los Estados Unidos en apoyo de la ley de Virginia Occidental que protege el deporte femenino. Dentro de esta campaña se ha realizado también una gran recogida de firmas y testimonios de otras 67 atletas femeninas entre las que se incluyen leyendas como Martina Navratilova.
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La iniciativa de estas atletas se engloba dentro del programa Save Women's Sports, el cual promueve que las competiciones sigan divididas por sexo biológico y no por el "género sentido". El caso de Hannah Arenseman ha sido uno de los más llamativos que se han producido en los últimos años y ha ganado especial repercusión cuando por redes sociales han circulado varias imágenes en las que sus oponentes transexuales aparecen forcejeando con ella e incluso empujándola para ganarle la posición. Ahora, quien pretende empujarles fuera de las competiciones femeninas es la propia Hannah liderando la lucha del movimiento Save Women's Sports.