Minuto 91. Sergi Roberto recibe la pelota en su campo, se va de Modric, sobrepasa a Marcelo, avanza hacia el área del Madrid, se la pasa a André Gomes, éste hace lo propio para que Jordi Alba apure la banda, controle y dé el pase de la muerte. Aparece Messi, le pega ajustado al palo y el Barça gana el Clásico (2-3)… Leo deja en silencio el Bernabéu, los culés recuperan la primera posición en la Liga (aunque empatando a puntos con lo blancos y con un partido más) y el Madrid acaba tocado, muy tocado -el grado de afección se verá contra el Deportivo (21:30 horas)-. Pero bien, ¿podría haber hecho algo más el equipo de Zidane? La respuesta, en este caso, es afirmativa -sin que eso implique la búsqueda de culpables-.
Tras el partido, en el vestuario -o en su casa-, los jugadores y aficionados, como es inevitable, piensan en la jugada. La vuelven a ver repetida en televisión, en Internet o en Twitter. Da igual. Cualquiera, aunque sepa muy poco de fútbol, reflexiona. ¿Y si Modric hubiera cometido falta? ¿Y si Marcelo hubiera parado a Sergi Roberto? ¿Y si el Madrid no se hubiera lanzado al ataque en el último minuto? Muchos ‘y si’ que no son definitivos. Porque, ¿y si el Barça, tras caer Sergi Roberto al suelo, la cuelga y marca? Pues eso, a toro pasado…
El caso es que esa jugada, aislada y fortuita, no es más que el último síntoma del principal problema del Madrid: la defensa. Así lo reflejan los datos: el equipo de Zidane ha recibido 22 goles en los últimos 15 partidos. Eso, a grandes rasgos. Pero yendo a lo concreto, por ejemplo, el conjunto blanco ha recibido dos o más goles en sus últimos tres choques: dos ante el Sporting (2-3), dos contra el Bayern (2-4) y tres contra el Barcelona (2-3). De hecho, si la renta no es mayor es gracias a Keylor Navas, decisivo en el Clásico y determinante en este final de curso. ¿Hay que preocuparse entonces? Pues oiga, algo, sí.
El drama de la zaga es también de nombres. La defensa, a estas alturas de curso, es la zona más mermada del Real Madrid, sobre todo, en cuanto a centrales. Ante el Deportivo, Zidane sólo cuenta con Nacho -que ni siquiera juega en su posición- y Varane, que llega tras recuperarse recientemente de unas molestias musculares. Con Ramos (sancionado) y Pepe (lesionado) no podrá contar el francés, que tendrá que arriesgar con su compatriota o buscar una alternativa (bien con Casemiro como central o con Danilo).
Ante este panorama, desolador, se antoja de vital importancia la figura de Keylor Navas, el portero que llegó a estar fuera del Madrid, que fue héroe, estuvo cuestionado y ha vivido con el rumor de la llegada de De Gea en el cogote. Sí, él es básico en este final de curso. Fue protagonista en el Clásico y Zidane lo necesita en buena forma para menguar los posibles errores de su equipo. Como a sus defensas -juegue quién juegue- o a sus suplentes -incluido a Isco, que podría haber llegado a un acuerdo para renovar con el Real Madrid-. De todo eso pende la suerte (o la Liga) del Real Madrid. Y quizás la Champions. La diferencia entre perderlo todo o ganarlo.
MESSI, EL OTRO JUEZ DE LA LIGA
Al otro lado, el Barcelona recibe a Osasuna (19:30 horas) en una situación difícil de calificar. El equipo de Luis Enrique, durante este final de temporada, vive sin tener claro quién es: si el de los grandes días (como el de la remontada ante el PSG o el del Clásico) o el de los malos (como en las noches en Turín y París). De hecho, su regularidad es tan efímera como demuestran los datos: en los últimos cinco partidos, ha perdido dos, empatado uno y ganado otros dos. ¿Qué hará este miércoles? Ya se verá. En cualquier caso, no debería tener problemas contra un Osasuna que llega con once bajas y cinco jugadores del filial en la convocatoria.
Esos datos, sin embargo, los puede cambiar de un día para otro Messi. Él fue quien marcó dos en el Clásico, pero también el que decidirá cómo acaba la temporada para el Barcelona. Sin Champions, y con la final de Copa del Rey todavía lejana, el conjunto de Luis Enrique puede dedicar todos sus esfuerzos a la Liga. Y si Leo acompaña, mejor que mejor. Eso sí, sin olvidar que el Madrid sigue siendo el favorito -y que depende de sí mismo-.
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