Cuando el Real Madrid jugaba con once españoles
Pedro de Felipe, agente de Del Bosque, íntimo de Julio Iglesias, fue uno de los héroes de la ‘Sexta’, la última Copa de Europa del equipo ‘ye-yé’, con un equipo repleto de canteranos.
13 abril, 2016 02:00Noticias relacionadas
Un cáncer que le perseguía desde años se llevó en la madrugada del martes a Pedro de Felipe Cortés (Madrid, 1944), horas antes de que el equipo de su vida se jugase la identidad contra el Wolfsburgo con un equipo compuesto por nueve extranjeros. Será difícil que el Madrid de los ‘galáticos’ perviva en la memoria tanto como el Madrid ‘ye-yé’ de De Felipe, el jugador elegido por Miguel Muñoz en 1962 para sustituir al mítico Santamaría en la zaga blanca y conquistar su sexta Copa de Europa. La ‘Séptima’, como todo el mundo sabe, se haría de rogar durante 32 años.
Sólido central de larga carrera (1962-78), contundente y veloz, De Felipe fue un clásico ejemplo de hombre de club, que emigraría en sus últimos años como futbolista a un club amigo, el Espanyol de Barcelona, tras juntarse en su camino una lesión de menisco y unas supuestas desavenencias con Santiago Bernabéu. En cuanto terminó su carrera regresó a Madrid, su ciudad de origen, donde se convirtió en agente de futbolistas y representó, por ejemplo, a Vicente del Bosque.
Su íntimo amigo era Manolo Velázquez, fallecido hace tres meses. Junto a él ganó cinco ligas, una Copa de Europa y una Copa de España en un total de 170 partidos disputados. Un central “valiente”, como le definió el Real Madrid en un comunicado tras conocerse su muerte, al que cedió como juvenil al Rayo Vallecano para ‘foguearle’ y repescó en 1964 hasta convertirle en campeón de Europa.
La concepción del fútbol y del Real Madrid de De Felipe pertenecía, como es natural, al siglo XX. En una conversación con EL ESPAÑOL hace cuatro meses sostenía que los futbolistas blancos “son ejemplos para los niños y que la responsabilidad, especialmente importante en esta época por los medios de comunicación, no viene escrita en un libro: se tiene o no se tiene”. “Los tiempos han cambiado mucho”, continuaba el todavía agente de futbolistas (cuyo negocio herederá su hijo) en referencia a los escándalos que regularmente afectan a futbolistas merengues. “Antes las noticias tardaban cuatro días en ser conocidas. Hoy a veces no has hecho nada y en China ya saben que cometiste un delito. Los manuales de comportamiento hoy serían mucho más complicados: el único manual es la educación. Todo representa el escudo: tu educación, tu vestimenta, tu actitud...”
“La ilusión de los jóvenes”
El Bernabéu guardó el martes por la noche un minuto de silencio en memoria del ex futbolista, justo antes de un partido crucial cuyo resultado no se conocía al cierre de esta edición. Hace cincuenta años, el Madrid dominaba Europa con un equipo compuesto exclusivamente por españoles. “Nuestra fuerza estaba en la gran ilusión de unos chicos jóvenes”, afirmaba De Felipe al diario As en 2014. El madrileño tenía entonces sólo 21 años, pero sería una de las piezas fundamentales de aquella victoria en Bruselas frente al Partizán de Belgrado (2-1, remontando un gol inicial de Vasovic) en una alineación formada por Araquistáin, ‘Pachín’, De Felipe, Sanchís [padre], ‘Pirri’, Zoco, Serena, Amancio, Grosso, Velázquez y Gento.
El jugador recordaba de aquel año que no le daban demasiadas instrucciones, salvo que jugase sencillo, y que recibió la única multa que debió afrontar en su vida: se la puso Miguel Muñoz, su técnico, por pasar de medio campo en un partido. Aquella edición de 1966 el Madrid superó en semifinales al Inter de Milán de Helenio Herrera y Luis Suárez, considerado el equipo más fuerte de Europa. La remontada en la segunda parte de la gran final al poderosísimo Partizán de la ex Yugoslavia fue la última proeza de un equipo legendario, algunos de cuyos referentes siguen vivos.
Su mayor sinsabor en el fútbol fue su carrera como internacional, que se limitó a un único partido celebrado en Estambul (en 1972) durante el que se rompería el menisco. Siempre se dijo que aquella lesión maldita, junto a un roce con Santiago Bernabéu, provocó que el central emigrase a Barcelona en el verano de 1972, con su quinta Liga recientemente conquistada. De Felipe permanecería en el equipo catalán cinco años más, hasta su retirada. Un triunfo nacional que siempre llevaría a gala, durante sus años mozos, fue lograr con España el Campeonato del Mundo de fútbol de Selecciones Militares.
El Clásico de 1969
Hay una jugada polémica por la que De Felipe fue desafortunadamente recordado durante años. Ocurrió en la primera jornada de la campaña 69-70; la Liga comenzaba con un Clásico en Cahamartín. En una acción en el área blanca, De Felipe disputaba un balón con Bustillo, delantero azulgrana, que quedó tendido en el césped. La jugada siguió y el Real Madrid no echó la pelota fuera, esperando a que fuera el árbitro quien detuviese el juego. Finalmente Bustillo acabó con una ruptura completa de ligamento lateral interno de la rodilla izquierda.
El choque acabó en empate (3-3), pero no terminó ahí: las reclamaciones ante la ausencia de sanción al central blanco acabaron llegando a la Delegación Nacional de Deportes (presidida entonces por Juan Antonio Samaranch), que calificó de accidental la jugada tras ver 20 veces la repetición del NO-DO. El rumor del club barcelonés y algunos periodistas persiguió a De Felipe por el lance durante bastante tiempo, pero el propio jugador culé (que pasaría más de dos años en blanco) certificaría dos décadas más tarde la inocencia del madridista: “Quedé con los pies trabados y al no poder articular bien el movimiento salté por encima de De Felipe, pero caí en mala postura”.
Pedro de Felipe supo también moverse con gran agilidad en ámbitos diferentes al deporte, aunque su actividad fundamental fuese llevar jugadores. Su amistad con Julio Iglesias (que coincidió con él en el Madrid antes de su accidente de tráfico) convenció incluso al popular cantante para que se convirtiese en imagen de unas gafas y de una línea de artículos de deportes y zapatería (con presentación en París incluida) en 1985.
Era un hombre amable, también con la prensa; un representante de unos modales que también parecen pertenecer al siglo pasado en un deporte prácticamente cerrado al trato con periodistas. Sus sucesores en el Madrid, al cierre de esta edición, trataban de dar su primera alegría póstuma a uno de los héroes de la ‘Sexta’.