En el ciclismo, España siempre ha sido tierra de 'vueltómanos'. Entre sus grandes nombres han destacado aquellos que se especializaban en ganar carreras por etapas, pero lo de encontrar figuras que brillaran en las grandes clásicas de un día siempre resultó más complicado.
Sin embargo, hace no mucho tiempo que Óscar Freire rompió con todos los prejuicios. El cántabro, triple campeón del mundo, fue todo un experto en buscarse la vida por su cuenta y acumuló un palmarés impresionante hasta su retirada en el año 2012.
Aparte de los Mundiales con los que llevó al ciclismo español a otra dimensión, este sprinter puede presumir de haber ganado hasta en tres ocasiones la Milán-Sanremo. Esta carrera, con la categoría de Monumento, es una de las más prestigiosas e históricas del calendario, y si ya es difícil ganarla una sola vez hacerlo por partida triple supone entrar en los altares de este deporte.
Este sábado llega el primer Monumento de la temporada y la Classicissima se abre paso en el calendario. En este 2024 se cumplen 20 años desde que Óscar Freire alzara los brazos por primera vez en Vía Roma, así que EL ESPAÑOL charla con el campeón para recordar aquellos brillantes momentos de su carrera.
Un buscavidas
Pese a los numerosos éxitos que cosechó en su carrera, con triunfos en pruebas como la Milán-Sanremo o victorias de etapa en el Tour de Francia y en la Vuelta a España, Óscar Freire nunca tuvo un equipo a su servicio para ayudarle en las llegadas que a él le venían bien.
Por eso, siempre tuvo que buscarse la vida y tomar la referencia de otros equipos: "Siempre fue un poco mi manera de correr. Cuando no tenías un equipo que te llevara hasta el final, que además es muy complicado en la Milán-Sanremo, uno se daba cuenta de que tenía que aparecer en el momento en el que se tiene que ganar".
"Lo que tenía que hacer era aprovecharme un poco de los demás equipos. Eso es lo que hacía, sabía que era la mejor opción en muchas ocasiones, aunque seguía siendo muy complicado", recuerda Freire en su conversación con EL ESPAÑOL.
Su primera victoria
Se suele decir que la Milán-Sanremo es una de las carreras más impredecibles de la temporada. La particularidad que tiene esta prueba, con las subidas finales a Cipressa y al Poggio di Sanremo, y sobre todo ese último descenso, convierten al primer Monumento del año en una prueba apasionante por su final.
"Siempre he ido con muy buena forma y con una preparación parecida, tenía experiencia y sabía lo que tenía que hacer. Pero ha habido alguna Sanremo en la que no he ganado y me he encontrado mejor que en las que sí he ganado", comenta Freire al respecto de esta prueba tan emblemática.
En aquel 2004 en el que inauguró su palmarés en este Monumento, el cántabro se tuvo que batir el cobre con otros grandes de la época como Erik Zabel, Alessandro Petacchi, Paolo Bettini o Stuart O'Grady. Mano a mano ante los mejores especialistas del mundo y él subiendo a lo más alto del podio.
Después de una carrera muy movida, en la que numerosos ciclistas lo intentaron a lo largo de todo el día, al cabo del descenso del Poggio un grupo de elegidos llegó a la recta final para disputarse en la victoria al sprint. El equipo Fassa Bortolo le puso la alfombra a Petacchi y la llegada se lanzó muy tarde: "Cuando un equipo controla la situación, saben que la distancia es mejor cuanto más corta y que es cuando más rápido lanzan. Es lo que quisieron hacer, pero cuando lo haces después de 300 kilómetros es difícil de controlar", comenta Freire.
El exciclista del Rabobank se pegó a la rueda de Erik Zabel y en los últimos metros salió de su estela para colarse por la parte derecha de la carretera. En un final muy recordado, Zabel alzó los brazos antes de tiempo para celebrar la victoria, pero no advirtió la presencia de Freire hasta el último segundo, que le robó la cartera y dejó con un palmo al germano.
"Estuve luchando por la mejor posición, no quería perder fuerzas y gastar antes del sprint. El problema fue que empecé tarde el sprint y me dio tiempo a conseguir la victoria por muy poco", recuerda Freire.
El cántabro además llegó a hablar con Erik Zabel de aquel desenlace que tantas veces se ha visto en el ciclismo, con un corredor levantando los brazos en el momento inoportuno: "Sí que he hablado con él de ello, pero al final son errores que se cometen en el ciclismo, y un error en la Sanremo se paga mucho más caro. Él pagó ese error, y después de 300 kilómetros perder en el último metro es una mala noticia para el que pierde y una buena para el que gana".
Una conexión especial
No cabe duda atendiendo al palmarés que Óscar Freire labró una relación extraordinaria con la Milán-Sanremo. De hecho, al menos hasta el día de hoy, no ha habido ni un sólo ciclista que haya sido capaz de repetir victoria desde que él consiguiera su tercera y última en 2010.
"Mi conexión con la carrera viene un poco con las características mías. Tenía la cualidad de saber colocarme muy bien dentro del grupo, ir sin gastar y ahora que se habla mucho de los vatios, lo que hacía yo era no gastarlos hasta el momento justo", dice Freire.
Preguntado por lo decisivo que es siempre el descenso del Poggio, para Freire este no es el único momento clave de la carrera: "También es Cipressa o Turchino, y depende mucho de las condiciones climatológicas. Yo me caí bajando el Turchino una vez y perdí mucho tiempo porque el coche venía muy atrás, así que muchas veces no es sólo el Poggio, aunque es verdad que es el que más decide subiendo y bajando", cuenta Óscar Freire.
Él fue el segundo y hasta el momento último español en ganar la Milán-Sanremo. Ahora estas pruebas de un día han ganado mucha más popularidad en España y las sigue un público más amplio, pero cuando Freire lograba victorias hace no mucho no era tan sencillo seguirlas.
"Ahora hay imágenes muy nítidas y espectaculares. Antes, lo que había eran imágenes más justas y en el caso de la Sanremo en muchas ediciones no se podía ni ver en España pese a que uno de los favoritos podía ser yo. Por eso, la gente desconoce los resultados de un ciclista de mis características en las pruebas de un día, que ahora sí se ven", recuerda Freire.
Sobre la ausencia de triunfos españoles aquí, también comenta: "Es muy difícil de ganar la Sanremo, no es que sea cosa de los españoles. Soy el único que ha repetido victoria en los últimos 20 años y eso dice lo complicado que es ganar, aunque es cierto que en los españoles nunca ha habido esta tradición de carreras de un día. A mí se me daba bien y busqué ese camino".
La comparación
Lo que tiene claro Óscar Freire es que es muy difícil comparar el nivel de los ciclistas actuales con el de su época. Hay muchos factores diferenciales y evita el eterno debate de la comparación.
"No se puede comparar. Yo gané en mi época y ahora toca otra diferente, aunque he corrido con algunos de los que todavía están ahora como Kristoff. Cada época es diferente, quién sabe si los de ahora son mejores que los de antes", comenta al ser preguntado sobre si cree que podría ganar a Pogacar o Van der Poel.
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Precisamente estos dos nombres son los grandes favoritos a la victoria este sábado. El holandés defenderá el título del año pasado, mientras que el esloveno sueña con añadir este Monumento a su palmarés para seguir agrandando una leyenda increíble.
Sin embargo, para Freire también hay otras opciones sobre la mesa de hombres que responden más a su perfil: "A Philipsen le veo muy válido para ganar esta carrera y no lo ha hecho aún. También está Pedersen, que es un corredor para ganar la Sanremo, así que siempre hay posibilidades para muchos ciclistas".
En 2004 Freire empezó a gestar su leyenda en la Milán-Sanremo, y le dio continuidad con sus triunfos en 2007 y en 2010. Parece, además, que seguirá siendo por bastante tiempo el último español en levantar los brazos en Vía Roma.