La fe mueve montañas. El claro ejemplo de ello lo encarna Iván Romeo. Este joven ciclista de 21 años se proclamó campeón del mundo sub23 en Zürich después de firmar una actuación soberbia con la que dejó con la boca abierta al planeta entero. No era el gran favorito, no partía como el número 1 en las quinielas, pero él siempre confió en sus posibilidades y supo que tendría opciones.

El vallisoletano es una de esas figuras que encarnan la regeneración del ciclismo español, ese tan ansiado relevo generacional. Aunque hacía mucho tiempo -desde la medalla de oro de Alejandro Valverde en 2018- que España no brillaba en los Mundiales, no por ello se puede aseverar que el estado de salud del ciclismo patrio sea alarmante.

Jóvenes talentos como Juan Ayuso o Carlos Rodríguez han insuflado aire fresco en los últimos tiempos, y aunque su explosión no haya sido tan brutal como la de estos dos, Iván Romeo es uno de esos corredores de los que ya se viene hablando hace tiempo.

Ya en el inicio de esta misma temporada firmó varias actuaciones esperanzadoras que demostraron que tiene algo especial en las piernas. Ahora, sin embargo, la consecución del oro en la crono del Mundial de Zürich sub23 le eleva a otro nivel y viene a despejar todo tipo de dudas. 

Lo mejor de todo es la ambición que desprende el pucelano. Lejos de conformarse, quiere seguir creciendo y en el futuro dar un salto más para, quién sabe, tratar de hacer sombra a los grandes nombres del ciclismo mundial. "Esto es sólo el principio", se ha atrevido a decir.

Una contrarreloj estudiada

En el deporte profesional ya nada sucede por azar. Iván Romeo era plenamente consciente de ello así que se fue diez días antes a Zürich para preparar a conciencia esta contrarreloj. Era uno de sus grandes objetivos del tramo final de la temporada, y no quería que se escapara ni un solo detalle.

Sabía que estaba bien, era plenamente consciente de que su nivel estaba a la altura del que podrían mostrar los mejores, así que quiso poner toda la carne en el asador en busca del arcoíris.

"Lo llevamos soñando los dos últimos meses. Era uno de los objetivos de la temporada. vengo trabajando con todo mi equipo en la crono. Siempre me ha encantado, pero siempre es muy difícil y hay veces que no se te da. Sabía que el recorrido era muy bueno para mí. Llevó aquí diez días con mi padre, viéndolo todo, aprendiéndonos todas las curvas de memoria... Es una locura", comentó después de proclamarse campeón del mundo sub23.

Bajó la rampa de salida encendido y pronto se puso a pedalear con la fuerza de un campeón y con la confianza de alguien que sabe que está de dulce. Por delante, casi 30 kilómetros. Sus registros fueron refrendando sus sensaciones, y eso le hizo crecerse cada vez un poco más a medida que avanzaba en su trayecto.

Donde sacó todo su potencial a relucir fue en el tramo final: "Sabía que los últimos 12 kilómetros eran muy importantes, que tenía que guardar un puntito, y viendo que los tiempos eran buenos sabía que tenía una bala más, así que los últimos 10 kilómetros han sido agachar la cabeza, concentrarme y saber que eran los kilómetros más importantes de mi vida. Por suerte la fuerza ha acompañado", comentó el protagonista con una sonrisa de oreja a oreja.

Ese último esfuerzo tuvo una motivación añadida y pensar en sus seres queridos: "Los últimos 10 kilómetros iba pensando en toda mi familia y en todos mis amigos, tengo el mejor grupo del mundo". Su éxito tan sólo lo había conseguido José Iván Gutiérrez en 1999, hacía ya 25 años de ello. 

La perla que supo atar Movistar

En muchas ocasiones se ha puesto en el centro del disparadero a Movistar Team por dejar escapar el talento nacional emergente. Algunos de los corredores más ilusionantes que empiezan a despuntar lo hacen en escuadras extranjeras mientras el conjunto telefónico sigue perdiendo activos, pero en el caso de Iván Romeo estuvieron muy atentos.

Romeo probó esto del ciclismo con apenas 10 años. Animado por su hermano Sergio, que también es ciclista y al que siempre tiene muy en mente, se unió al Club Ciclista Juan Carlos Domínguez y el gusanillo le picó para siempre. 

Por encima de los 1,90 metros de altura, tiene unas condiciones envidiables para mover vatios en una disciplina como la contrarreloj. El MMR Cycling le fichó siendo todavía un proyecto en ciernes, y un año después llamó la atención del equipo de Axel Merckx, el Hagens Berman Axeon estadounidense. 

Tras esta aventura americana, llegó Movistar Team. En la escuadra telefónica no pasaron por alto las cualidades del vallisoletano, así que en 2023 le pusieron un contrato profesional encima de la mesa para vestir la 'M' en su pecho. Y entró por la puerta grande, porque en su primer año ya participó en carreras tan emblemáticas como la Strade Bianche, donde además fue uno de los protagonistas en la fuga.

Su progresión ha ido en aumento. A principios de esta temporada dejó buenas notas de calidad en pruebas como la Clásica Jaén Paraíso Interior, las clásicas de Mallorca o el AlUla Tour. No estuvo en La Vuelta, para ello todavía habrá tiempo, pero quería preparar a conciencia este Mundial y el plan le ha salido a la perfección.

Como él mismo dice, "esto es solo el comienzo". Tiene 21 años y el ciclismo nacional celebra la explosión de Iván Romeo, al que Movistar Team tiene atado al menos hasta el próximo año.