Hace tres años, cuando Mourinho llegó a Stamford Bridge, se le recibió como un auténtico héroe. El Mesías (sí, con mayúsculas) había vuelto a la tierra prometida, al lugar, decían, de donde nunca debió de marcharse. Eso, escrito en pasado, fue un cuento de hadas convertido en una auténtica pesadilla cuando de lo que se trata es de remitir al presente. En el último partido, ante el Southampton (1-3), esas odas anteriores se tornaron en pitos contra la incomprensión. ‘¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?’….
La respuesta, a estas alturas de la temporada, es tan abstracta que no encuentra un razonamiento lógico ni apoyándose en los datos. En total, el Chelsea, en la Premier League, suma cuatro derrotas: Southampton (1-3), Manchester City (3-0), Crystal Palace (1-2), Everton (3-1) y dos empates contra Swansea (2-2) y Newcastle (2-2). O lo que es lo mismo, los de Mourinho caen a decimosexta posición, sumando ocho puntos de veinticuatro posibles y a 10 del liderato.
La situación, incomprensible desde todas las perspectivas, está imposibilitada para ser explicada a los aficionados. El Chelsea gastó 82 millones este verano en fichajes. De nuevo, volvió a hacer un equipo para luchar por la Champions, la cuenta pendiente de Mourinho en sus dos etapas en el banquillo de Stamford Bridge. Pero, sobre todo, las derrotas están llegando ante equipos teóricamente inferiores, como la sufrida ante el Oporto (2-1) en la Copa de Europa. “Estoy en el peor momento de mi carrera”, confesó el técnico portugués tras el partido.
Ante esta situación, sólo hay dos explicaciones posibles: o el equipo no se ha terminado de acoplar todavía o los jugadores han abandonado a su entrenador definitivamente. La crisis, de nuevo, llega en el tercer año, como ocurrió en el Real Madrid. Y la causa parece la misma: falta de química con el vestuario. Según la prensa inglesa, los desencuentros con Terry, Eva Carneiro (fisioterapeuta del equipo a la que ha expulsado) y Hazard son constantes.
Unos datos demoledores que mantienen a un entrenador acostumbrado a las victorias en una situación tan delicada como comprometida. Y mientras, Manchester City y United, sus dos máximos rivales, luchan por el título de la Premier. Un título que salvo debacle no estará en condiciones de poder ni pelear esta temporada.