Es el gol del año. A falta de diez minutos, con su equipo desesperado por la presión de verse luchando por el título y con los tres puntos en el aire. Alli recibe un balón que se aleja del área, cuando lo controla no tiene opción de tiro, lo eleva por encima de sí para golpear con su pierna buena y el balón hace un efecto endiablado. Pum. Gol. El protagonista, Dele Alli.
Más allá del ‘vine’ tan bonito que queda con su gol, se aprecia que Alli es diferente. Se necesita talento y confianza –y algo de locura- para intentar lo que muchos no pueden ni imaginar. Más convicción se necesita para pasar en sólo 365 días de ser goleado en casa del Gillingham en Tercera a llegar al Etihad como una amenaza.
El Tottenham tiene ahora un punto de giro para su temporada y su historia. Si gana al City, el objetivo de la cuarta plaza estará prácticamente en el bolsillo y se le pedirá ir a por el título. Viendo los problemas del Manchester City, en especial de sus medios, no podemos descartar que se agrande la figura de Dele Alli.
Talento sí, convicción más
La primera vez que Dele Alli se hizo visible a todos fue en la victoria del MK Dons (4-0) al Manchester United. Ese día los de Van Gaal salían con los menos habituales, entre ellos Nick Powell, una de esas promesas con más artículos sobre él que acciones de mérito en la Premier.
Ese día la actuación de Alli sepultó a Powell. Cada robo y cada choque ganado encendía más a Dele Alli y apagaba a su rival. Arriesgó ese día y ganó. No jugaba fácil y un loco no haría eso. Tampoco un cuerdo optaría a igualar su trayectoria.
Karl Robinson, el entrenador que le hizo debutar con 16 años en las filas del MK Dons, comentaba a la BBC que el primer balón que tocó Dele Alli como profesional fue para dar un pase de tacón y que una semana después marcaría su primer gol disparando desde 30 metros: “Sabíamos que tenía algo especial. Está destinado a ser un grande del fútbol inglés”.
Cuando los años siguientes le dieron la razón, firmó por el Tottenham. En tres meses se desembarazó del cartel de cedible cuando inició la pretemporada con los londinenses y, más tarde, salió del banquillo a la fuerza. Y no paró de escalar, del once inicial al combinado nacional.
Con la selección no perdió la confianza que le caracteriza. Contra Francia se jugó el tipo en un balón dividido de esos que marcan el terreno a los novatos y él demostró que no era uno más. En vez de intimidarse, Dele Alli se tiró con el alma a por esa pelota, ganó, combinó con Rooney y clavó el balón en la escuadra. Su primer gol con la absoluta siete meses después de jugar en Tercera División. ¿Es Dele Alli una estrella? No, pero nada de lo visto hasta ahora nos hace dudar de su potencial.
Cómo es Dele Alli
Un centrocampista con siete goles en su primer semestre en la Premier League es llamativo. Uno ve a Alli curtido en las divisiones inferiores con casi un 1,90 de altura y se espera un llegador, con buen remate de cabeza y peleón. Y la verdad es que todo eso es cierto.
Pero Dele es mucho más. Tras esa planta esconde mucha técnica y sacrificio. No podría encajar en este Tottenham si no fuera así, aunque su exceso de ímpetu le pueda acelerar tanto con el balón –no es de esos preocupados en el porcentaje de acierto en el pase- como con las provocaciones de los rivales.
Su nueva posición le está permitiendo mejorar conceptos en los metros finales porque ahora no llega, sino que está. Juego de espaldas, inteligencia para chocar y soltar el balón más rápido. Este joven es la mejor noticia que Harry Kane podía encontrarse. Por fin tiene a alguien que espere en el área cada vez que él sale y que genere espacios para desmarcarse. Esta sociedad está jugando bien y sacando puntos.
Dele Alli exhibe esa visión de juego que le hacía organizar al MK Dons en Tercera: tranquilo, con capacidad para romper filtrando pases verticales. Arriesga, no siempre gana, pero mejora semana a semana. No es el típico ‘box-to-box’ inglés, es mucho más completo que eso.
Tottenham Hotspur: un hábitat perfecto
No se le puede valorar sólo por los goles, pero aun así sale reforzado. Con 19 años lleva siete goles en Premier League, los mismos que nos da la suma de los que anotaron Lampard, Gerrard y Scholes en liga antes de llegar a los 20 años. Un dato que necesita de un contexto.
Todos estos halagos pueden suponer un riesgo. En Inglaterra todo se magnifica con los jugadores locales porque comienzan a escasear –menos de un tercio de los jugadores Premier son ingleses- y si son jóvenes todo se vuelve más peligroso con prematuras etiquetas de estrella.
La suerte para Dele Alli es que está en el Tottenham y su proyecto parece la apuesta más segura para el crecimiento de las jóvenes promesas. Cuentan con la plantilla más joven de la Premier y su once inicial es el único de la Premier que no llega a los 25 años de media (su rival, el Manchester City, es el segundo más veterano con 28,82 años).
Mauricio Pochettino se muestra muy claro al respecto: “No me importa el nombre ni la edad. No es algo que me asuste. Si un jugador se merece participar me da igual que tenga 17 o 20 años”. En el partido de la primera vuelta, el Tottenham ganó 4-1 al Manchester City con el segundo once más joven en la historia de la Premier: 24 años y 40 días de media (el récord sigue en manos del Sheffield Wednesday de 1992, con 23 años y 97 días).
“Lo más importante es que los jugadores jóvenes vean tu confianza en ellos”, defiende Pochettino. No es de extrañar que 10 de los últimos 18 debutantes de la selección inglesa hayan llegado siendo entrenados por el argentino.