A veces el deporte da motivos para enorgullecerse, otras, las menos, da argumentos suficientes para sentir vergüenza, asco, repugnancia o directamente odio hacia los personajes que pululan en torno a él. Ese es el caso de lo que ha sucedido hoy en la Plaza Mayor de Madrid, donde aficionados del PSV ha tratado a varias gitanas rumanas como si fuera animales, peor incluso, pues los animales eran ellos.
Es lugar común para los aficionados de los equipos visitantes, lugar fundamental del turismo madrileño. Allí se dan cita siempre, y los aficionados del PSV, que está noche juega contra el Atlético de Madrid la vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones, no iban a ser diferentes. Disfrutan del sol, la cerveza y el espectáculo. Deplorable, pero espectáculo para ellos, como recogió un alumno de la Escuela de Periodismo de El País, Pablo Vander, en un vídeo publicado en Twitter.
Mientras varias decenas comían y bebían en las terrazas de la plaza otros, pocos, se dedicaron a humillar a un grupo de gitanas rumanas que pedían entre los turistas. La cosa empezó con un par de monedas, luego siguió con billetes y terminó entre las ovaciones de estos cafres como si pases de fútbol se trataran.
Los elementos, porque no hay forma más elegante para calificarles, lanzaban dinero por el aire y esperaban a que las gitanas se pelearan por él una vez caía al suelo entre los gritos y las risas de sus compañeros de correrías. Nada serio, la mayor de las humillaciones posibles, tratar a otro ser humano como si no tuviera nada de esa humanidad de la que algunos hacen gala y es lo que más les falta.