Rafa Benítez visitó con diplomacia dos cadenas de radio la noche del lunes y afirmó entre otras muchas cosas que “nadie” le va a “explicar lo que es el Madrid”, pero dejó la sensación de haber medido mal el alcance de sus palabras. Sacudido quizá por los adjetivos desagradables que debió leer y escuchar tras el empate en el Vicente Calderón (“amarrategui”, “miedoso”, “ultraconservador”…), sus reproches a Sergio Ramos por el error en el penalti cometido le han provocado el primer caso de insubordinación verbal en público.
El capitán merengue reconoció para empezar, como habían dicho ya Benzema o Casemiro, que el equipo se echó atrás y regaló campo y pelota en el derbi: “Se hicieron las cosas muy bien, pero acabamos con el equipo muy metido atrás. El Calderón es complicado y por las circunstancias del juego estás pensando que termine el partido y en lugar de ir a matarlo y adelantar la línea, inconscientemente vas retrasandola. Eso es lo que pasó. […] Terminamos con el equipo demasiado atrás”. Su entrenador había dado una versión diametralmente opuesta: “Nunca mando al equipo atrás. Jamás lo he hecho. No soy amarrategui”.
Pero lo peor vino después. Ramos, que llegaba a la convocatoria de la selección española convaleciente de su lesión de hombro y fue exonerado posteriormente por el médico de la misma, afirmó ante una nube de periodistas que “el Madrid es esto. Igual que se habla de mi error se hablará de los cambios del entrenador. Para lo bueno y para lo malo hay que estar preparado, y quien no lo esté que cambie de equipo o que cambie de profesión”.
El técnico había negado en la Cadena Ser y en la Cadena Cope haberse equivocado en las sustituciones realizadas contra el Atlético, incluida la de Benzema, y afirmó que lo único que le había molestado del partido fue precisamente el mencionado penalti a Tiago porque había pedido a Ramos que “no arriesgara en pases innecesarios”. El sevillano jugó infiltrado. La evolución de su lesión maquillaría eventuales reprimendas del técnico a un capitán poco discutido tras la marcha de Casillas.
Benítez cumplió en aparente armonía sus primeros 100 días como entrenador, pero con el inicio de la temporada oficial han llegado los líos. Se enredó con sus palabras sobre Cristiano Ronaldo, víctima del festín de egos que representa el vestuario blanco: si primero molestó a la estrella portuguesa por no calificarle como el mejor jugador que ha entrenado, después incomodó al resto de plantilla por manifestar que el Real Madrid son Cristiano (“el único indiscutible, el resto son buenos futbolistas”) y diez más en medio de las celebraciones apresuradas por el récord goleador histórico de CR7. “Cada uno tenemos nuestra opinión. En el fútbol no hay ningún futbolista imprescindible, aunque no quiero sacar titulares en contra de mi entrenador”. Benítez intentó el malabarismo de nuevo el lunes: “La BBC es insuperable y Cristiano incuestionable, pero no me temblaría el pulso para sentarle”. No parece haberlo logrado.
Al preparador madrileño, único técnico imbatido en la Liga junto con Eduardo Berizzo, no le preocupa que le llamen “rácano o miedoso...”. Le preocuparía, admitió el lunes, “que lo pensaran los jugadores”. La paz en el Real Madrid, que dejó escapar el liderato en el Calderón, ha durado exactamente siete jornadas.