Había un runrun en el Bernabéu que llenaba de expectación la noche de celebración del Real Madrid por la Undécima Copa de Europa. "¿Habrá ganas de revancha? ¿Se acordarán de Piqué y muchos sectores del barcelonismo? "¿Dónde está el Periscope, Piqué?", gritaba un aficionado a la entrada del Bernabéu. El deseo de gran parte de la afición era que la fiesta se convirtiera en una reivindicación del madridismo y un mensaje al eterno rival.

De lo primero lo hubo, de lo segundo no. Salvo diez segundos en los que la afición cantó "Piqué cabrón, saluda al campeón", la fiesta se basó en celebrar un título que tiene más de reivindicación que de fútbol. Lo de este equipo ha sido una remontada moral digna de estudio. Y, tras aguantar mofas y muchas lágrimas por el 0-4 o el esperpento de Cádiz, había ganas de fiesta.

No se mencionó a Piqué directamente pero en el ambiente estaba su nombre. Y quien le trajo a colación, sin decir ninguna vez su nombre, fue un Álvaro Arbeloa en el que la afición había puesto su confianza para animar la fiesta. Y el canterano no defraudó. Enfundado con una camiseta de Cheryshev, en un homenaje al exjugador blanco que tanto sufrió por el fallo del Carranza, Arbeloa regaló el titular de la noche.

"No sé cuando ni con quien empezó todo, pero sois la polla", exclamó el madridista en un claro mensaje a Piqué. Tan claro como su respeto y sus formas. Arbeloa no necesitó insultar al catalán para elevar el fervor de los madridistas. De una forma muy sutil lo consiguió.

También tuvo ganas de reivindicarse Cristiano. El portugués hizo todo su show y cuando agarró el micro sacó toda la rabia reflejada en el cántico "Así, así, así gana el Madrid". No le faltó su habitual parafernalia que tanto odian los rivales pero que vuelve 'locos' a los madridistas.

Uno a uno fueron siendo presentados y uno a uno fueron hablando. Si hubiera que sacar el 'aplausómetro', los ganadores fueron Ronaldo, Ramos, Casemiro, Arbeloa o Keylor Navas. "Sois la aficion mas exigente del mundo porque somos el mejor equipo del mundo", aseguró el capitán Ramos, otra vez héroe del Madrid. "Es un orgullo pertenecer a este club", dijo un tímido Zidane.

El Real Madrid brindó una fiesta de quilates a su afición, con un mismo estilo que la de hace dos años tras ganar en Lisboa pero con mayor traca de festejos. Once grandes balones sobrevolaron el Bernabéu, uno por cada Copa de Europa. Fue la traca final a un día intenso, que arrancó en Cibeles.



A las 7 de la mañana con la Diosa



Los actos comenzaron por la mañana, sin que diera tiempo a dormir. Nada más aterrizar en Madrid, los jugadores se vieron obligados a acudir a Cibeles porque allí les esperaban 30.000 aficionados a los que ni paró la lluvia. Fue el inicio de una maratoniana jornada de festejos del Real Madrid por la capital de España.



Nada más llegar de Milán, los jugadores del Real Madrid se fueron del Aeropuerto de Barajas al Bernabéu. Allí cogieron un bus descapotado y directos a Cibeles. A pesar de una noche húmeda en la capital de España y que se complicó con una lluvia cada vez más incesante, el madridismo no dejó escapar la oportunidad para celebrar la Undécima. Hasta ocho horas aguantaron algunos, aquellos que se fueron directamente desde el Bernabéu, donde hubo pantallas para ver la final, hasta las Cibeles.



El festejo a esas horas de la madrugada fue rápido. Los jugadores dieron una vuelta a la plaza, se subieron a la estatua y Sergio Ramos hizo lo que ya es tradición en el Real Madrid: colocarle una bandera y una bufanda a las Cibeles.



Carmena cambió los ceniceros por gemelos



Por la tarde pasaron por el Ayuntamiento, donde Carmena no regaló esta vez ceniceros a los jugadores sino unos gemelos con el 'skyline' de Madrid. El detalle de Florentino fue una camiseta personalizada que la alcaldesa declinó ponerse. "Ponéis en el epicentro a esta ciudad. Sois fundamentales, decisivos y ¡los mejores!", exclamó Carmena. El presidente del Madrid se acordó en el Palacio de Cibeles de los madridistas asesinados por el terrorismo yihadista en Irak.



Más cómodo se vio a los blancos en la sede de la Comunidad de Madrid. Cristina Cifuentes no dudó en enfundarse la blanca y disfrutar como una madridista más en una Puerta del Sol aborratada, con las calles de Preciado o Montera imposibles de completar. Allí sí se guardó un minuto de silencio por las víctimas del cruel atentado en la peña madridista de Irak. Se acordó Cifuentes de Juanfran, la parte negativa de la final, pero soltó un ¡Hala Madrid! que levantó el fervor de la expedición blanca.



Y en el Bernabéu acabó la fiesta. La gran 'borrachera' de la Undécima, que ya forma parte de la leyenda del Madrid. Turno para el descanso, para la Eurocopa y para la planificación de la próxima temporada. Será con Zidane, pero sin alguno de los que este domingo celebraban. Por ahora, la afición se tendrá que acostumbrar a cambiar el cántico. Ya no fue campeón de Europa por décima vez. Ya es undécima.