En los tiempos en los que la Liga Española se llenó de los mejores jugadores del mundo, en los que un regate de Messi o un disparo de Cristiano eran la imagen del considerado mejor torneo del mundo, una estrella se 'coló' en el fútbol español sin pisar el césped.
En un caso único en un mundo en el que los futbolistas copan todos los titulares, un director deportivo consiguió el fervor del público y se convirtió en estrella futbolística sin tocar un balón, únicamente moviendo fichas desde los despachos. El protagonista es Ramón Rodríguez Verdejo, nombre que dirá poco a los amantes del fútbol. Si se dice Monchi ya hay otra reacción.
16 años de gestión impecable
Tras diez temporadas como jugador en el Sevilla, de 1990 a 2000, Monchi se convirtió en director deportivo nada más retirarse. Estaba entonces el club hispalense en Segunda División y su presidente era Roberto Alés García, que meses antes había sustituido a Rafael Carrión Moreno. Subió a Primera al año siguiente y, desde ese momento, comenzó a construir al Sevilla más exitoso de la historia.
16 años dan para mucho. Tanto que ha visto pasar a tres presidentes (Roberto Alés, José María del Nido y Pepe Castro) y ocho entrenadores (Joaquín Caparrós, Juande Ramos, Manolo Jiménez, Antonio Álvarez, Goyo Manzano, Marcelino García Toral, Michel y Unai Emery). Con todos ellos coincidió un Monchi que vivió con plenos poderes.
El gaditano se convirtió en el ídolo más duradero de la afición sevillista, principalmente porque en él se sustentó el crecimiento del Sevilla. No había estrellas mediáticas, pero había un cerebro pensante que veía talento donde casi no existía. Descubrió a los que después acabaron estando entre los mejores jugadores del mundo, fichándolos por precios ridículos y vendiéndolos por millonadas. Eso hizo que, además del aspecto deportivo, también consiguiera con sus decisiones cuadrar y sanear las cuentas del club.
300 millones en ventas y nueve títulos
De la cantera descubrió a jugadores como Sergio Ramos, Jesús Navas, José Antonio Reyes o Alberto Moreno. Por estos cuatro canteranos, el Sevilla sacó 95 millones de euros: por Ramos el Madrid pagó 27 millones, por Navas sacó 20 del City, por Reyes el Arsenal 30 y por Alberto Moreno 18 del Liverpool.
Además, pegó otros 'pelotazos' como el de Baptista, por el que pagó tres millones al Sao Paulo y lo vendió al Madrid por 20. Misma cantidad pagó por Aleix Vidal, vendiéndolo después por 18 millones al Barcelona, mismo equipo al que se fue Rakitic, a quien trajo por 2,5 millones del Schalke y lo vendió también por 18 y con el condicionante de que sólo le quedaba un año de contrato. También se lució con Carlos Bacca: pagó siete millones al Brujas belga y lo vendió al Milán por 30.
Aunque de la larga lista, sin duda el que más destaca, la joya de la corona de su gestión, es Dani Alves. Al lateral brasileño le fichó del Bahia brasileño por 850.000 euros y lo vendió seis años después por 35 millones. Y no sólo está el aspecto económico, sino que todos estos jugadores también brillaron en el campo y brindaron al Sevilla la mejor década de su historia. Otros casos destacables son Kondogbia, Keita, Luis Fabiano, Kanouté, Renato o Adriano. La lista es interminable.
Su anuncio de adiós coincide con el final de la década prodigiosa del Sevilla, una de las más exitosas de la historia del fútbol español. Su gestión llevó a conseguir cinco Europa League/Copa de la UEFA y en dos etapas diferentes, lo que más mérito lleva (2006 y 2007 por un lado, y 2014, 2015 y 2016 por otro), dos Copa del Rey (2007 y 2010, siendo subcampeón en 2016), una Supercopa de Europa (2006, perdiendo otras tres) y una Supercopa de España.
¿Funcionará en otro equipo?
Su despedida es enigmática. Nadie sabe dónde se irá, si es que se va a algún sitio, y ha sido de golpe. Aunque se llevaba rumoreando mucho siempre con su continuidad, esta noticia ha pillado desprevenido al sevillismo. Ya titubeó con su adiós en 2006, justo antes de que comenzara la época dorada. El golpe sólo viene una semana después de la traca de dos finales del Sevilla y menos de un año en el que renovó con el club hasta 2020. "No puedo ser directivo deportivo de otro equipo que no sea el Sevilla", comentaba entonces. "El día que deje de ser director deportivo del Sevilla FC tendré que ser aficionado del Sevilla FC, con mi bufanda en mano, en la grada", añadió.
En pocos equipos se ve que el coreado sea el director deportivo, como también en pocos se ve una clara influencia de las decisiones de este puesto en el equipo. La ovación que se llevó en el Calderón en la final de Copa, antes del partido, no la recibieron ni algunos de los mejores jugadores de la historia del Sevilla. Pudo ser la última. Monchi no acertó en todo, algún fichaje le salió rana, pero los aciertos, los mayoritarios, fueron claves para el éxito del club andaluz.
La duda ahora es a dónde se irá. Sonó el Manchester United ya de Mourinho, también el Inter de Milán, donde se sitúa a Unai Emery. Incluso el Real Madrid ha sido otro de los destinos que han sonado para Monchi. Años atrás fue el Barcelona.
Si definitivamente se va a otro club, la pregunta es si podrá exportar su éxito a otro equipo. Capacidad y olfato ha demostrado tener, pero cabe la duda de si eso vale en otro equipo. Por ejemplo, es difícil pensar que en grandes clubes de Europa, como los que han sonado como sus destinos, tengan la paciencia del Sevilla, elaboren un proyecto a largo plazo y, sobre todo, se atrevan a fichar a jugadores desconocidos que cuestan poco dinero.
¿Se puede imaginar al Real Madrid o Manchester United fichando jugadores semidesconocidos por menos de un millón de euros? Estos clubes compran normalmente grandes estrellas, ya sean de presente y/o futuro, pero que ya se han hecho un nombre. Los Dani Alves, Kanouté o Rakitic acabaron siendo estrellas, pero cuando llegaron al Sevilla eran jugadores desconocidos que se dieron a conocer allí.
Lo que ya se sabe es que, salvo que dé marcha atrás (como ya hizo en 2006) o el Sevilla apele al sentimiento para atraparle, el artífice de los éxitos del Sevilla se irá de la capital andaluza. Los de Nervión pierden a su hijo más predilecto, al que no le hizo falta tocar un balón ni meter un gol para levantar la pasión de sus seguidores.