Zidane alarga su leyenda con el Real Madrid
El francés, a pesar de fallar en la final, logra un título inverosímil 20 semanas después de llegar al banquillo de un equipo extraviado y sin experiencia como entrenador en equipos de Primera.
29 mayo, 2016 00:16Noticias relacionadas
Los entrenadores noveles están de moda en la Champions: esta era la tercera temporada consecutiva en la que un entrenador llegaba a la final de la Champions League en su primera temporada en la competición. Lo habían hecho Diego Simeone (que acarició el título) en 2014 y Luis Enrique en 2015. Ahora ha sido Zinedine Zidane, 14 años después de aquella volea que dio al Madrid la ‘Novena’ en Glasgow, quien ha disuelto las sospechas derivadas de su inexperiencia como entrenador de un equipo de Primera División. La leyenda de ‘Zizou’ alcanza otra dimensión: ahora también es el entrenador de la ‘Undécima’.
El francés cogió el 5 de enero un equipo desmotivado y desorientado, lastrado por lesiones musculares continuas y un deterioro físico que duraba ya casi un año. Tenía ante sí un calendario bastante benigno durante mes y medio, sin partidos entre semana, y el francés se dedicó fundamentalmente a dos cosas: dar cariño a unos futbolistas descontentos y recuperar la condición deportiva de una plantilla desgastada. Planificó una segunda ‘pretemporada’ e hizo trabajar a sus grandes estrellas. En paralelo, protegió sin descanso la autoestima de Cristiano o Bale y les hizo comprender, sin prisa y sin pausa, que el equipo no podía partirse por la mitad en cada partido. “Una cosa es jugar con balón y otra sin balón: ahí tenemos que correr todos juntos”, repetía en las ruedas de prensa.
Resistió el francés en una final en la que no estuvo acertado. No leyó bien el partido, echó al equipo atrás y se equivocó en los cambios. Pensando que aguantaría el 1-0, quitó a Kroos y Benzema, dando entrada a Isco y Lucas Vázquez, y el equipo llegó a la prórroga al límite. Agotado. Pecó de novato y hubo de aferrarse a los penaltis. El fallo de Juanfran le corona como campeón de Europa.
De Glasgow a Milán
La afición recibió la llegada de ‘Zizou’ como un regalo de Reyes y vivió unas semanas de euforia desmedida. Su vídeo de la volea en Glasgow en 2002 volvía a las redes sociales y su inexperiencia (tras dos temporadas irregulares con el Madrid B) era comparada con la bisoñez del Guardiola entrenador cuando llegó al banquillo del Camp Nou. En público Zidane se comportaba con una tranquilidad orientalista. Los jugadores estaban hechizados con el regreso de una leyenda que una década después de aquel cabezazo a Materazzi en la final del Mundial 2006 rezumaba ante todo paz y confianza. Es decir, capacidad de persuasión. No había problemas que no apaciguase con esa mezcla de autoridad futbolística incuestionable y sonrisa ‘zen’.
Zidane (Balón de Oro en 1998) es el séptimo futbolista que gana la Champions League (o Copa de Europa) como jugador y entrenador: antes le precedieron Miguel Muñoz, Giovanni Trapattoni, Johan Cruyff, Carlo Ancelotti, Frank Rijkaard y Pep Guardiola.
Sólo se le ha visto enfadado una vez en toda la temporada: en Las Palmas, tras una victoria liguera inmerecida (“así no vamos a ninguna parte”). Después continuó con su discurso, invariable frente a los tropiezos en Wolfsburgo o el campeonato doméstico: trabajo, esfuerzo, cariño, todos somos importantes, Cristiano es el mejor futbolista del mundo, etc. El cuerpo técnico confiaba discretamente en que el equipo llegaría regenerado físicamente al tramo decisivo de la temporada, pero tenía sólo un sueño al que aferrarse: Europa. La Liga era imposible. Ni por asomo esperaban el bajón colectivo del Barcelona.
La inflexión del Camp Nou
Zidane se colgó los primeros galones como técnico del primer equipo en el Camp Nou (2 de abril). Cuatro días después llegaba la vuelta contra el Wolfsburgo. El madridismo olvidó las críticas y arropó al equipo desde las calles de Chamartín. Cristiano se restableció como líder incontestable del equipo y el Bernabéu recordó el aroma de las remontadas. La temporada, para colmo, estaba salvada.
El ‘mes horribilis’ del Barcelona en abril terminó de configurar un escenario prodigioso, casi sobrenatural: el Madrid podía ganar dos títulos en una campaña lastimosa. El resultado del sorteo de semifinales de Champions, que eliminaba a Guardiola y a Simeone, pareció otra señal de buenaventura. Nunca fue un equipo fascinante contra el Manchester; ni siquiera jugó bien. Sencillamente sufrieron y aprovecharon su proverbial contundencia.
Habían vuelto a creer en ellos y a jugar de forma compacta, en un ejercicio de responsabilidad que sigue teniendo más de supervivencia y de compromiso emocional que de buen juego; de potencia que de lecciones balompédicas. De experiencia competitiva que de calidad. Con el balón se disfruta (siempre en 4-3-3) y sin él se corre. No pasa nada por replegar al equipo como en épocas ya lejanas. “Lo único importante es ganar”. Con el tiempo ya se pensará en dar espectáculo a los aficionados o adoptar un estilo influyente.
Veinte semenas después de que Zidane fuera presentado en el palco del Bernabéu, el club ha ganado la ‘Undécima’. La imagen preocupada de Rafa Benítez parece del álbum de cromos de otra temporada, aunque 'Zizou' haya hecho de Casemiro un puntal del equipo. El rey mago que llegó en enero ha obrado el milagro: se ha ganado el derecho de liderar el proyecto deportivo del Real Madrid durante los próximos años.