No hay ningún jugador que sea el mejor en términos absolutos, como proclaman esos premios de cartón piedra vendidos como de oro. O si no, por poner los ejemplos más socorridos, que me expliquen cómo Messi o Cristiano, que tan buenos son, nunca han conseguido con su selección acercarse al nivel de juego que exhiben con su club.
Tampoco hay ningún jugador imprescindible. El Barcelona ha obtenido en esta Liga mayor porcentaje de puntos sin el argentino en juego. Ni siquiera Cristiano lo es. Uno de los mejores partidos de la era Ancelotti fue la final de Copa contra el Barça en la que no jugó. Por cierto, cuando Puyol colgó la camiseta azulgrana y la roja, el bajón de ambos conjuntos fue tan evidente que invitaba a preguntarte quién era realmente el mejor.
En el último Madrid-Barça, los blancos comenzaron con todas sus estrellas, lo que supuso un gran error para la mayoría de analistas, que coincidieron en señalar después del partido la incomprensible ausencia de Casemiro, el hombre que cubre el campo que los estilistas dejan al descubierto.
El Madrid demostró el año pasado tener el mejor equipo titular, pero el más frágil: en cuanto llegaron los contratiempos, se vino abajo con estrépito. En esta tarea de dar solidez al grupo, Benítez ha imaginado un equipo en el que Casemiro es el Busquets del Madrid. El tipo de jugadores que todavía resaltan más cuando no están.
Por cierto, que la gran mayoría de los analistas que pusieron el grito en el cielo tras el partido por la citada ausencia, daban por buena la alineación en las previas del partido. Lo que tiene olerse la tostada y hacer un barrido por las principales emisoras antes del comienzo.
El Madrid de baloncesto, por su parte, está sumido en una difícil situación, víctima de los calendarios. Más de medio equipo ha vivido un verano extenuante compitiendo con la selección. Los españoles y Maciulis han empalmado el Eurobasket con la Copa Intercontinental, la Supercopa, la Liga y la Euroliga. ¿Alguien da más? Se aprecia en todos ellos cierta falta de frescura agravada por los problemas físicos de Llull y de Rudy.
Además, a los nuevos fichajes les falta acoplamiento y al equipo rodaje. Lo habitual cuando se introducen cambios. Pero además hay otra cuestión: Slaughter, un jugador que apenas anotaba pero que proporcionaba una enorme elasticidad y solvencia defensiva.
El Madrid tuvo que desestimar su continuidad por el cambio de regulación relativa a los pasaportes y, de momento, no hay quien represente su papel. Sus recambios tienen otro perfil y el equipo no ha conseguido reestructurarse para compensar la labor del Casemiro del baloncesto.
Tarde o temprano, lo conseguirá. Para los desmemoriados, el equipo comenzó a carburar el curso pasado a partir de enero. El problema es que, quién lo iba a decir, este año el Madrid se va a jugar media temporada en el mes de diciembre.