Apenas tenía 26 años y toda una carrera por delante. Patrick Ekeng, mediocentro defensivo del Dinamo de Bucarest rumano, se desplomó en el círculo central durante un encuentro ante el Viitorul. Era el minuto 70 y apenas sumaba siete minutos sobre el césped tras saltar desde el banquillo. Un paro cardíaco le fulminó. Otra muerte que sumar a una lista ya demasiado larga en la que ya estaba el también camerunés Marc Vivien Foe.
Ekeng, nacido en Yaoundé (Camerún), era un viejo conocido del fútbol español, pues tras desarrollar su carrera en Francia -Le Mans y Rodez- y Suiza -Lausanna- militó en las filas del Córdoba en Primera División, donde disputó 15 partidos, 14 de ellos como suplente, e incluso marcó un tanto al Getafe en la séptima jornada.
Quizás el primer caso de muerte súbita relevante a nivel mundial en el fútbol fue precisamente el de Marc Vivien Foe. También camerunés y también fallecido en pleno encuentro. Su repentina muerte se produjo durante las semifinales de la Copa Confederaciones de 2003, cuando los leones indomables jugaban ante la selección de Colombia. Él fue el primero de una larguísima lista que, por ejemplo, en la Liga española llevó a tomar la decisión de disponer de desfibriladores en todos los estadios de Primera y Segunda División.
Una lista que incluye los nombres de futbolistas desconocidos como Sixto Rojas, Jairo Nazareno, Mohamed Abdelwahab o Marcio dos Santos, pero también nombres de gran relevancia, como fue el caso del español Antonio Puerta y el de Dani Jarque, a quien Andrés Iniesta recordó al marcar el gol que dio a España su primer campeonato del mundo en Sudáfrica.
La muerte de Puerta, en 2007, fue especialmente dolorosa, pues tras desvanecerse en un encuentro contra el Getafe fue capaz de salir del estadio por su propio pie para morir más tarde a consecuencia de varios fallos cardíacos consecutivos. Un fallecimiento que conmocionó al gremio casi tanto como el del húngaro Mikhlos Feher. El jugador del Benfica murió en pleno encuentro ante el Vitoria de Guimaraes y nada se pudo hacer por su vida entre las lágrimas de sus compañeros y de su entrenador, el español José Antonio Camacho.