La víspera de algunos partidos, en mitad de la noche, Bilardo se colaba en las habitaciones de sus defensas: los despertaba y para interrogarlos sobre a quién debían marcar al día siguiente. La obsesión era obligatoria. Pegaban fotos del delantero sobre el espejo del lavabo: así era el primer rostro que veían por la mañana. Las imágenes de la presa aparecían también en las paredes del cuarto. Y en la taquilla del vestuario que, como el muelle del emigrado, además de combustible emocional para el viaje (la jeta del rival, una frase de Coelho), guarda también los últimos fogonazos del mundo al que se espera regresar (una chica, un hijo, el mar a través de una ventana).
A Fernando Torres la semana pasada le propuso la última foto en el Calderón de Jackson Martínez, hasta entonces competencia por la delantera. La escena resulta inquietante. Nueve hombres miran a la cámara detrás de una mesa con documentos. Ocho de ellos sonríen. El único que no lo hace es el punta colombiano, que sostiene un bolígrafo (o una estilográfica) sobre los folios y nota sobre el hombro derecho la mano del tipo con la sonrisa más amplia, Jorge Mendes. La imagen parece atrapar el instante preciso en que Martínez llega al final del adagio de Amarillo Slim, la leyenda del póquer: "Escuchad, así es el juego: si no distingues al primo en la primera media hora de partida, es que el primo eres tú".
Con aquella firma se convertía en el quinto jugador mejor pagado del mundo y despegaba rumbo al Guangzhou Evergrande chino, que pagaba al Atlético siete millones más de lo que le había costado en verano. Como se aprecia en la imagen, todos están a punto de ganar en un banquete en el que al futbolista se le ha quedado cara de pavo de Acción de Gracias.
Fernando Torres también ha dado algunos tumbos infelices y millonarios (Chelsea, Milan) hasta volver a casa. Y ha sufrido otros desde que marcó su gol 99 con el Atleti hasta que pudo avanzar hasta el 100. Ha pasado una vuelta completa de Liga, desde el Eibar-Atlético en septiembre hasta el Atlético-Eibar del sábado. Más que un gol parecía un gamusino, que no ha cazado hasta que apareció la foto de Jackson Martínez con el hombre que lo ha llevado a China. Después de anotar el gol 100, Torres se fue a fotografiarse con Manolo Briñas, el hombre que lo llevó al Atleti cuando tenía 10 años. "Mi historia aquí no se entienden sin él", dijo. Le regaló la camiseta y se fue al vestuario a cambiarse en su taquilla.