España, Emiratos Árabes Unidos, China, Japón... Incluso Ruanda, Malasia u Omán. Estos son tan sólo algunos de los lugares que acogen pruebas ciclistas a lo largo y ancho de toda una temporada. El calendario, al igual que pasa en otros deportes, cada vez es mayor y los organizadores quieren su parte del pastel, así que eso redunda como suele ser habitual en los deportistas, los grandes protagonistas de todo esto.
El ciclismo es uno de los deportes más sacrificados a nivel personal. Al hecho de tener que cuidar sus cuerpos al máximo o estar pendientes de cada sustancia que ingieren, hay que sumar que los ciclistas pasan una cantidad ingente de días fuera de casa. No es extraño ver corredores que están más de la mitad del año lejos de sus domicilios por culpa de sus trabajos, e incluso hay quienes superan con creces los 200 días sin pisar por su hogar.
Para comprobarlo de primera mano, EL ESPAÑOL habla en este reportaje con hasta cuatro ciclistas profesionales que cuentan sus vivencias a lo largo de una temporada y la manera en la que tratan de llevar esta circunstancia. Óscar Rodríguez (INEOS Grenadiers), Luis Ángel Maté (Euskaltel Euskadi), Ibai Azurmendi (Euskaltel Euskadi) y David González (Caja Rural-Seguros RGA) repasan en este periódico la forma en la que afrontan ellos y sus familias el hecho de estar tanto tiempo viajando.
No son sólo las competiciones, sino que los corredores tienen que sumar a eso los periodos de concentraciones en altura y con sus equipos, y también los días que se emplean simplemente para viajar a los lugares más lejanos, con la consiguiente adaptación que ello supone.
Vivir lejos de casa es algo que va con la profesión y que tanto los propios ciclistas como los familiares aceptan, conscientes de que son los gajes de este oficio tan duro y tan bonito. Eso sí, todo tiene su lado positivo y a cambio los corredores pueden disfrutar de conocer lugares nuevos y a veces recónditos del mundo que de otra manera seguramente no habrían pisado.
Con positividad
Recorrer medio mundo y pasar al menos medio año fuera de casa es algo que ya casi va intrínseco en cualquier ciclista profesional. A algunos les gusta más viajar, a otros les cuesta más por las circunstancias familiares, pero al menos los corredores consultados por este periódico lo asumen con naturalidad.
"Yo llevo bastante bien el hecho de estar tanto tiempo fuera de casa. Creo que la cosa cambia si tienes familia y tienes hijos, pero como no es mi caso se hace más ameno. Si te gusta viajar, tienes que verlo desde esa perspectiva y disfrutarlo", confiesa Ibai Azurmendi, el ciclista del Euskaltel Euskadi.
Luis Ángel Maté, también del conjunto vasco, es uno de los más veteranos del pelotón y sabe muy bien de qué va esta historia: "Siempre lo he llevado bien porque me gusta mi trabajo. Me gusta viajar, estar concentrado con los compañeros, con el equipo... Al final todo eso es muy importante, formar un grupo estable y crear vínculos, pero es cierto que con el paso de los años y con la familia se te hace un poco más duro", relata.
El que también acude a cada viaje con su mejor sonrisa es Óscar Rodríguez, uno de los nuevos fichajes del equipo INEOS para la temporada que viene: "Lo llevo muy bien. Es verdad que a veces da pereza irse de casa, pero me gusta viajar y recorrer mundo, así que qué mejor manera que hacerlo con la bicicleta. Lo disfruto, de lo contrario me dedicaría a otra cosa".
David González, por su parte, que este año debutó en La Vuelta, también ve el vaso medio lleno aunque las circunstancias personales poco a poco le están cambiando la mentalidad: "Siempre lo he llevado muy bien hasta que he tenido pareja. Lo he empezado a llevar peor cuando hemos sabido que íbamos a ser padres, pero siempre intentamos estar juntos, cuando me concentro en altura viene conmigo, cuando voy a Benidorm en invierno también, en La Vuelta estuvo bastantes días... Pero sí, ahora me cuesta más irme de casa", asevera el corredor del Caja Rural.
La familia
Los otros grandes afectados de todo este calendario ciclista que exige tantos viajes y en muchas ocasiones lejanos son los familares. Como dice David González "sí que se sufre y más cuando dejas en casa algo con lo que estás a gusto y tienes otras motivaciones en casa".
En el caso de Luis Ángel Maté, padre de familia, destaca el apoyo que recibe por parte de sus seres queridos: "La familia sabe perfectamente que es tu trabajo, que es tu forma de vida y me apoyan en todo. Siempre que pueden viajan, que eso ayuda mucho. Cuando tengo una concentración procuro que vengan, o a una carrera que está cerca de casa".
El caso de Ibai Azurmendi es diferente, pero sus seres queridos también le echan en falta durante muchos días: "La familia te echa de menos, pero ya están acostumbrados y me apoyan. Luego, además, valoras que cuando estás en casa estás a gusto, pero sí que te extrañan porque además saben que es un deporte de riesgo", cuenta el corredor del Euskaltel Euskadi.
Óscar Rodríguez se pone en la piel de su pareja: "Ella lo pasa mal porque no le gusta nada que me vaya. A mi madre y a mis suegros les da un poco más igual, pero ella lo pasa mal. Lo sabe y no le cae de sorpresa, pero tiene que hacer todo ella sola, que encima trabaja mucho y se le hace cuesta arriba".
210 días fuera de casa
El ciclismo, tal y como está montado, exige estar prácticamente en todos los rincones del mundo a lo largo de la temporada. Por eso, muchos corredores están al menos la mitad del año fuera de casa y en el caso de algunos la cifra sube mucho más si son más requeridos por sus equipos.
Óscar Rodríguez, por ejemplo, ha estado esta temporada todavía siendo corredor del Movistar Team una barbaridad de jornadas alejado de su hogar: "Calculo que más de 200, unos 210 sí que he pasado porque he hecho dos concentraciones en altura, he estado en el Giro, si hace malo en Pamplona voy a Castellón a entrenar... En casa no habré estado más de 140 días", comenta.
[El ciclista Josu Etxeberria, del Caja Rural, en la UCI tras ser atropellado cuando entrenaba]
Y es que el ciclismo no son sólo las competiciones, que ya de por sí algunas de ellas obligan a estar tres semanas seguidas en carrera, sino que son muchas más cosas. Los equipos hacen concentraciones en diversos tramos de la temporada, por ejemplo en las próximas fechas en plena pretemporada, hay concentraciones en altura, viajes de varios días a lugares más lejanos... Toda una aventura.
"No sé cuántos días habré estado fuera esta temporada, pero cuando estaba en Cofidis pasaba muchísimos, es verdad que ahora bastantes menos. Pero en Cofidis con las concentraciones, con el Tour de Francia, con La Vuelta a España... Más de 200 días seguro", relata Luis Ángel Maté de aquellos tiempos en el equipo francés.
En el caso de David González, la cifra no es para nada desdeñable: "Tengo 75 días de competición, he hecho altura dos veces que son otros 40 días, más los 20 o 25 de La Vuelta, unos 140. Eso, más los viajes, que también suman, así que ponle que entre 160 o 170 días habré estado fuera de casa", cuenta el ciclista del Caja Rural.
Ibai Azurmendi, por su parte, ha estado en muchos lugares lejanos y casi desconocidos para el ciclismo: "Entre concentraciones de equipo, las giras de China, las concentraciones en Sierra Nevada... Más de medio año fuera de casa. Estuve en Arabia Saudí, en Japón y en China".
Un trabajo muy sacrificado no sólo físicamente llevando sus cuerpos al límite en la competición, sino especialmente a nivel personal. Es la otra dureza del ciclismo, la que menos se ve y quizás la más dura mentalmente.