La vida le dio una segunda oportunidad a Sergio Martín hace apenas un mes. El corredor del Caja Rural - Seguros RGA sufrió un brutal accidente tras una fortísima caída durante uno de sus entrenamientos y se encuentra en pleno proceso de recuperación en el Hospital de Toledo.
A raíz de las lesiones de médula sufridas, fue operado de urgencia en el Hospital 12 de Octubre para más tarde ser trasladado a los servicios sanitarios de la ciudad castellano-manchega. Desde allí, Sergio Martín ha querido dar a conocer su situación y cómo se siente tras estar ingresado desde un mes.
Con la fractura de 2 vértebras y cinco costillas, el corredor del Caja Rural sigue en pleno proceso de recuperación desde una silla de ruedas ya que busca volver a la bicicleta si se lo permiten las condiciones. Desde que sufriese el accidente en las inmediaciones de su vivienda, cerca del término madrileño de Galapagar, Martín lucha por caminar de nuevo.
Por dicho motivo, ha querido abrirse en canal y compartir con todos sus seguidores una carta, una auténtica lección de vida. En ella, explica cómo ha vivido todos estos duros momentos.
Con una crudeza absoluta, Sergio Martín refleja cómo es su día a día y la enorme cantidad de ayuda que necesita por parte de los empleados del Hospital de Toledo. Además, hace especial hincapié en sus piernas, de las cual no tiene movilidad y apenas siente con ellas.
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La carta al completo
"8 de abril. Hoy hace un mes y un día del accidente, del día que cambió mi vida por completo. Antes mi principal prioridad eran los watios, la próxima carrera y estar un rato con mis amigos para desconectar, ahora pienso en que me tienen que poner de lado para evitar que me salgan heridas en el culo.
Si, me tienen.
Yo no soy capaz de girar mi cuerpo, y si no lo hace otro por mí, duermo toda la noche en la misma posición.
Mis horarios han cambiado también. Antes daba un paseo a mi perro, salía a entrenar, cumplía mi trabajo y llegaba a comer entre las 14:30 y las 16, depende de lo largo que fuera el entrenamiento.
Ahora me despiertan y al poco tiempo tenfo el desayuno en una bandeja, me levantan a la silla y me voy a la rehabilitación con el fisio, o a terapia ocupacional.
Por las tardes estoy teniendo la sierte de recibir a mi familia y mis amigos, que hacen que mi estancia aquí sea mucho más amena.
Hablamos de cosas, nos reímos y me traen cosas que puedo necesitar, como un paquete de jamón o algo rico de la pastelería de turno, aunque a mí no me gusta mucho el dulce...
Pero en cuanto se van vuelvo a la realidad. Tengo cerca un paciente con una enfermedad que se llama el síndrome de Guillain Barré, y no es capaz de hablar si no es a una especie de gritos pero sin capacidad de vocalizar.
Escucho eso, veo a otros pacientes en la silla volviendo a la habitación, y cuando me quedo un rato solo, en la silla, mira hacia abajo, y veo mis piernas, ahí quietas y me pongo a pensar.
Esas piernas que me han dado tantas alegrías encima de la bicicleta, que he sentido arder por darlo todo en una etapa de La Vuelta, ahora no sienten nada.
No están, no se mueven, no pasan frío ni calor, es una sensación extraña.
Me acuestan entre dos celadores que me cuentan alguna cosa graciosa para hacer un poco mejor la situación y apago las luces.
Mañana será otro día"