La caída en picado de Joseph Blatter, todavía presidente de la FIFA, podría no terminar con su abandono de la entidad que rige el fútbol mundial. Sospechoso desde hace lustros de corrupción masiva y nunca definitivamente comprobada, el organismo con sede en Zúrich nunca volverá a ser el mismo desde que agentes suizos (a petición del Departamento de Justicia estadounidense) arrestasen la madrugada del 27 de mayo a siete altos dirigentes para extraditarlos y juzgarlos por acusaciones de fraude, chantaje y lavado de dinero.

Blatter, de 79 años, fue imputado oficialmente este viernes por la fiscalía suiza de varios delitos: apropiación indebida, gestión desleal y abuso de confianza. Había convocado una rueda de prensa internacional tras la reunión de su Comité Ejecutivo, pero fue cancelada sin explicaciones cuando se conoció la acusación formal de la Justicia helvética.

Entre los presuntos delitos destaca un “pago desleal” de 1,8 millones de euros al ex futbolista francés Michel Platini, presidente de la UEFA y candidato favorito a la sucesión del suizo en las elecciones del próximo mes de febrero. Platini también fue requerido el viernes por las autoridades “para aportar información”, aunque insistió repetidamente en que no está acusado.

El presidente de la FIFA, cuyo despacho fue registrado por agentes, es la primera persona interrogada formalmente en este caso, cuyo origen está en las clamorosas sospechas de sobornos y blanqueo de dinero en las adjudicaciones de los Mundiales de Rusia 2018 y Qatar 2022.

La denuncia abarca también contratos televisivos de retransmisión gestionados en 2005 por el ex vicepresidente de la organización Jack Warner, de Trinidad y Tobago, que se habrían firmado a un precio inferior al de mercado. Warner será extraditado próximamente a Estados Unidos.

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“Existe la sospecha de que, en la implementación de este acuerdo, Joseph Blatter violó también sus responsabilidades fiduciarias y actuó en contra del interés de la FIFA”, afirma la fiscalía suiza. La entidad que rige el fútbol mundial, como es su costumbre, prometió cooperar con la investigación en marcha. Mientras tanto, los abogados de Blatter aseguran que no hubo ningún acto ilegal y que su cliente está dispuesto a colaborar.

El pasado día 17 la FIFA había anunciado la destitución de su secretario general, el francés Jérôme Valcke, al tener conocimiento “de ciertas alegaciones”, por lo que solicitó a su Comisión de Ética que inicie una investigación formal. Según esas denuncias, Valcke habría montado un esquema para vender entradas de los mundiales por encima del precio oficial.

Blatter afronta una pena de hasta 10 años en prisión. Siempre se había mantenido por encima del goteo de investigaciones que han afectado a dirigentes suyos en los últimos años, pero desde aquellas detenciones de mayo ha mostrado un aspecto frágil y aislado. Abucheado numerosas veces en los últimos años, ni siquiera pronunció un discurso en la ceremonia de clausura del Mundial 2014; se limitó a mostrar su sempiterna sonrisa en una multitudinaria rueda de prensa donde las preguntas sobre corrupción fueron sistemáticamente esquivadas con ayuda de su fiel director de Comunicación, Walter de Gregorio.

Tras innumerables llamadas a la presunción de inocencia y la limpieza del organismo, De Gregorio abandonó el barco hace unos meses ante la evidencia de que nada detendría el afán del FBI por “limpiar la corrupción rampante, sistemática y profundamente enraizada” de la FIFA, como afirmó entonces la fiscal general estadounidense, Loretta Lynch. Esta vez sí parece que le ha llegado la hora de rendir cuentas a 'Sepp' Blatter.