Seattle, la capital alternativa del planeta fútbol
Mientras el ‘soccer’ sigue siendo un deporte secundario en Estados Unidos, la ciudad de Seattle rompe los esquemas. Los 45.000 fieles le sitúan como uno de los puntos de referencia del fútbol mundial.
18 junio, 2016 00:49Noticias relacionadas
Estados Unidos alcanzó este viernes las semifinales de la Copa América en Seattle. Aunque no fue justo, jugaban con 12, a los de Klinsmann les rodeaban 47.000 aficionados locos por el soccer. Hemos podido comprobar en este torneo como selecciones como Colombia, México o Costa Rica jugaban prácticamente en casa en suelo estadounidense, todo lleno de banderas del ‘rival’ y cánticos que silenciaban a los locales.
Por eso Seattle cobra especial relevancia, la ciudad es el modelo a seguir: allí se anima a Estados Unidos y hay una cultura por el soccer que les convierte en el corazón de este deporte en el país, algo más que sorprendente para una región sin influencia latina. De hecho, los casi 45.000 espectadores que promedia Seattle Sounders en cada partido en casa marcan la pauta de cómo el ‘soccer’ está comiendo el terreno al béisbol. En Seattle ya les han superado holgadamente.
El héroe americano anoche fue precisamente Clint Dempsey, el capitán del equipo local. El propio jugador reconocía que su primera toma de contacto con los aficionados fue irreal: “Estuve en Seattle un par de meses antes de fichar por el equipo y, sinceramente, cuando vi a la afición y toda la cultura y seguimiento que tiene el ‘soccer’ pensé que estaba en otro país”. Apenas unos meses después de eso, Clint Dempsey era presentado por los Seattle Sounders ante más de 66.000 aficionados.
El punto atípico es que Seattle apoya más a su equipo que a la selección. El partido contra Ecuador apenas estuvo por encima de la media anual. Una tendencia contraria al resto de ciudades, donde la selección juega en campos de fútbol americano para alcanzar cifras elevadas mientras que el resto de semanas los equipos locales atraen 20.000 espectadores.
La afición de Seattle Sounders sería la tercera mayor asistencia en la liga española, la quinta en la Premier League y la segunda de la Serie A italiana. ¿Qué le pasa a Seattle con el soccer? ¿Por qué?
Cuando el soccer salvó al fútbol americano
¿Por qué Seattle quiere al soccer siendo un deporte secundario en el país? Porque salvaron al equipo de fútbol americano. En 1996 la franquicia de fútbol americano Seattle Seahawks se adentraba en su final, un ambiente desilusionante y unos ingresos que menguaban constantemente. Cuando esto pasa la solución en el sistema deportivo americano es sencilla, mover al equipo de ciudad buscando un nuevo nicho de mercado: los Seattle Seahawks estaban empaquetando las maletas para mudarse a Los Ángeles. Entonces Paul Allen, cofundador de Microsoft, empresa afincada en la ciudad, hizo una propuesta: estaba dispuesto a salvar la franquicia pero necesitaba que el ayuntamiento pagara un nuevo estadio (unos 300 millones de dólares).
Esto no fue bien recibido por el equipo de béisbol local, Seattle Mariners, que también estaba a expensas de un nuevo feudo. La decisión la tomarían las urnas en una votación que dividía la ciudad entre su equipo de béisbol y lo que quedaba de la franquicia de NFL. Entonces el abogado Fred Mendoza vio la solución, se reunió con los dirigentes de la franquicia de fútbol americano y les ofreció un atípico flotador: que el estadio fuera también de ‘soccer’ para conseguir el apoyo de más base social. Gary Wright, quien fuera vicepresidente de los Seattle Seahawks en esa época, reconoció el acierto: “El núcleo social del soccer es muy distinto al del fútbol americano, es decir, de cara a la votación por el estadio eran nuevos apoyos”.
Los cálculos de Fred Mendoza cifraban en 300.000 personas la masa social del soccer en Seattle. El equipo local estaba en torno a los 15.000 espectadores, nada extraordinario, pero la cantidad de gente que lo practicaba le hacía ser optimista de cara a la votación. El plan era sencillo, si salía, Seahawks y Sounders jugarían en el mismo estadio, el Century Link Field, los de fútbol americano tendrían el aforo de 69.000 espectadores y para el soccer sólo 20.000 localidades (las primeras previsiones hablaban de 16.000 espectadores).
Fred Mendoza tuvo razón, el ‘soccer’ decantó una votación igualada: 51% votó a favor del estadio, únicamente 36.780 votos de ventaja en un total de más de millón y medio de participantes. El soccer desniveló la balanza. Ya sólo faltaba que la MLS, liga profesional de soccer, cumpliera su palabra e incluyera a los Sounders en la competición.
Por qué tanta afición
Nadie podía explicarse por qué la MLS marginaba a Seattle después de haber dicho en 1997, en boca de su líder, que si se construía el estadio la liga llegaría a la ciudad, “tened eso por seguro”. Pero no fue hasta 2006 cuando la propuesta que dirigía Adrian Hanauer, natural de la ciudad, fue aceptada y pudo concretar una fecha para el debut de Seattle Sounders en la máxima categoría del balompié norteamericano: 2009.
Justo un año antes del debut, la ciudad se despedía de su equipo de baloncesto, los Seattle Supersonics mutaban en los Oklahoma City Thunder. Hubo intentos por salvar la franquicia pero sin la unión que resucitó a su equipo de fútbol americano. Lo cual dejaba un contexto ideal para el fútbol que ya no tendría la competencia de la NBA en la ciudad.
Esto disparó las previsiones de aficionados de 16.000 a 20.000 por partido, lo que le situaría en la media de las ciudades estadounidenses en la MLS. Pero pasó lo que Fred Mendoza, la MLS y la base social del soccer llevaban décadas esperando. La cifra esperada quedó ridículamente superada: 43.000 espectadores. Este milagro en una ciudad sin una influencia latina que facilite la aceptación del soccer demuestra que competir con el fútbol americano sería contraproducente, mientras que encontrar la manera de coordinarse da sus frutos.
Las claves del porqué de Seattle y el noroeste norteamericano
La historia del soccer en Seattle tiene una estrecha relación con el fútbol americano, fueron indispensables para salvar a la franquicia que recientemente conquistó la Superbowl de 2013, por eso la MLS se ha acostumbrado a 45.000 espectadores todas las semanas. Además estrechó lazos con Microsoft y la franquicia de NFL, dos de los pilares de la ciudad. Y, por supuesto, llenaba un vacío en los enamorados del deporte que dijeron adiós a su franquicia de baloncesto.
Un cúmulo de circunstancias que reforzó al equipo de ‘soccer’ y que dejó en una delicada situación a los Seattle Mariners de béisbol que no apoyaron la construcción del nuevo estadio. Sin duda, Seattle ha indicado el camino: el ‘soccer’ debe robar aficionados del béisbol. Actualmente el balompié ya es más popular que el béisbol para los estadounidenses entre 12 y 24 años. Algo que va a más ya que el ‘soccer’ es el deporte con la base social más joven de Estados Unidos, el 52% de aficionados están entre los 18 y los 34 años.
El periodista J.B. Wogan reconocía a la web Grantland que Seattle y esa zona de Norteamérica es distinta: “En Estados Unidos el soccer se ve como algo alternativo pero para ciudades como Seattle o Portland con un fuerte carácter más europeo sus gustos son diferentes y alternativos respecto al resto de Norteamérica”. Esa predilección por las políticas y aficiones más europeizadas hacen de Seattle el corazón del soccer. Pero éste no bombearía sin una rivalidad. A la liga norteamericana le faltaba pasión y ciertas dosis de confrontación, que son las que enganchan a los aficionados y arraigan a los equipos en sus ciudades. El alternativo noroeste confronta a Seattle, Portland y Vancouver en lo que se conoce como la rivalidad Cascadia, o lo que es lo mismo, tres ciudades que sacan pecho de su ciudad y su equipo local y demuestran que el deporte rey está encontrando el cómo y el dónde en Norteamérica.
Evidentemente el caso de Seattle es atípico. Una historia decisiva en la franquicia de NFL que le aseguró mucho protagonismo y debilitó la influencia del equipo de béisbol local, el adiós del conjunto de baloncesto de la ciudad y unos rivales que han hecho aumentar la pasión. Seattle no tiene nada que envidiar a las grandes ciudades del fútbol europeas.