La crisis de los refugiados, que ha llevado hasta el suelo alemán a más de un 1,2 millones de personas entre 2015 y 2016, concierne a prácticamente todos los estratos de la sociedad germana. En Alemania, “una nación de fútbol”, según suelen decir los aficionados a este deporte, también el balompié ofrece ejemplos de implicación en favor de la integración del colectivo de demandantes de asilo.
Una de las más llamativas es la del Germania Erfstadt-Lechenich, cuyo primer equipo compite en la segunda división de una de las ligas regionales de Renania del Norte Westphalia (oeste). Esta modesta entidad ha lanzado un proyecto con refugiados y solicitantes de asilo que está ganando una atención e interés crecientes. Consiste en la formación de un equipo sólo compuesto por migrantes originarios de una quincena de países.
El equipo compite desde hace un par de años en la última de las divisiones del fútbol alemán. Pero eso no quiere decir que el fútbol no sea lo más importante - o casi - en la vida de algunos de sus jugadores. “Yo siempre he vivido con ganas de jugar al fútbol, quiero jugar en un gran club, y es por eso que me fui a la aventura”, dice a EL ESPAÑOL Abdullah Youla Daffe, un joven guineano de 23 años natural de Conakri. Quienes lo conocen dicen que, si tiene suerte y las lesiones le respetan, podría llegar a jugar en la tercera categoría del fútbol germano, el nivel más bajo para los profesionales del fútbol en Alemania.
Este huérfano salió de su país tras la muerte de su padre en 2012. Su madre falleció cuando apenas tenía dos años. “No tenía esperanzas de una vida mejor en mi país”, explica. Su “aventura” consistió en ir “de coche en coche hasta llegar a Marruecos, allí salté la valla de Melilla, donde estuve tres meses antes de quedar libre y marcharme a Málaga, de allí a Huelva, luego a Madrid y finalmente a Alemania”, aclara el extremo derecho del equipo de refugiados.
A este equipo aterrizó después de haber sido devuelto en un primer momento a España por las autoridades alemanas. “Estuve otro mes en Madrid, luego me transfirieron a Valencia, allí recibí dinero y asesoramiento legal del primer equipo con el que jugué en Alemania, el Köln-Nippes 1878, otro club de segunda regional”, abunda Youla Daffe.
Logró volver a Alemania, pero no para reintegrar la disciplina del equipo que le ayudó a salir de España, sino al de los solicitantes de asilo del Germania Erfstadt-Lechenich. “Una vez en Europa no es fácil hacer carrera en el fútbol, te encuentras sin papeles y no es fácil jugar, por eso lo hago con el equipo de los refugiados”, sostiene. Youla Daffe está en espera de realizar una entrevista con las autoridades migratorias alemanas que será decisiva para su solicitud de asilo.
EXPULSIONES SIN TARJETA ROJA
También lo es que, junto al fútbol, este chico lleve ya siete meses en una formación dual aprendiendo a ser panadero. Con todo, cabe la posibilidad de que acabe siendo expulsado de Alemania. No sería el primer integrante del equipo de refugiados del Germania Erfstadt-Lechenich que es devuelto a su país.
Su entrenador, Alois Görgen, ha perdido ya a varios jugadores así. Por su plantilla han pasado 30 jóvenes de entre 18 y 32 años. “Hemos perdido ocho o nueve jugadores que han sido devueltos a Albania, Montenegro o Kosovo. Para nosotros, esto es, desafortunadamente, algo normal”, dice a EL ESPAÑOL Görgen.
El pasado sábado, día del estreno del documental titulado 'Refugee 11', una cinta sobre este equipo del realizador Jean Boué presentada en el 14º festival de Berlín de cine sobre fútbol internacional, la plantilla estaba representada por 18 jugadores. Entre ellos figuraba Denald Jonuzi, un chico de 22 años llegado a Alemania junto a su familia procedente de Albania. “Denald quiere llegar lejos en el fútbol”, dice a este periódico Boué. Pero esta semana será devuelto a Albania. “La idea es que vuelva de forma legal a Alemania para cursar una formación”, cuenta el director de cine.
Görgen sabe que, más allá de las esperanzas futbolísticas de sus jugadores, el auténtico partido que sus pupilos están disputando es el de la integración en la sociedad alemana. “El fútbol es un microcosmos donde transmitir reglas, no sólo las del juego en sí, sino también las de la vida”, según el técnico. Él es muy consciente de la labor social de su equipo.
“Para nosotros, el objetivo es la integración”, señala. “También lo es la diversión, porque esta gente tiene problemas, van a ser expulsados, o pueden ser expulsados, traen consigo experiencias traumáticas y en los 90 minutos de partido o en los entrenamientos pueden olvidar todo eso, para encontrar la alegría a través del juego”, añade, aludiendo a sus jugadores.
Obviamente, los refugiados con más talento tienen opciones de ir a los otros equipos de más nivel del Germania Erfstadt-Lechenich y ascender siempre es un objetivo, aunque difícil dadas las circunstancias. “Ascender significa tener más capacidad de rendimiento, y eso significa más estrés, pero los jugadores que tenemos aquí tienen ya muchos problemas, no están en una posición psicológica para rendir mucho más duro”, reconoce el preparador del que es el cuarto equipo del Germania Erfstadt-Lechenich.
SALTAR LA VALLA DE MELILLA, ESCAPAR A LA GUERRA
Abdullah Youla Daffe, por ejemplo, cuenta que antes de saltar la valla en Melilla fue apaleado por las fuerzas de seguridad marroquíes.
“En 2012 tratamos de saltar la valla para ir a España, pero aquello acabó mal, la policía marroquí nos detuvo, nos apalearon, yo creía que me moría, teníamos heridas por todas partes en el cuerpo por culpa del alambre de espino y las cuchillas, los militares nos pegaron también, hubo cinco muertos”, cuenta el guineano en uno de los pasajes más emotivos del film de Boué. “Nos amontonaron, para ver quién estaba muerto y quién no, como yo no lo estaba me llevaron al hospital, tres meses después estaba recuperado y, en 2013, intenté llegar a Europa de nuevo y lo logré”, añade.
Por su parte, Eyad Ibrahim, un joven sirio de 25 años que juega de lateral derecho en el once de Görgen, escapó de la guerra. Se fue de Siria porque no quería tomar las armas. Lo habían llamado a filas y debía participar en la enquistada guerra civil de ese país árabe.
Llegó a Alemania siguiendo la ruta de los Balcanes en septiembre de 2015, en lo peor de la crisis de los refugiados, procedente de Qamishli, la ciudad más importante del Kurdistán sirio. Su solicitud de asilo ya ha sido aceptada por las autoridades alemanas, después de una larga espera en la que hay poco que hacer más allá de aprender alemán y a la que él llama “muerte lenta”.
“El equipo me aporta una estructura, hay días en los que no tengo nada que hacer y el entrenamiento me permite hacer algo concreto. El entrenamiento te permite dejar a un lado los problemas, para mí fue una manera de hacer frente a mi situación”, explica Ibrahim a EL ESPAÑOL. Ahora está concentrado en aprender el alemán.
No sabe aún a qué se va a dedicar en Alemania, aunque probablemente haga una formación como la de Abdullah Youla Daffe o se inscriba en la Universidad de Colonia. Lo que no va a dejar de hacer es jugar al fútbol. Porque, aunque sólo sea un “hobby”, según él, este deporte le “ayuda en la vida”.
UN PROYECTO QUE INSPIRA A OTROS CLUBES
Görgen cuenta que el proyecto ha interesado a otros clubes alemanes, que ya han llamado a la puerta del Germania Erfstadt-Lechenich para informarse y poder plantear iniciativas parecidas. El impacto del proyecto seguramente gane amplitud en los próximos días. Esta previsto que en esta primera semana de abril se lance el proyecto 'Refugee Eleven', una serie de videos formativos sobre la temática de inmigración y asilo al que se han asociado algunos destacados jugadores profesionales con un pasado similar al de Ibrahim, Youla Daffe o Jonuzi.
Ente ellos figuran jugadores internacionales con sus selecciones como Vedad Ibisevic, delantero bosnio y capitán del Hertha Berlin, o el central serbio Neven Subotic, que actualmente milita en el Colonia tras haber sido cedido procedente del Borussia Dortmund.
Subotic, por ejemplo, llegó a Alemania siendo niño. Emigró con sus padres habiendo comenzado la guerra bosnia. Su familia era de etnia serbia pero vivían en suelo bosnio. A figuras como Ibisevic o Subotic se les ve interactuar en esos vídeos con los jugadores de Görgen. “Muy rápido se crea entre ellos una complicidad de manera que no se sabe decir quién es el profesional y quién es el aficionado”, valora el entrenador. De este modo, se les ve hablar en esos vídeos sobre fútbol, pero también de la vida en Alemania o problemas como el racismo.
Puede que Ibrahim, Jonuzi o Youla Daffe no lleguen a profesionales ni al nivel futbolístico de las figuras que participan en 'Refugees Eleven'. Pero, al menos el pasado fin de semana en el cine Babylon de Berlín, sede del festival donde se proyectó la película sobre sus vidas en Alemania, ellos fueron las estrellas.