Se le está haciendo larga la vuelta a Ben O'Connor. Retiene el maillot rojo, pero da síntomas de flaqueza. Todo lo contrario que Roglic, imponente durante la última etapa en el Puerto de Ancares. El esloveno le dejó en el inicio de la subida y logró reducir la distancia con el líder de la general hasta los 1:21 minutos. Se anima la general.
"Estaba bastante fundido. Es triste, pero por lo menos sigo todavía de rojo, lo que es algo bueno. La verdad es que ya me había quedado cuando Roglic ha atacado, así que no lo he visto. Estaba tratando de gestionar mi esfuerzo, porque no tenía mucho más", admitió en meta el maillot rojo de la Vuelta.
La jornada de transición entre los puertos de Ancares y el Cuitu Negro, dos puntos considerados claves, por el largo pero muy tendido Puerto de Leitariegos antes de llegar a la meta de Villablino, en León.
Un recorrido de 200,5 km con salida en Vilafranca del Bierzo, un alto a mitad de recorrido tras 100 km siempre en subida, el Puerto de Cerredo (3ª; 7 km al 4,6 por ciento), y una bajada de 50 km antes de encarar la subida al puerto que marca el día. Leitariegos es un puerto de Primera por su longitud, 22,8 km, pero su dureza es escasa con una media en el desnivel del 4,6 por ciento y el punto más empinado a apenas el 7.
No obstante, supondrá un desgaste tras la batalla en Ancares el viernes y la que se avecina en el Cuitu Negro el domingo. Es decir, una día más para aventureros que para los primeros de la general, que no se han tomado este tipo de etapas demasiado en serio.
Prueba de ello la llegada del jueves a Manzaneda, otro puerto largo pero muy tendido, donde los primeros de a general, llegada una escapada por delante, ni se retaron. "¿Quién sabe qué vendrá los próximos días? En Granada me sentí bien, y hoy realmente no tenía nada. Mañana intentaré hacer todo lo que pueda para recuperar, seguir un día más en el liderato, y ver qué podemos hacer el domingo", aseguró O'Connor.