En unas semifinales históricas para el debutante Manchester City, el Real Madrid hizo valer este miércoles en el Bernabéu su experiencia de campeón y se clasificó sin sufrir demasiado (aunque sin ningún alarde) a la final de la Champions League: una hazaña personal de Zinedine Zidane cuatro meses después de aterrizar en un banquillo desconcertado.
El partido no fue mucho mejor que la ida, pese al lógico aumento de la tensión nerviosa. La lesión del capitán visitante, Kompany, en el minuto nueve fue la primera acción reseñable en una cita que comenzó con el mismo exceso de respeto que definió la ida. No había pasado prácticamente nada aún, pero el cambio obligado (entró Mangala) perturbó a los ingleses, que muy poco después recibieron el primer remate (cabezazo alto de Cristiano) tras una fluida jugada con centro de Carvajal, omnipresente en sus ayudas a Bale por la derecha.
Al ritmo de Touré
La presencia sorpresiva de Touré en el once inicial pronto evidenció su propósito: ahogar a Modric, estrangular el juego blanco. A Kroos le dejaban sacarla, pero al croata no. Al menos en un principio. Los ingleses presionaban arriba y el Madrid respondía con verticalidad, por las bandas, con Cristiano tocando arriba y descargando para apuntarse directo al remate por alto. Fútbol directo contra un rival timorato.
Con los minutos Modric empezó a carburar, cambiando constantemente de lugar para zafarse de los marcajes, y hacia el minuto 20 el Madrid dominaba, aunque no mordiese. Tanto entraba Carvajal por la derecha que una internada suya terminó en un gol muy afortunado de Bale, cuyo centro desde línea de fondo fue convertido por el tobillo de Fernando en un tiro bombeado que sorprendió a Hart. El Bernabéu se convirtió en una fiesta completa en el penúltimo partido de una campaña inextricable, pese a la baja calidad del duelo.
Presencia de Isco
Hasta Isco se soltó. El malagueño tuvo mucha actividad en la medular, desahogado por la mayor vigilancia sobre sus compañeros, y conectó bien con los delanteros durante algunas fases del juego. Cristiano lo intentó continuamente durante media hora, pero no estaba al 100% y terminaría cabizbajo la primera mitad. Jesé, por su parte, estaba extrañamente indolente en su rol de delantero centro.
En el otro extremo del campo, Agüero parecía dormido. Pero todo estaba en el aire: un gol clasificaba al City, y cada vez que Bruyne la tocaba en tres cuartos hacia Jesús Navas el estadio bajaba los decibelios. El encuentro era menos intenso aún que el de ida y ambos equipos dejaban jugar; en especial los visitantes, cuyo ademán denotaba su condición de debutante en semifinales de Champions.
Balón al poste
No hubo grandes ocasiones hasta casi el descanso, aunque el equipo del silbado Pellegrini creció en posesión, alimentado fundamentalmente por Touré. En el 43 Fernandinho culminó una jugada colectiva con un disparo a la parte exterior del poste. Su única jugada peligrosa, pero un aviso contra cualquier complacencia en un equipo que defendía bastante replegado.
Se esperaban tras la reanudación 45 minutos finales explosivos, con la probable entrada de Raheem Sterling. No hubo cambios, sin embargo, y el City volvió a jugar al ritmo trotón de Touré. La tensión crecía por el puro paso del tiempo y el Madrid seguía defendiendo atrás, concediendo posesiones largas, confiando en las salidas de sus laterales para enviar el balón definitivo a Ronaldo o aprovechar una carrera de Jesé.
Ambos equipos fueron intercambiando aproximaciones sin precisión como cromos y el partido dio la sensación de poder romperse al mínimo error. En uno de ellos, Modric se quedó solo frente a Hart, pensó que estaba en fuera de juego y no precisó un remate que era medio gol.
El City no perdía la paciencia y tocaba hasta la frontal del área blanca. El Madrid seguía llegando por banda hasta la cocina, sin mucho veneno pero sin descanso.
Cambios en ambos equipos
Zidane recurrió a Lucas (por Jesé) en el minuto para aumentar la presión. El City tocaba, pero Agüero era una isla. La entrada de Lucas y su asociación con Carvajal (Bale se mudó a la banda izquierda) reactivaron a su equipo y Ronaldo se benefició de balones al espacio que obligaban a intervenir a Hart, aunque no era el Cristiano del Wolfsburgo.
En el minuto 61 Sterling reemplazó a un cansado Touré. El manual de Pellegrini cambiaba y obligaba a fijar a los laterales blancos, en especial Carvajal, como peones en una partida de ajedrez. Un minuto después Bale remató un córner de cabeza al poste. No había dueño claro, pero el Madrid tenía más pólvora arriba. Modric seguía apareciendo por todas partes, en ataque y defensa. James entró poco después por un fatigado (y aplaudido) Isco: el segundo gol era imprescindible para evitar una tragedia fortuita en los minutos finales. Ninguna de las dos cosas ocurriría a la postre, aunque la incertidumbre protegió el espectáculo.
La ley del más fuerte
James entró con hambre de varios meses, algo nervioso. Pellegrini también quemó naves reemplazando a Navas por Iheanacho, mientras Agüero prolongaba su intrascendencia contra una zaga muy replegada. Retrasó su posición con la entrada del africano y comenzó a tocar balón en zona de creación. Modric se pegó a él. Cristiano estaba casi renqueante, Bale no explotaba su banda natural, James no participaba demasiado. El respeto se difuminaba y mandaba el instinto de supervivencia, la ley de la selva en un creciente desorden. Los jugadores ingleses se daban ánimos: no habían creado una ocasión en toda la segunda parte (y tampoco daba la impresión de ser tan difícil). Pero nunca lograban sobrepasar la última línea de cuatro hombres.
Agüero se colocó de mediocentro y Sterling probó a Carvajal por la banda, pero los rematadores nunca llegaban. El Manchester City añoraba a Silva: no había creado prácticamente peligro desde que el canario dejase la cancha a la media hora del partido de ida. Un golpe franco escorado desde la banda puso el alma merengue en vilo, aunque Keylor había tapado bien. El partido seguía vivo y equilibrado, algo insulso en el juego, caliente en las gradas ante cualquier dictamen arbitral desfavorable. Agüero rozó la escuadra desde lejos en el 88. Keylor tuvo que salir a achicar un minuto después y se hizo daño. Había menos fútbol en el campo que pasión en las tribunas. Aunque nada comparado con lo que se verá el 28 de este mes en Milán. Zidane ha obrado el milagro: el Madrid roza la Undécima ante un Atlético de leyenda.
FICHA TÉCNICA:
Real Madrid: Keylor Navas; Carvajal, Pepe, Sergio Ramos, Marcelo; Kroos, Modric (Kovacic), Isco (James); Bale, Cristiano Ronaldo y Jesé (Lucas).
Manchester City: Hart, Sagna, Kompany (C) (Mangala), Otamendi, Clichy, Fernando, Fernandinho, Yaya Toure (Sterling), Jesús Navas (Iheanacho), De Bruyne y Agüero.