Van der Poel agranda su leyenda y hace historia al proclamarse por séptima vez campeón del mundo de ciclocross

Mathieu Van der Poel ya es historia. El ciclista neerlandés consiguió proclamarse campeón del mundo de ciclocross por séptima vez e igualó de esta manera el récord que hasta ahora poseía en solitario el belga Eric De Vlaeminck.

Van der Poel arrasó con una facilidad pasmosa al resto de sus rivales en el circuito de Liévin, en Francia, y con una exhibición portentosa desde la primera vuelta se enfundó su séptimo maillot arcoíris, el tercero consecutivo, para igualar un registro histórico.

El neerlandés cruzó la línea de meta con casi un minuto de ventaja sobre su máximo rival, Wout van Aert, que tuvo que conformarse con la plata pese a su gran remontada. El bronce fue a parar a manos del actual campeón de Europa, Thibau Nys, que completó la doble presencia belga en el podio.

Desde el inicio

La carrera fue histórica por el resultado, pero también se puede decir que en realidad tuvo poca historia por la manera en la que transcurrió. Ya en la primera curva Mathieu Van der Poel, con el dorsal número 1 a la espalda, se colocó en la primera posición y de ahí no se iba a apear hasta la última vuelta.

Mientras Felipe Orts, que terminó duodécimo como mejor español, se desvivía por tratar de aguantar el arreón de Van der Poel en los primeros giros, el resto de ciclistas comenzaban pronto a ceder metros ante el campeón.

Si alguien podía hacer frente al neerlandés ese era Wout van Aert, que esta temporada no ha jugado demasiadas cartas en el ciclocross pensando más en la ruta. Sin embargo, el belga salió demasiado atrás y se vio pronto encerrado en posiciones demasiado retrasadas. 

Aquello lo cazó al vuelo Van der Poel, que no se guardó nada en el arranque consciente de que podría dar un golpe definitivo a las primeras de cambio. Efectivamente, así fue. Con las primeras gotas de barro en su bicicleta blanca empezaron a abrirse unos segundos preciosos con el resto de sus rivales, más de diez segundos a la mitad de la primera vuelta, una ventaja escalofriante para el poco tiempo de prueba.

Van der Poel fue como un reloj. Con una precisión exacta no hizo más que aumentar la renta que le separaba del resto, así que enseguida todo quedó visto para sentencia. Eso, pese a la espectacular remontada que por detrás empezó a firmar Wout van Aert. 

El belga, partiendo desde más atrás, empezó a surfear por el barro, a recuperar posiciones con un facilidad increíble, y cuando llegó al grupo de ciclistas que peleaban por la plata pegó otro hachazo que le llevó hacia el segundo escalón del podio lanzado. Superclase. Lástima que no hubiera pelea.

Su compatriota Thibau Nys, campeón de Europa, completó el doblete belga en el podio, aunque el himno que sonó fue el de Países Bajos. Mathieu Van der Poel ya es historia con su séptimo arcoíris, pero seguro que ya está pensando en el próximo paso. El octavo Mundial y ser el más laureado de todos los tiempos ya le está esperando.