Es agosto. El mes más caluroso del año y el verano se recrudecen todavía más si cabe en el centro y en el sur de la península, donde las temperaturas que se alcanzan son exageradas y hasta inhumanas. Las autoridades recomiendan no exponerse ni hacer ejercicio a las horas centrales del día, pero ahí están ellos, los ciclistas de La Vuelta a España, para desafiar a lo que haga falta.
Mientras cualquier aficionado les ve por televisión, perfectamente acomodado en un sofá y seguramente con el aire acondicionado a toda máquina, los corredores se debaten bajo un sol abrasador buscando la mejor manera de hacer frente al calor asfixiante.
Esto es lo que le está tocando vivir en las últimas etapas a La Vuelta. Desde su incursión en el territorio nacional por Extremadura hasta el descenso hacia Andalucía, las altas temperaturas han acompañado al pelotón desde primera hora de la mañana y hasta el momento de cruzar la línea de meta.
El mercurio se ha disparado y, con ello, las medidas de los equipos para poder hidratar y atender de la mejor manera posible a sus corredores para evitar desfallecimientos. Cientos de bidones, decenas de kilos de hielos, auxiliares a pie de carretera cada pocos kilómetros, chalecos térmicos... Cualquier recurso es válido para hacer frente a los cerca de 40 grados que los ciclistas combaten día a día.
Mientras tanto, el ciclismo se debate en cómo hacer frente a estos contratiempos y a unas temperaturas que cada año son más elevadas impulsadas por el cambio climático. La solución no es sencilla, y mientras tanto, La Vuelta tendrá que seguir su curso natural en los próximos días.
Medidas contra el calor
En torno a las 13:00 horas, cada día una nueva etapa de La Vuelta toma la salida. Desde la tercera jornada lo hace primero por Extremadura y ahora por Andalucía, recorriendo el valle del Jerte, Sevilla o Córdoba, lugares donde los termómetros se vuelven insanos a determinadas horas.
Una hora antes del inicio de la etapa los ciclistas son presentados y atienden a los medios. Las preguntas sobre el calor son constantes y muchos de ellos ya se resignan a pasar un mal trago pensando en el bochorno que van a sufrir en sus carnes durante algunas horas.
Muchos de ellos hacen acto de presencia con chalecos térmicos, pero es tan sólo la punta del iceberg del plan que tienen los equipos para combatir las altas temperaturas. En días como estos, los equipos redoblan sus esfuerzos y hacen todo lo posible por darles a sus corredores los mayores cuidados.
Hasta 200 bidones de líquido puede llegar a emplear un equipo cualquiera del pelotón en esta Vuelta en uno de esos días de calor extremo. Tienen que abastecer a ocho corredores, así que la cantidad de agua y otros complementos que ingieren mientras están en la bicicleta es ingente.
No sólo eso. Desde hace un tiempo los hielos se han convertido en un instrumento perfecto para combatir el calor. Es habitual ver a los ciclistas descolgarse a los coches de sus equipos para recibir grandes cantidades de hielo que se colocan en la espalda para que se derritan y enfríen el cuerpo.
Se habla de hasta 80 kilos de hielo por cada una de las etapas, eso por cada equipo, y son 22 en el pelotón. De hecho, hay alguna estructura que lleva incluso un vehículo propio dedicado exclusivamente a transportar hielo y a abastecerse de él con previsión.
El otro elemento diferenciador en estas etapas de calor extremo son los auxiliares. Habitualmente cada conjunto distribuye estratégicamente a una serie de personas a lo largo del recorrido para avituallar a los ciclistas sin necesidad de que tengan que bajar al coche. No suele ser algo constante, sino en sitios específicos, pero en estos últimos días la cantidad de auxiliares a pie de carretera se ha multiplicado considerablemente.
Corredores en un 'horno'
El protocolo UCI no deja claro cómo actuar ante condiciones extremas del clima. Es algo subjetivo, abierto todavía a la interpretación, y que ha dado lugar a varios malentendidos y polémicas en los últimos tiempos. Ha sido habitual ver carreras como el Giro de Italia detenidas por condiciones de lluvia extrema o bajas temperaturas, mientras que en La Vuelta se da la circunstancia totalmente opuesta.
En la etapa 4, la primera con calor extremo en esta Vuelta, los corredores recorrieron Extremadura en busca de la meta en el Pico Villuercas a 39 grados. La sensación térmica, sin embargo, es mayor y los corredores en pleno esfuerzo en ocasiones apenas pueden respirar.
Las caras en la cima del Pico Villuercas lo decían todo después de un gran trabajo. Los que disputaron la etapa en busca de la victoria llegaban casi con la mirada perdida, con el esfuerzo marcado en su rostro. Algunos, como David Gaudu, incluso se tiraron al asfalto tratando de recuperar el aliento mientras los auxiliares enseguida acudían a su encuentro para facilitarles líquido.
Cualquier bidón era escaso. Como Luis Ángel Maté, al que le surtieron de líquido nada más traspasar la meta, pero su trago enseguida se quedó escaso. "Dame algo más de beber", le dijo a su auxiliar para tratar de recuperar todo lo perdido en la etapa.
Al día siguiente incluso se activó el protocolo por temperaturas extremas camino de Sevilla. Pablo Lastras trató el asunto con los responsables de la UCI antes de la salida en busca de soluciones que permitieran a los corredores competir con la mayor seguridad posible.
El calor seguirá unos días más acompañando de cerca a La Vuelta a España. Córdoba, la Sierra de Cazorla o Granada aguardan la llegada de hasta tres etapas para cerrar el primero de los tres bloques de competición. Después, la carrera se trasladará al norte para entrar por Galicia y seguir por Asturias. Ahí, parece que todo será un poco más agradable.