Aclamado, sin oposición y con prácticamente todo el madridismo a su favor, Florentino Pérez fue elegido nuevamente presidente del Real Madrid en la tarde de este lunes. Era la consecuencia lógica tras una legislatura, la que acabó en Cardiff, brillante, exitosa e idílica, la mejor del mandatario madrileño y la más sobresaliente desde los tiempos de Santiago Bernabéu.
Florentino, con 70 años, inicia su quinto mandato, tercero consecutivo, al frente del club blanco y posiblemente el último. Después de las alegrías de la anterior legislatura, con tres Copas de Europa, una Liga y una Copa, además del poderío económico y social, no se esperaba otra cosa que la exaltación del presidente que ha conseguido aquello que soñó: una dinastía europea, siendo los mejores en un largo espacio de tiempo, tener la plantilla más potente de la historia del Real Madrid, traer la paz social, encumbrar al mejor jugador del mundo, formar a su alrededor un equipo de ensueño y acabar con la vieja idea de la autocomplaciencia.
Pero eso ya es pasado. El Madrid no puede vivir de lo que hizo hace dos semanas ni mucho menos dos años. Como bien explica Florentino Pérez, hay que buscar la excelencia, con el inconformismo, la superación o la autoexigencia como pilares para mejorar al club. Con esa filosofía, tan arraigada del mejor equipo de la historia del fútbol, Florentino asume este nuevo proyecto con varios retos que cumplir.
Continuidad de Cristiano
El primero y más importante por su actualidad y por lo que significa es la continuidad del máximo estandarte del club, Cristiano Ronaldo. Cabreado por el trato de la Fiscalía y los medios en sus problemas con Hacienda, el portugués habría pedido salir del Madrid y abandonar España.
Así como fue un 'bombazo' nada más conocerse la noticia, más lo sería su marcha. Porque todo el mandato de Florentino desde 2009 ha girado en torno a la figura de Cristiano. Ronaldo ha sido el mimado, y con razón, del presidente, al que le organizaron una llegada multitudinaria, al que le han concedido todos sus deseos y el futbolista que mejor representaba el 'florentinismo'. Pérez ha sido el padre español de Cristiano y un adiós del portugués rompería con todos los esquemas vistos hasta ahora.
Florentino, siempre cercano con CR7, ha dejado una y otra vez clara su predilección por la estrella lusa. Y ambos han sido un matrimonio de conveniencia de mucho éxito, ya que ambos se necesitaron y ambos triunfaron. Sin Cristiano sería imposible entender este ciclo ganador del Madrid y, por lo tanto, la situación actual del presidente y sin Florentino Pérez sería muy complicado creer que Ronaldo hubiera aguantado tantos años en el Madrid. Además, ambos firmaron hace menos de un año, en noviembre de 2016, una renovación del contrato que une a Madrid y Cristiano hasta 2021.
La construcción del nuevo Bernabéu
Es el gran proyecto de la legislatura que ahora comienza. Si la anterior (2013-2017) fue la del éxito deportivo y planificación y aprobación del nuevo estadio, la actual (2017-2021) será la de la construcción del nuevo Bernabéu, sin olvidar los títulos de cada año. Florentino quiere un estadio más moderno, acorde a los nuevos tiempos y que sea la joya de la corona de toda su etapa en el Real Madrid.
Seguramente acompañado de un apellido comercial, el estadio del centro de la capital de España seguirá donde está actualmente, pero de una forma distinta. Será totalmente cambiado en su fachada y alrededores, será 12 metros más alto, gozará de una cubierta retráctil y estará acompañado de varias zonas verdes, principalmente donde ahora se encuentra el centro comercial de la esquina del Bernabéu.
Las obras se acometerán principalmente en el verano de 2018, costarán 400 millones en total y se prevé que el nuevo estadio sea ya una realidad en 2020. Será ese año cuando Florentino disfrute de una de sus grandes herencias para los años futuros del Real Madrid.
El asentamiento definitivo de un entrenador
Si de algo ha sido criticado Florentino ha sido del exceso de entrenadores, y lo poco que duraban algunos, que han pasado por los banquillos mientras él ha sido presidente. Si bien es cierto que en su segunda etapa se encontró más tranquilidad (Mourinho duró tres años, Ancelotti dos o Zidane dos y las que le quedan), todavía se recuerdan aquellas primeras temporadas de cambios continuos: hasta seis técnicos tuvo, cuatro en año y medio.
En su vuelta al palco del Bernabéu en 2009, su primer entrenador fue Pellegrini, previo consejo de Valdano, que catalogaba al chileno del 'Wenger español'. Su desastroso año obligó a cambiar el proyecto nada más comenzado, optando por Mourinho, que asentó las bases del actual Madrid, pero sin demasiados títulos. Si la marcha de Pellegrini tuvo sus detractores, más hubo con el adiós de Carlo Ancelotti en 2015, al que Florentino despidió tras unos últimos cinco meses en los que llevó al Madrid al peor de los declives deportivos, en una caída mayor de la que protagonizó Queiroz en 2004.
Al final, el tiempo le dio la razón y se demostró que la decisión de no continuar con el técnico italiano fue la correcta. Mientras Ancelotti fue incapaz de levantar un vestuario que por entonces ya estaba por encima del entrenador, que actuaba con autonomía propia, el Madrid se fue hundiendo en todas las competiciones sin ningún tipo de autocrítica. Ese mismo equipo fue un año después campeón de Europa. Lo hizo tras seis meses perdidos con Benítez, el peor de los fallos que tuvo la Junta Directiva encabezada por Florentino.
Cuando el mandatario blanco vio que aquello no tenía ya más futuro, tomó las riendas, dio el banquillo a Zidane, su gran símbolo, y se la jugó toda a una carta. Y el tiempo ha demostrado su gran acierto. Dos veces campeón de Europa, una Liga después de cinco años y la constatación del reinado del Madrid. Ahora queda darle más tiempo al francés, crear en torno a él un proyecto de largo recorrido y que por fin el banquillo del Bernabéu dure algo más de tres temporadas.
Superar a Santiago Bernabéu
Está a solo dos Copas de Europa del mejor presidente de la historia del Madrid, aunque ambas etapas son incomparables. No cabe duda que Florentino Pérez es ya el segundo mejor presidente en los 115 de historia del club, pero posiblemente incluso pueda ir a más. Superar a Santiago Bernabéu es prácticamente imposible, pero si los éxitos deportivos siguen, no sería descabellado compararles.
Florentino, con cuatro Champions, está a dos de las seis que consiguió Santiago Bernabéu, aunque el debate es si estas cuatro del actual mandatario tienen más valor por su dificultad, por el cambio de mentalidad en el fútbol y por la competitividad de este deporte, mucho mayor que antaño.
Sea como fuere, Florentino pasará a la historia salvo que esta legislatura que ahora comienza sea un desastre. También entran componentes como el ecónomico, donde Pérez ha conseguido también el liderazgo y el orgullo de los madridistas y el social, con medidas que también mejoraron al club.
La continuidad de los éxitos en las secciones de fútbol y baloncesto
Aunque esta temporada la sección de baloncesto 'pinchó', ganando solo la Copa y quedándose a las puertas de la Euroliga y Liga ACB, es indudable que también en la última legislatura de Florentino el Madrid de basket volvió a sus mejores niveles, recuperando la afición por este deporte entre los madridistas.
Tres finales de Euroliga, una de ellas ganada, tres Ligas ACB, cuatro Copas del Rey muestran un claro ascenso en una sección que ante pasaba inadvertida para muchos aficionados. Con la duda de la continuidad de Pablo Laso, el Madrid de baloncesto sigue obligado a ser el mejor de España y Europa en los próximos años y continuar en la senda de los últimos años.
Y en fútbol, igual. Ahora todos son alegrías con un doblete histórico, solo visto por aquellos aficionados de unos 70 años, y con dos Copas de Europa consecutivas, tres en cuatro años. El objetivo no debe ser otro que seguir en esa línea. Nadie pedirá ganar la Champions cada año, es imposible, pero si estar en la lucha por ella, al igual que por la Liga.
A Florentino, eso sí, le falta un Triplete en el Bernabéu. La unión de Liga, Champions y Copa del Rey en un mismo año podría ser ya el fin de fiesta para un presidente que desde ya afronta el reto de seguir siendo el representante de un madridismo que le ha vuelto a demostrar que le quiere de forma casi unánime.
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