Un cementerio de elefantes. Así podían definirse hace una década tanto la liga china como al AC Milan. En el caso del club 'rossonero' la solución fue fácil: con una tradición futbolística tan ancestral como la italiana, sólo fue cuestión de tiempo (años, meses) que surgiesen nuevos talento en la cantera o en sus alrededores... Lo único que hizo falta fue voluntad reformista (y un cambio de propietario). Para el país asiático, al que acaba de aterrizar su última estrella mundial, Carlos Tévez, el proceso es bastante más complicado.
Evidentemente, no es una cuestión de dinero. Con un gasto en fichajes que supera los 400 millones de euros en la última temporada, la liga china se ha erigido como el segundo mercado mundial, por delante de la Liga española y sólo por detrás de la Premier League (1.373 millones). Por el 'Apache', el Shanghai Shenhua le ha pagado 'sólo' 11 millones de euros Boca Juniors. Eso sí, al jugador le han convencido con un salario de unos 80 millones por dos temporadas. La cifra más alta que cobra un futbolista en el planeta.
Pero hay algo más que las mareantes cifras que manejan los clubes. El fútbol se ha convertido en los últimos años en una cuestión de Estado. China lleva más de una década siendo el retiro dorado para las viejas glorias de Europa y Sudamérica; ahora son estrellas en su mejor momento las que recalan en el país asiático. Pero, ¿por qué han decidido abandonar Boca y el Chelsea tanto Tévez como el brasileño Oscar? ¿Qué futuro tiene el fútbol en China? Mucho. Más de lo que habíamos creído hasta ahora.
800.000 millones para desarrollar el fútbol base
La idea que el Gobierno de Xi Jinping trata de llevar a término es conseguir que en 2025 el fútbol chino se pueda equiparar al europeo. Algo que puede parece utópico ahora mismo, pero que esconde una estrategia a dos velocidades nada descabellada. Por un lado, crear una liga que sea tan competitiva como la Liga española o la Premier League. Para ello, ya ha impulsado un ecosistema propicio regulando un reparto de derechos televisivos demencial: más 1.200 millones de euros por la emisión de los próximos cinco campeonatos, una cifra similar a la que cobrarán los clubes españoles sólo por la presente temporada.
Aún siendo la quinta parte de lo que maneja la Liga -y una séptima parte de lo que ingresó la Premier en 2016 (1.600 millones)-, esos casi 250 millones que se repartirán anualmente los clubes de la Superliga china les otorgan un mayor poder adquisitivo que numerosas ligas europeas. A esta cantidad hay que sumarle lo que los grupos inversores de cada equipo quieran gastarse, con incentivos fiscales por parte del Gobierno incluidos.
Un ejemplo fueron los 185 millones de euros que la todopoderosa Alibaba inyectó en su día en el Guangzhou Evergrande -el club propiedad del gigante inmobiliario-, una cifra que les permitió adquirir a jugadores de primer nivel como el colombiano Jackson Martínez -procedente del Atlético de Madrid- o a los brasileños Paulinho, Alan y Goulart. Pero el plan dista de ser efectivo. Al menos a corto plazo. Aquella inversión millonaria de Alibaba no evitó que el Guangzhou Evergrande acumulase casi 80 millones en pérdidas en los siguientes seis meses.
El estímulo financiero y fiscal impulsado desde Pekín tiene un objetivo tan claro como complicado de llevar a cabo: que el fútbol se expanda por China por 'contagio'; esto es, que las estrellas mundiales sirvan de ejemplo en el que verse reflejados a los jóvenes talentos. Es la mismo sistema que el empleado con el flamenco o con el cine, tratando de importar a eminencias que no sean meras 'atracciones de feria', sino que desarrollen estrategias de trabajo capaces de crear escuela en el país.
Inversión en Europa y 50.000 escuelas en China
Para China, tan importante es fichar a los Hulk, Tévez, Oscar, Lavezzi y compañía como introducirse en un mercado asentado como el europeo para, por un lado, adquirir y gestionar (y aprender a gestionar) clubes y, por otro, establecer 'puentes aéreos' entre dichos clubes y los del país asiático. Sólo así se explica que hasta 16 equipos de primer nivel, de España, Inglaterra, Francia o Italia hayan pasado a manos chinas en los últimos años. El Granada y el Espanyol ya pertenecen al 100% a sendas empresas del país asiático y Wanda no sólo se ha hecho con el 20% del Atlético de Madrid a cambio de 45 millones; también le ha puesto nombre a su futuro estadio: el Wanda Metropolitano.
Sólo es la punta del iceberg, pero hace vislumbrar la ambición de los grandes grupos inversores de China. Berlusconi vendió este verano el Milan por nada menos que 520 millones de euros, mientras que el 70% del Inter también ha pasado a manos asiáticas. El Olympique de Lyon, el Niza, el Sochaux y el Auxerre en Francia o el Aston Villa, el Wolverhampton y el West Brom en la Premier son otros de los ejemplos del plan expansionista de estos magnates, auspiciado por Pekín. Que el 13% del Manchester City haya pasado de manos de los jeques a manos chinas, a cambio de 360 millones, es un síntoma del potencial económico y empresarial de China.
En total, 1.949 millones invertidos en los últimos años en participaciones o adquisiciones de equipos europeos. Una cifra mínima comparada con la que el Gobierno chino estima como la necesaria para equiparar su fútbol al de Europa de aquí a 2025. Tal y como apuntaba 'Forbes' el pasado mes de febrero, Xi Jinping prevé un gasto de 800.000 millones de dólares -unos 763.000 millones de euros al cambio- para esa fecha. Y es aquí donde entra en juego la segunda vía, esa segunda velocidad, menos inmediata, con la que establecer una base futbolística sólida en el país.
Pekín pretende que haya 20.000 escuelas de fútbol en 2017. Para 2025, espera llegar a las 50.000. El Guangzhou, por ejemplo, se ha gastado casi 200 millones en un vasto campus de formación para jóvenes promesas. Un ambicioso proyecto que involucra tanto al capital público como al privado. Además de la planificación estatal en la compra de terrenos y edificación de instalaciones, también trata de involucrar con incentivos fiscales a los grupos inversores para que participen del desarrollo de dichas escuelas. Una medida que, a largo plazo, promete ser tan efectiva como el fichaje de grandes estrellas del fútbol europeo: el Madrid tiembla por las ofertas chinas que Pepe -al que le quedan seis meses de contrato- tiene sobre la mesa; la Premier y la Liga temen que en la próxima década su mercados no sean los más rentables del planeta.