Mantener la excelencia siempre es prácticamente imposible. El Barça, que no es ajeno a ello y tras la espectacular goleada en Copa, demostró que ellos también son humanos. Bajó a tierra y tuvo que tirar de oficio para vencer a un Levante aguerrido que plantó cara (0-2). El Barça no necesitó ni a la MSN, ni estar enchufado, ni desengrasar la máquina. Supo ganar con oficio, sin brillantez y amenazado por una victoria mínima.
Sufrió el Barça y lo hizo como en todas sus últimas salidas. Las goleadas que asustan en el Camp Nou no es capaz de exportarlas a sus partidos a domicilio. Si en Málaga necesitó una genialidad de Messi, ante el Levante le bastó con un esfuerzo extra de todo el equipo y los fallos del rival para sacar tres puntos de los que bien pueden acordarse a final de temporada.
Y eso que el inicio culé fue arrasador, buscando sentenciar desde el principio, con claras ocasiones de Iniesta y Suárez. Incluso marcó Messi en el minuto dos, pero el asistente de Pérez Montero vio fuera de juego donde no lo había.
Tanto asedio acabaría teniendo premio y lo haría en una jugada desafortunada para el Levante. En el acercamiento más tímido del Barça al área granota, Jordi Alba se internó en el área y desde su banda izquierda sacó un centro inofensivo que pegó en el trasero de David Navarro ante la sorpresa de Diego Mariño.
Con el viento a favor, el Barça se durmió y dejó jugar a un Levante que vio en la banda de Dani Alves su mejor arma para hacer daño. Hasta en tres ocasiones el equipo de Rubí asustó a Bravo, especialmente en las botas de Lerma, Deyverson y Morales. Este último se quedó a centímetros del empate, exactamente la distancia del palo con el resto de la portería.
La ausencia de la MSN, en el que seguramente haya sido el partido más flojo del tridente, dio alas a un Levante que se fue dando cuenta de que rascarle un punto al Barça no era misión imposible. Adelantó líneas, creyó en sí mismo y dominó toda una segunda parte hasta que Luis Enrique, que cumplía en el Ciutat 100 partidos al frente del banquillo del Barça, sacó a Busquets, su quitamiedos del centro del campo.
Unido también a la marcha de Alves, los culés empezaron a controlar más el partido, pero sin apenas fluidez en su juego, dando la sensación de guardarse el potencial que, por ejemplo, martirizó al Valencia en Copa. Pero la diferencia entre el líder y el colista era tal que al Barça le valía jugar al tran tran para llevarse el partido.
En el descuento, con el Levante ya descolocado y con el árbitro con el silbato en boca, una contra regaló otro gol más a Luis Suárez y, con ello, la tranquilidad a un Barça gris que en el Ciutat supo sufrir para volver a dar otro golpe a la Liga.
En el centenario de Luis Enrique, el técnico asturiano iguala a Guardiola con 28 partidos seguidos sin perder. Cierra el círculo en Valencia, donde, presumiblemente, cerrará su cuarta final en tres intentos el próximo miércoles en Mestalla.