El ciclismo es un deporte que se nutre no sólo de grandes figuras y de excelsos ganadores, sino también de lugares emblemáticos. Cada carrera tiene unas determinadas localizaciones que, por unos u otros motivos, quedan grabadas en el imaginario colectivo de los aficionados para siempre y evocan momentos épicos y mágicos.
Le sucede al Giro de Italia con el Mortirolo o el Stelvio, a La Vuelta a España con Los Lagos de Covadonga o el Angliru, y al Tour de Francia por ejemplo con el Tourmalet o la Super Planche des Belles Filles. Pero en Francia hay uno de esos lugares mágicos que la afición echa mucho de menos y que en esta edición de la ronda gala se va a subir para dar carpetazo a la primera semana de competición.
Se trata de un sitio tan mítico como el Puy de Dôme. Esta cima regresa al Tour de Francia 35 años después de su última aparición y va a ser testigo, presumiblemente, de una nueva batalla a cara de perro entre los dos grandes ciclistas del momento, Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard. Una montaña de época para dos deportistas de época, así que se espera que esta mezcla salga perfecta y depare uno de los mayores espectáculos de los últimos tiempos.
Lo que rodea a esta cima va mucho más allá de lo puramente deportivo. El hecho de que haya estado tantos años sin presenciar el paso del Tour de Francia tiene que ver con el hecho de que esta zona tiene parte de propiedad privada y que además la cima es un lugar protegido como Patrimonio Mundial por la Unesco. Habrá, por lo tanto, grandes restricciones para acceder.
No en vano, el Puy de Dôme es un emplazamiento de grato recuerdo para el ciclismo español, tan falto en la actualidad de resultados importantes en las grandes vueltas. Allí ganaron Federico Martín Bahamontes, Julio Jiménez, Ángel Arroyo y sobre todo Luis Ocaña en dos ocasiones. Ahora parece muy complicado que un ciclista nacional pueda repetir estos logros, pero ellos abrieron el camino hace ya mucho tiempo.
Una larguísima espera
El Puy de Dôme es una de esas cimas que están marcadas a fuego en el recuerdo de los aficionados. De los más veteranos, eso sí, porque hay una generación que jamás ha visto llegar el Tour de Francia allí. Hace 35 años que la Grande Boucle no pasa por allí, desde que en 1988 se ascendiera por última vez.
Encuadrado en el Macizo Central francés, el Puy de Dôme es una subida terrorífica. Este año se subirá desde la vertiente de Orcines, un infierno de 13,3 kilómetros al 7,7% y con rampas que llegan al 14%. La parte final es realmente dura, con kilómetros completos que están por encima del 12% y que van a poner a prueba a los cuerpos más resistentes antes de terminar el primer bloque de la carrera.
El mundo echaba de menos al Puy de Dôme y el Puy de Dôme echaba en falta al Tour de Francia. Que no se haya vuelto allí antes no es por puro capricho, ya que las particularidades de este lugar hacen que no sea nada fácil llevar un circo ambulante de las dimensiones de esta carrera a un lugar así.
La carretera que lleva hasta allí es de propiedad privada, algo que dificulta siempre las gestiones, pero más allá de eso la cima del Puy de Dôme se trata de un lugar elegido de la naturaleza. La Unesco lo declaró patrimonio natural, y la afluencia de turistas en este lugar está controlada para evitar masificaciones que puedan deteriorar la naturaleza.
El ejemplo de que la carrera hace mucho que no pasa por aquella zona es que en Strava, una de las aplicaciones más utilizadas por los ciclistas para registrar sus entrenamientos y sus días de competición, la mejor marca de una de las cotas previas que se pasan no está en manos de ningún ciclista activo. El excorredor Levi Leipheimer tiene el mejor registro del Monteé du Lac de Vassivière, donde hay situado un sprint intermedio.
De hecho, el dispositivo de seguridad que se ha preparado es de aúpa porque ya desde el pasado lunes quedó prohibido el acceso de caravanas a la zona cercana. La llegada está muy restringida, y los turistas que haya antes de la etapa en el tren que transcurre por esta montaña tendrán que bajar antes de lo habitual.
Las fuerzas de seguridad han redoblado su presencia y habrá hasta 600 gendarmes vigilando que todo salga según lo establecido, ya que saben que algún aficionado tratará de colarse donde no puede para estar cerca de los corredores y también hay miedo a algunas reivindicaciones ecologistas.
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Hombres en puntos estratégicos, patrullas, helicópteros y drones en el aire... Consideran que todo es poco para proteger todo lo que pase en esta zona maravillosa de paisajes donde se estima que hay cerca de 80 volcanes inactivos.
El recuerdo español
El Puy de Dôme se presenta como un lugar perfecto para decir adiós al primer bloque de este Tour de Francia, ya que después de esta etapa los ciclistas tendrán su primer día de descanso. De hecho, después de lo vivido en las jornadas anteriores, en las que Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard ya han protagonizado varias luchas cuerpo a cuerpo, se espera un espectáculo mayúsculo.
Este Tour de Francia va camino de convertirse en uno de los mejores de toda la historia si la disputa sigue por los mismos derroteros que los anteriores días. Desde luego que la aparición en el recorrido de un lugar tan emblemático como el Puy de Dôme le daría ese punto extra que falta si realmente hay una dura batalla.
Más allá de estos dos auténticos portentos del ciclismo, parece complicado pensar en otra cosa que no sea uno de los dos ganando en la cima, con permiso de la fuga. Casi está descartado que un español corone en primer lugar, pero ya hubo varios precursores que marcaron el camino y que en su día triunfaron en un lugar tan duro como este.
Trece veces ha llegado hasta el momento el Tour de Francia al Puy de Dôme, y en cinco de ellas la victoria fue española. Federico Martín Bahamontes venció en 1959 y Julio Jiménez le siguió en 1964. Siete años más tuvieron que pasar para ver a un español ganando allí, pero fue alguien tan emblemático como Luis Ocaña el que primero en 1971 y después en 1973, el único Tour que ganó, alzó los brazos en esta cima.
El último español en hacerlo fue Ángel Arroyo en 1983, en una cronoescalada para el recuerdo. Más allá del ciclismo patrio, allí se han librado otros episodios históricos del ciclismo como el codo a codo entre Anquetil y Poulidor en 1964 o el puñetazo que recibió Eddy Merckx por parte de un espectador furioso. El escenario ya espera ansioso y el Tour de Francia quiere regresar a un sitio tan emblemático a lo grande.