Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard. Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar. El orden de los factores no altera el producto en este caso al hablar de títulos en el Tour de Francia, pero eso no va a ser así por mucho más tiempo. El domingo se romperá la igualada entre estos dos grandes colosos del ciclismo actual y uno podrá mirar por encima del hombro al otro.
La carrera se encuentra ahora con un juez decisivo, un factor que va a determinar quién de los dos suma su tercer entorchado a su palmarés y sigue agrandando su leyenda. Las montañas de los Alpes entran en acción y van a marcar el devenir de la clasificación general antes de la contrarreloj final del domingo en Niza.
Y es que este año no habrá paseo final por los Campos Elíseos de París. La inminente disputa de los Juegos Olímpicos en la capital gala lo condicionan todo este año, incluso las fechas en las que se está disputando la carrera, así que por primera vez en toda la historia las calles parisinas no disfrutarán de la última etapa.
Ese será el último esfuerzo, quizás el definitivo, aunque puede que la carrera llegue ya incluso decidida a ese último día de competición. Tras el primer contacto con las cumbres alpinas en el día de ayer, la renta que mantiene Tadej Pogacar sobre Jonas Vingegaard en la clasificación general sigue siendo considerable.
Son muchos factores los que invitan a pensar que el Tour de Francia ya está decidido en favor del esloveno. No ha demostrado síntomas de debilidad y tampoco se han visto grandes alardes en Jonas Vingegaard, pero entre estos dos fueras de serie cualquier cosa es posible y todavía retumba lo que sucedió en la contrarreloj de la edición pasada en Combloux.
Dos días descomunales
Tras el aperitivo visto ayer camino de la meta en Superdévoluy donde los corredores sufrieron un gran desgaste, los aficionados se frotan las manos pensando en lo que puede pasar en los dos últimos grandes días de montaña. Los Pirineos ya dejaron pasajes memorables, con un Tadej Pogacar en modo caníbal, pero los Alpes van a ser el juez último y definitivo del espectáculo.
Pese a que la etapa de hoy tiene más de 3.000 metros de desnivel, cuando la carretera se pondrá realmente dura en este tramo final del Tour de Francia será en las etapas 19 y 20. El viernes y el sábado están marcados a fuego en el calendario de todos los ciclistas, pero sobre todo en el de los dos grandes que pelean por el título.
Este viernes la llegada al Isola 2000 promete emociones muy fuertes. La etapa es corta, con apenas 144 kilómetros, pero el desnivel acumulado en tan poco espacio es sencillamente demoledor con más de 4.400 metros.
El perfil habla por sí solo. Los ciclistas tendrán que afrontar la subida al Col de Vars (18,8 kilómetros al 5,7%), de categoría especial, después la ascensión a la Cime de la Bonette (22,9 kilómetros al 6,9%), también de categoría especial, y la traca final llegará con la llegada al Isola 2000 (16,1 kilómetros al 7,1%), un puerto de primera categoría.
Estas subidas eternas que superan siempre los 16 kilómetros llevarán al límite a los cuerpos de los corredores y sobre todo serán un terreno perfecto para provocar desfallecimientos si los ciclistas no se alimentan correctamente. Es territorio comanche, porque las ascensiones se entrelazan una tras otra y no hay momento para el respiro.
Tras esta jornada machacona, el sábado no será ni mucho menos un día más fácil para los valientes que todavía se suban a la bicicleta. Los apenas 133 kilómetros de trayecto engañan, sobre todo porque encierran la trampa de un desnivel acumulado de 4.600 metros.
Por el camino, cuatro ascensiones, una de ellas de segunda categoría para comenzar, y después otras tres más de primera categoría para seguir dando dureza a la carrera. El Col de Turini (20,7 kilómetros al 5,7%), el Col de la Colmiane (7,5 kilómetros al 7,1%) y el Col de la Couillole (15,7 kilómetros al 7,1%) dejarán la carrera prácticamente vista para sentencia.
Por si fuera poco, la crono final camino de Niza también se las trae porque no es un terreno para especialistas puros y los corredores deberán apretar cuando la carretera se incline. La subida a la cota de La Turbie (8,1 kilómetros al 5,6%) pondrá la dureza a un día en el que algunos valoran el cambio de bicicleta para esta ascensión.
La gran pelea del deporte
Por cuarto año consecutivo, el Tour de Francia vuelve a regalar una de las peleas más encarnizadas que hay en el deporte actual. La rivalidad entre Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar va camino de convertirse en una de esas luchas recordadas para siempre y parece que se repetirá durante varios años más en el futuro.
Se trata de dos colosos mirándose frente a frente, los dos ciclistas más completos del momento en una gran vuelta que se baten en un duelo donde tan sólo uno de ellos puede salir ganador. Cada detalle cuenta, cada nimiedad es un mundo, y en esto este año a Jonas Vingegaard le ha salido la cruz.
Si el año pasado fue Tadej Pogacar el que llegó muy justo de forma al Tour de Francia por su lesión en la muñeca, en esta edición es Jonas Vingegaard el que no está al 100% de sus posibilidades. La gravísima caída que sufrió en la Vuelta al País Vasco, por la que tuvo que estar doce días ingresado, convirtió en poco menos que un milagro su mera presencia en la carrera, y aún así es el segundo en la general de manera destacada.
Este año parece que se necesitará una sorpresa mayúscula para que el Tour de Francia no caiga del lado de Tadej Pogacar. La diferencia que tiene el esloveno con respecto a Jonas Vingegaard se antoja imposible de remontar salvo que de repente se apoderen de la carrera unas circunstancias extrañas.
Este es el Tour del desempate, el Tour que hará que uno de los dos grandes dominadores de la actualidad pueda sumar su tercer entorchado y tomar ventaja en este duelo de época.