Vivir en un submarino amarillo puede resultar una aventura apasionante. Que se lo pregunten a cuatro chavales de Liverpool y, ya de paso, también a la plantilla del Villarreal. El equipo castellonense casi nunca ha bajado el periscopio durante su viaje por los mares de Primera División; siempre gustó más de otear y salir a la superficie que de navegar por las profundidades, aunque también haya tenido que hacerlo en alguna ocasión.
Este comienzo ilusionante es diferente, sin embargo: se ha convertido en el líder absoluto de La Liga (imbatibilidad incluida, cinco victorias y un empate) después de seis jornadas disputadas. De Ismael a capitán Nemo en seis jornadas cuando, una vez más, casi nadie esperaba ver en la cima al Nautilus de Marcelino García Toral.
El técnico asturiano es el principal culpable de que el equipo de una ciudad con sólo 52.000 habitantes vuelva a codearse con la élite del fútbol español. Llegó al club en enero de 2013, meses después del trágico descenso a Segunda. El sueño del ascenso no iba bien encaminado, ya que el Villarreal era séptimo y su cuaderno de bitácora apuntaba a la tierra de nadie. Sin embargo, el equipo cambió de rumbo y logró un segundo puesto que le devolvió a los mares de Primera, más agitados pero también más dulces. Aquellos que ya le habían dado una buena ración de momentos legendarios a la entidad en la década anterior: las Copas Intertoto de 2003 y 2004, las semifinales de UEFA y de Champions, el subcampeonato liguero de 2008...
En definitiva, Marcelino quería recuperar la competitividad de la época de Manuel Pellegrini, el entrenador por antonomasia del Villarreal en sus 92 años de historia. Ese carácter irreverente no sólo se forjó en el banquillo, sino en el terreno de juego de El Madrigal. Los Riquelme, Forlán, Reina, Capdevila, Senna, Cazorla, Godín o Cani inundaron de recuerdos imborrables al equipo y enriquecieron posteriormente el deporte rey cuando abandonaron tierras valencianas en calidad de estrellas.
Esas sensaciones pasadas volvieron a materializarse con una acertada política de fichajes y, sobre todo, con una cantera portentosa. Buena parte del núcleo duro del Villarreal se asienta en jugadores de la casa. Trigueros, Mario, Musacchio o Nahuel son algunos exponentes de esa revitalización nacida de las categorías inferiores del club. La llegada al equipo de otras jóvenes perlas también ha dado réditos muy satisfactorios: ahí están los casos de Vietto, Jonathan Dos Santos, Cheryshev o los recién llegados Bakambu, Areola y Denis Suárez. El mejor nexo de unión posible con pasado y presente se encuentra en Bruno Soriano, capitán y espejo en el que mirarse para todos los buscadores de sueños de la plantilla.
Tirando de juventud, de núcleo duro sólido y de varios delanteros con ganas de resarcirse como Soldado, Adrián y Baptistao, el Villarreal vuelve a prometer alegrías. Marcelino sabe cómo motivar a sus huestes de cara a los momentos importantes del año. El equipo se ha abonado al sexto puesto final en la clasificación las dos últimas temporadas, regresando así a las competiciones europeas.
Los castellonenses a ser uno de los conjuntos más respetados de la liga española dentro y fuera del país. Los números dan la razón al proyecto de Marcelino: es el tercer equipo más goleador de la competición y está entre los cinco que menos tantos reciben. Además, Areola completa el podio del Zamora junto a Adán y Kameni, mientras que Bakambu (tres goles) y Soldado (dos) no pierden el compás del Pichichi.
Quizá no lleguen títulos ni reconocimientos individuales a final de temporada, pero apasionarse con lo que uno hace es mucho más importante que un simple trofeo. Y en eso, el Villarreal es todo un campeón. A ver dónde ha visto usted a un submarino colándose entre los Ferraris más despampanantes que se pueda imaginar.