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La Unión Ciclista Internacional (UCI) ha encendido las alarmas en el mundo del ciclismo profesional debido al uso del monóxido de carbono (CO) como técnica de mejora del rendimiento deportivo.

Este gas, conocido por ser altamente tóxico en concentraciones elevadas, ha sido utilizado por equipos como UAE Team Emirates, Visma-Lease a Bike e Israel-Premier Tech. Entre sus usuarios se encuentran figuras destacadas como Tadej Pogacar, ganador del Tour de Francia, y Jonas Vingegaard, su subcampeón.

La controversia se desató tras la revelación de esta práctica durante el último Tour de Francia por parte del portal especializado Escape Collective. Desde entonces, la UCI ha solicitado formalmente a la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) que se posicione respecto a esta técnica, que si bien es legal, ha generado un amplio debate sobre su seguridad y ética.

¿Cómo funciona?

La técnica consiste en inhalar monóxido de carbono de manera controlada para evaluar la capacidad del cuerpo de adaptarse a condiciones de altitud. Esto se logra mediante un dispositivo que mide los cambios fisiológicos en función del nivel de hipoxia inducida.

Los defensores de esta práctica sostienen que es una herramienta precisa para analizar valores sanguíneos y simular los efectos de un entrenamiento en altura, un aspecto crucial para maximizar el rendimiento en competiciones de resistencia.

Tadej Pogacar, por delante de Vingegaard en un descenso. REUTERS

Sin embargo, la inhalación repetida de este gas plantea riesgos significativos. Según expertos, un mal uso de esta técnica podría derivar en una hipoxia artificial, replicando los efectos de un esfuerzo prolongado en altitud, lo que podría interpretarse como una manipulación artificial del rendimiento deportivo.

El Movimiento por un Ciclismo Creíble (MPCC) ha señalado que esta práctica no solo es potencialmente peligrosa, sino que también representa un uso indebido de la tecnología médica en el deporte.

Postura de los equipos

Durante el Tour de Francia, tanto Pogacar como Vingegaard reconocieron haber utilizado esta técnica, aunque minimizaron su alcance. Pogacar explicó: "Es un aparato que mide cómo reacciona el cuerpo a la altitud. Soplamos en un globo durante un minuto como parte de una prueba que debe repetirse con dos semanas de intervalo. Solo realicé la primera parte, ya que la persona encargada de la segunda nunca apareció. No es algo que haga todos los días".

A pesar de estas aclaraciones, las preocupaciones persisten. El MPCC, que reúne a varios equipos comprometidos con un ciclismo limpio, ha pedido explícitamente que se prohíba el uso del monóxido de carbono, calificándolo como un método de alto riesgo sanitario y éticamente cuestionable.

Debate ético

La UCI ha sido clara en su mensaje: solo se aceptaría el uso médico de una única inhalación de monóxido de carbono bajo estricta supervisión en un entorno controlado.

En un comunicado emitido durante un seminario celebrado en Niza los días 25 y 26 de noviembre, la institución solicitó a la AMA que defina si esta técnica puede considerarse dopaje.

Para algunos sectores del ciclismo, esta petición es un paso crucial hacia la regulación de prácticas que, aunque legales, podrían comprometer los valores fundamentales del deporte. La AMA, por su parte, está evaluando los riesgos y beneficios asociados a esta técnica antes de emitir un pronunciamiento oficial.

Más allá de los aspectos médicos y legales, la polémica también refleja la creciente "carrera armamentística" en el ciclismo profesional, donde los equipos buscan constantemente tecnologías y métodos para superar a sus rivales.

Romain Bardet, ciclista francés, expresó su preocupación al respecto, destacando cómo estas prácticas pueden alterar la igualdad de condiciones en la competición.

La inhalación de monóxido de carbono no es el primer método bajo escrutinio en el ciclismo, pero su naturaleza tóxica y el riesgo sanitario que implica lo convierten en un caso especialmente delicado.

Según el doctor Iker García Alday, profesor de fisiología en la Escola Vitae, incluso pequeñas dosis de CO pueden ser beneficiosas para mejorar el rendimiento, pero cualquier error en su administración podría resultar fatal.

Próximos pasos para el ciclismo y el deporte mundial

El ciclismo profesional enfrenta un desafío importante: regular el uso de nuevas tecnologías sin comprometer la salud de los atletas ni la integridad del deporte. Con el creciente interés en prácticas que simulan entrenamientos en altitud, es probable que más métodos similares al del monóxido de carbono surjan en los próximos años.

Mientras tanto, la UCI ha instado a los equipos y ciclistas a evitar el uso de esta técnica hasta que se emitan regulaciones claras. Además, el organismo ha enfatizado que se deben priorizar el bienestar y la salud de los deportistas por encima de cualquier ventaja competitiva.

Con los Campeonatos del Mundo de Ciclismo en Ruta de 2025 programados para celebrarse por primera vez en África, específicamente en Kigali, Ruanda, la UCI también busca reforzar su compromiso con un ciclismo ético y seguro. Este evento será una oportunidad para mostrar no solo la expansión geográfica del deporte, sino también su capacidad para enfrentar retos éticos y tecnológicos.

La polémica en torno a la inhalación de monóxido de carbono ha puesto en el centro del debate la delgada línea entre innovación y dopaje. Mientras se espera una postura definitiva de la AMA, el ciclismo profesional debe abordar esta situación con transparencia y responsabilidad, priorizando la seguridad y el juego limpio en un deporte que ya ha enfrentado numerosas crisis en su historia reciente.