Así se amañan partidos de Tercera para engañar a las casas de apuestas chinas
INVESTIGACIÓN.- Apostadores, futbolistas y directivos explican cómo manipulan encuentros para ganar dinero ilegalmente en apuestas online / Los jugadores cobran de 500 a 1.000€ por partido amañado / Redes mafiosas pactan no sólo el resultado sino el número de córners o de tarjetas / "No hay vestuario en el que no se hable todo el rato de apuestas".
20 noviembre, 2016 21:5617 de mayo de 2015, cinco y media de la tarde, estadio municipal de Son Ferriol (Palma de Mallorca). Ferriolense y Alaró se juegan evitar el descenso en el Grupo XI de la Tercera División. Apenas pasan del medio campo: pases horizontales sin riesgo ni ambición. El duelo termina 0-0. Al día siguiente, el medio local Fútbol Balear comentará escuetamente que el partido tuvo “muy pocas ocasiones para ambos”.
Con las ganancias de aquel encuentro, el administrativo T. M. se llevó a toda su familia a Disneyland. “También me quité algún mes de hipoteca”, recuerda un año y medio después. T. M. había recibido un soplo de otro amigo apostador: el marcador no se iba a mover en Son Ferriol. Ni siquiera tuvo que pagar por esa información. “La cosa estaba despegando y en aquella época los apostadores profesionales compartíamos más info que ahora”, reconoce un hombre que de puertas hacia fuera, en el colegio de los niños (y por petición de su mujer), trabaja “en una empresa de servicios”.
Lo normal, sin embargo, es que los amaños se vendan. Desde aquel mes de mayo le llegan ofertas todas las semanas. En España se trucan partidos todos los fines de semana y en varios deportes, más de los que cabe imaginar, aunque este reportaje se ceñirá exclusivamente al fútbol. Todas las jornadas se arreglan partidos para ganar dinero ilegalmente con apuestas online. Suelen ser de Tercera División o Segunda B, donde hay menos control y más necesidad de dinero, pero la decena de apostadores profesionales consultados por EL ESPAÑOL afirman tajantemente que también ocurre en Primera: “Clubes en descenso o en apuros económicos… Lo que pasa es que es muy difícil de probar”, dice el madrileño B. F. -todos menos uno han exigido el anonimato para hablar con este periódico-.
Las ofertas de amaños suelen llegar por Whatsapp o Telegram. Las casas de apuestas asiáticas (fundamentalmente chinas) son el eje imprescindible para unir a los protagonistas del trucaje: mafias de intermediarios, equipos y apostadores. Partidos que en España no merecen apenas atención mueven millones de euros a 9.000 kilómetros de distancia: el lado menos visible de la progresiva invasión del fútbol español por el gigante oriental y una metáfora perfecta de la pérdida del control de las autoridades locales sobre el mismo.
“Esta temporada hay muchísimo movimiento”, relata a este periódico un futbolista de la cornisa cantábrica que ha jugado en Tercera y 2ªB. “Yo no soy apostador, tengo trabajo y me va bien, pero en mi propio vestuario hay cinco o seis jugadores que apuestan hasta por nuestro equipo. Se está rumoreando, ya que a final de temporada, si nuestros objetivos están cumplidos, que podamos meter dinero en apuestas y perder uno o dos partidos. Total, ya no nos jugaríamos nada. Tenemos un dinerito y estamos pensando en apostar todo en mayo... A final de temporada. Cuando juegas contra equipos necesitados, da menos el cante”.
UNA REVOLUCIÓN
Siempre bajo condición de anonimato, el mundo del fútbol semiprofesional va corroborando un paisaje espeluznante del que las aficiones saben muy poco. “Es una revolución”, dice tajantemente otro jugador castellano-leonés. “Donde se mueve la pasta es en Tercera, aunque pasa también en Segunda. El año pasado vino gente de Segunda División a decirnos: ‘Meted pasta contra el Elche, que ganamos sí o sí’. Los jugadores hablan entre sí todo el tiempo, hay menos control. Hay apostadores profesionales en las plantillas, futbolistas que viven de ello. Últimamente no hay otra conversación en el vestuario. Todos los días es lo mismo: ‘Le metí tanto a esto, me falló este equipo’. Ves a compañeros entrenando que alegan ir a mear y en realidad se van a consultar las apuestas en el móvil. No hay vestuario en que no se hable todo el rato de apuestas”.
El presidente de un club de Segunda B de la cuenca mediterránea confiesa lo siguiente: “El año pasado, la anterior directiva se presentó con dos maletines en el vestuario y les dijo: hay que hacer 17 córners en la primera parte, ¿queda claro? [...] Imagínate cómo será en equipos en los que los futbolistas cobran sólo cuando ganan, y cuando ganan, cobran diez euros. Un día en el bar se le acerca uno y le empieza a hablar… Y cuando picas estás dentro, ya no te puedes salir”.
El año pasado, la anterior directiva se presentó con dos maletines en el vestuario
A los jugadores de Tercera se les paga generalmente entre 500 y 1.000 euros por partido amañado. En Tercera División tienen sueldo pocos equipos; el resto funciona con primas. “Todos los clubes de 2ªB para abajo son deficitarios”, afirma el vicepresidente de otro club de la mitad norte de España. “A partir de la Segunda División se te abre el cielo (ingresos por TV, etc.). Todo esto que está pasando se nutre de la miseria. En el fútbol hay una cantidad de golfos por metro cuadrado impresionante. Se sabe el 1% de lo que ocurre... Si vieras la realidad te daría un pasmo”.
Miseria y amaños
La pobreza material (además de determinadas decisiones de las casas de apuestas y la falta de control oficial) está en la raíz de este pandemonio de mentiras y dinero, en el que hasta los árbitros y futbolistas apuestan a partidos en los que participan. “Yo entiendo que haya amaños”, afirma P.S., otro apostador profesional (residente en Cataluña): “Con un partido algunos ganan más que en un año. Hay futbolistas que hasta tienen que poner dinero para jugar; ponte en su piel y dime que no entiendes la tentación”. Otro apostador que vive de ello, C.R., señala que “hay clubes a los que sencillamente no les conviene ascender a Segunda B, o incluso a Segunda, porque jamás tendrían posibilidades de mantenerse en la categoría. En esos es más fácil encontrar buena disponibilidad, con un partido vendido arreglan el año”.
La costumbre de los maletines, que ha teñido tradicionalmente el final de las temporadas futbolísticas en España, multiplica sus posibilidades con la aparición de las apuestas por internet, una forma inmediata y relativamente sencilla (en algunos deportes y categorías) de encontrar financiación y de sacar tajadas asombrosas a partidos de poco nivel y sin cobertura mediática. Los diferentes estamentos de los clubes suelen estar informados: “Como te puedes imaginar, al entrenador nunca se le va a escapar que algo raro está pasando… Puede que a ti o a mí sí, pero a él no. Cuando hay amaño es porque hay connivencia”, señala un dirigente deportivo castellano-manchego.
Si un equipo o una mafia se acercan a otro equipo para persuadirles de que se dejen ganar y les ofrecen, por ejemplo, 50.000 euros, el mecanismo para asegurar ese dinero y llevarse además otra cantidad similar equivalente es claro: basta con pactar de antemano el resultado del partido o algunos de los múltiples criterios a los que se puede apostar dinero. Después se venden los amaños a otras personas y se facilita que apostadores puedan jugar en las casas asiáticas con direcciones IP falsas en sus ordenadores. Todo el mundo gana (menos la casa de apuesta).
La abundancia de datos o criterios a los que apostar (resultado, número de goles, córners, tarjetas y muchos otros) dificulta notablemente el rastreo de esta forma de corrupción deportiva. El año pasado se pusieron de moda los córners, como ya se ha mencionado. “Decían a la gente que iba a haber más de 15 córners en el primer tiempo, apostaban y se llevaban la pasta. Así de fácil. Había partidos con 25 ó 27 saques de esquina en los primeros 45 minutos”, comenta el gerundense Toni Imbernon, dueño de Bettradingaff, una red publicitaria de afiliación especializada en apuestas. Ante el aluvión, algunas casas retiraron el capítulo de córners de su oferta a principios de esta temporada.
Decían a la gente que iba a haber más de 15 córners en el primer tiempo, apostaban y se llevaban la pasta
“A veces te lo venden como análisis y a veces ‘se rumorea que’”, explica B. F. “Te llega un mensaje del tipo ‘sé de un partido donde habrá muchos goles’”, relata a su vez otro madrileño, J. B, que dejó un puesto en el mundo de la ciencia por las apuestas. “Una vez que haces la transferencia te dicen qué partido es y a qué apostar”. “El auténtico problema es que se juega a todo”, recalca un directivo de Segunda B: “Si no son córners, son faltas o amarillas o alguna de las mil cosas que pueden ocurrir en un terreno de juego”. Las casas de apuestas podrían reducir la cantidad de conceptos apostables. Sencillamente no quieren perder negocio, como se verá después (todas mostraron resistencia a atender las peticiones de información cursadas por este periódico).
El amaño inverso
Hay una modalidad menos conocida de amaño que empieza a plantear dificultades a los propios apostadores: el amaño inverso. Las redes de mafias y ‘tipsters’ (especialistas que ofrecen información y consejos sobre apuestas deportivas de un determinado evento), como se ha dicho, tratan de ganarse la confianza de los apostadores con palabras amables y promesas de mucho dinero, generalmente a través de servicios de mensajería instantánea. “A mí, la verdad, es que me llegan amaños continuamente”, admite en una cafetería madrileña B.L., que pasó de ganador a perdedor en poco tiempo. “La primera vez acerté, pero fue una desgracia para mí. A la siguiente fui víctima de la estafa: deslizaron en foros y por Twitter el rumor de que se estaba amañando un partido en favor del equipo B, generando la sensación de que era verdad. La gente empezó a meter dinero a favor del equipo B, con lo que la cuota bajaba. Entonces la casa de apuestas, para compensar riesgos, subió la cuota del equipo A y ellos, justo antes del inicio del partido, metieron mucho dinero en la victoria del A. Lo habían orquestado todo para quedarse con el pastel”.
“Es decir, que no solamente se amaña”, continúa este madrileño: “También se induce al error. Los amañadores tienen su red, con deportistas, ‘tipsters’, prescriptores y apostadores. Tejen su telaraña. Se paga por la ‘info’: haces la transferencia y te dicen qué partido. El primero para ganar su confianza. Luego te descuidas y te dan la hostia”.
Sin control ni supervisión
Quizá lo más difícil de entender de este embrollo es el bajísimo número de denuncias interpuestas por amaños en España (aunque hay varios casos en juzgados a la espera de sentencia) y la falta de control de los órganos que rigen el fútbol español (en el caso de 2ªB y Tercera, la Real Federación Española de Fútbol, que amablemente rechazó participar en este reportaje -como hizo también, por cierto, la Dirección General de Ordenación del Juego-). Ahora mismo hay abierta en Extremadura una investigación sobre posibles amaños, pero como dice un presidente de un club de esa región: “Poca cosa, a alguno le tienen que investigar. No te engañes. Los primeros que miran para otro lado son los de la Federación. Pero es que hay algunos goles grabados en vídeo que son de risa”.
A pesar de que cada vez se presta -en teoría- más atención a los arreglos de partidos, la sensación generalizada es que los amañadores campan a sus anchas, al menos en categorías ‘menores’, resguardados por la opacidad y falta de colaboración de las casas de apuestas asiáticas, favorecidos por la carestía de muchos clubes. No existen servicios de inteligencia oficiales, ni canales de denuncias específicos ni un plan de control que disuada a los estafadores, aunque en los últimos meses “hay cada vez más ojos mirando esto y está apareciendo el miedo”, como reitera varias veces el apostador B. F. De hecho, los equipos que amañan partidos se guardan mucho de no volver a hacerlo en dos o tres meses.
Además de cuestiones opinables sobre el auténtico interés de las autoridades deportivas por perseguir estos hechos -la voluntad de las casas de apuestas, pese a sus sospechosas actitudes, se supone por puro interés económico)-, la dificultad estriba en cómo demostrar las trampas. “Se hace de manera que parezca casualidad”, afirma con naturalidad el dirigente castellano-manchego. “Y además pasa otra cosa: denunciar no te conduce a nada, te tildan ‘de’. Al final lo mejor es mirar a otro lado, siempre que no te afecte”. Un experto en apuestas con ganancias anuales superiores a 100.000 euros lo expresa de otra manera: “Asia es un mercado enorme, no se puede parar. Ahora mismo las redes mafiosas se están yendo a África, a abrir nuevos mercados”.
Cuotas de mercado
La única solución aparente para acabar con los amaños sería dejar de ofertar determinados mercados, como las categorías inferiores. Pero las casas de apuestas europeas no lo van a hacer, sencillamente para no perder cuota de mercado, como explica a EL ESPAÑOL Francesco Barranca, secretario general de Federbet, el organismo europeo (con sede en Barcelona) creado por casas de apuestas para vigilar los movimientos sospechosos que se producen continuamente... “Todas las manipulaciones vienen de Asia”, afirma tajantemente en una conversación telefónica. “En Asia se mueven 80.000 millones de euros cada semana en apuestas, una barbaridad, más que en España en todo un año. Lo que pierde en amaños es una minucia para ellos, y nunca van a parar. Si nos saliéramos, lo que harían es quedarse con el negocio entero, ya que es fácil burlar las prohibiciones de operar desde España con intermediarios y cambios de dirección IP”.
Barranca, dice, no se cree “la historia de los salarios bajos y los futbolistas pobres. Los futbolistas no son criminales, son apostadores torpes. Veo esto en muchos mercados: empiezan a apostar y cuando han perdido más de lo que tienen empiezan a amañar”. El director de Federbet sostiene que “durante 10 ó 15 años las federaciones han mirado hacia otro lado, y no sólo en España. La única que se lo toma en serio es la Liga de Fútbol Profesional: la situación en Primera y Segunda es mucho mejor que hace tres años. La cosa se estaba yendo de las manos en el fútbol de máximo nivel. La UEFA y la FIFA dicen luchar por la integridad del fútbol, ¿pero cuántas denuncias han puesto?”.
Según la UEFA, el organismo que rige el fútbol europeo, lo que hace falta es ayuda policial y judicial. “El deporte necesita la ayuda de las autoridades y de la policía para luchar contra el amaño de partidos”, afirma un portavoz en comunicación con este periódico: “Los organizadores de la competición no tienen el poder para cuestionar a jugadores o personas y la manipulación de partidos puede ser realizada por grupos delictivos. Por lo tanto, debe ser tratado como un delito por las autoridades respectivas y debidamente investigado”.
Sin investigación
Las federaciones regionales, dependientes de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), asumen su incapacidad para acabar con los arreglos. Marcelino Maté, presidente de la Federación de Castilla y León, tacha de “mentira” la acusación que suele hacer Javier Tebas, presidente de la Liga, a la RFEF por su inactividad en este área. “Él es plenamente consciente de que es mucho más fácil controlar 21 partidos que 220, con mucho más riesgo por otra parte que esos 21. Las casas que nos dan problemas son externas, no están vigiladas, no asumen ninguna legislación. No podemos echar la culpa a los demás, sabemos lo que está pasando”.
Otro dirigente federativo de la mitad sur perfila el mismo paisaje: “Los amaños se dan sobre todo en casas no serias, asiáticas, y como los jugadores están necesitados es fácil engañarles. La verdad es que no tenemos medios para investigar; sí tenemos información de dónde están los riesgos, para que los árbitros-informadores puedan estar atentos. Pero llegar de ahí a la denuncia es complicado, y esas casas no están en organizaciones que te avisen previamente de que hay algo raro con las cuotas. No es nada fácil, para qué mentirte”.
Futbolistas apostadores
Además de perder partidos voluntariamente a cambio de un dinero, muchos futbolistas de categorías inferiores han comenzado a participar compulsivamente en el mercado online de apuestas. La ley dice que los jugadores (como los árbitros, por supuesto) tienen prohibido participar en apuestas deportivas, pero es muy fácil burlar esa restricción: basta con pedirle a una novia o un amigo que se abra una cuenta.
Para eludir sospechas, de cualquier forma, los jugadores y los apostadores recurren muchas veces a las mafias para abrir cuentas en casas de apuestas asiáticas y empezar a ganar dinero. Cuando las casas de apuestas detectan el amaño (una subida súbita e incomprensible de apuestas fuertes en un partido poco importante, por ejemplo), les cierran las cuentas también a los apostadores.
Como utilizan varias cuentas diferentes para maximizar beneficios y cada cuenta requiere un DNI diferente, necesitan testaferros: intermediarios que venden sus servicios por un porcentaje de las ganancias.
Otra opción de popularidad creciente es acudir a casas de apuestas físicas, donde no hay que meter los datos personales en apuestas con ganancias inferiores a 3.000 euros. Y, además, no hay que tributar a Hacienda los pagos. Estos despachos suelen estar en bares, locales deportivos y salas separadas de bingos y casinos. “Cada vez veo a más compañeros y rivales que cuentan haber ido”, dice el futbolista castellano-leonés anteriormente citado. “Allí son un apostador más, no hay riesgos de que les pillen”.
Desde aquel Paterna-Castellón de diciembre de 2015 que encendió las alarmas en el sector, la cantidad de partidos amañados no ha hecho sino subir. Suelen funcionar en el 80% de los casos: hay que cubrirse las espaldas para que falle uno de cada cinco, según las fuentes consultadas. La afición, en general, no es consciente de que haya tanto fraude en el fútbol semiprofesional: una categoría sin millonarios que mueve cantidades astronómicas en comparación con sus primas y plantillas. “Messi no te marra un penalti por 100.000 euros”, dice el presidente de un club de 2ªB: “Pero un tipo de 35 ó 36 años que se va a retirar y no encuentra trabajo probablemente sí”. Para terminar, desliza sin más una frase con un potencial demoledor: “No te olvides de los árbitros: es el que cobra el penalti, el que saca las tarjetas amarillas. Cuando escuchas desde el banquillo, “¡árbitro, te faltan dos amarillas!”, ¿a qué crees que se refieren?”.