Aquel 28 de agosto de hace ahora 10 años a Sevilla se le paró el corazón. La ciudad abierta y alegre que siempre es la capital de Andalucía se encogió y lloró en uno de los días más triste de su historia reciente. Antonio Puerta, un simpático joven que ya era seña de uno de los dos equipos de fútbol de la ciudad, moría a los 22 años.
El fútbol español, hasta entonces más pendiente del espectáculo que de lo humano, se enfrentó a aquello que nunca pensó, para lo que no estaba preparado, algo que pilló a todos sin respuestas razonables. La muerte de un futbolista, al que además se le había visto desvanecer en el campo (y también recuperarse) en una agonía televisada minuto a minuto, fue uno de los grandes golpes que se llevó el deporte nacional. Hasta entonces parecían inmunes a todo.
Puerta, ya internacional y fijo en el deslumbrante Sevilla, era la imagen de una época idílica en el club andaluz. Todo iba bien. Habían ganado dos Copas de la UEFA consecutivas y acababan de firmar un doblete en 2007, muy cerca del triplete (solo les faltó una Liga en la que tuvieron opciones hasta la penúltima jornada). En el Pizjuán disfrutaban de un fútbol eléctrico y vibrante al que contribuía un joven lateral que era pieza fundamental en el equipo.
En la primera jornada de la Liga 2007/08, Antonio Puerta se desvaneció en el duelo ante el Getafe. Era el minuto 28. Tras segundos de tensión, el jugador se levantó y salió por su propio pie del campo. Pero en el vestuario volvió a sufrir más desmayos. Durante tres días estuvo luchando por su vida en el Hospital Universitario Virgen del Rocío, pero a las 14:30 horas del martes 28 de agosto falleció.
"Soy incapaz de borrar su número de teléfono"
“Fue muy duro. Yo había vivido algo similar con Pedro Berruezo cuando murió en Pasarón (otro jugador del Sevilla que se desplomó en el campo, 7 de enero de 1973), porque jugaba en ese equipo de titular. Pero era muy jovencito, tenia 19 años. No sabia la importancia de aquello entonces. Pero con Antonio... Fue un futbolista que firmé yo. Conocía a su familia, tenía más relación emotiva. Supuso un golpe durísimo. Como si de un familiar más se tratara”, explica Pablo Blanco, descubridor de Puerta y secretario técnico del Sevilla.
"Todavía no asimilo aquello que pasó. Aún tengo guardado su numero en la agenda del teléfono y soy incapaz de borrarlo", explica Marco Navas, hermano de Jesús, compañero y amigo de Puerta. "Estaba en el Jerez y personas de nuestro entorno me iban informando de como iban sucediendo las cosas. Hasta que llegó la hora y sabíamos que no salía y me fui al hospital a Sevilla. Sigo sin asimilarlo".
"Fueron momentos tristes, nunca llegas a pesar que pueda pasar algo de eso. Todos esperábamos que saliera a pesar de que las noticias no eran esperanzadoras. Ese 28 de agosto se consumó lo que no queríamos. Tampoco soy de los que le gusta recordar eso, sino todo lo bueno que dejó Antonio", comenta Kepa Blanco, también compañero y gran amigo de Puerta, al que el destino quiso que estuviera a muy pocos metros de distancia de Puerta el día de su desvanecimiento.
Porque Kepa había fichado por el Getafe ese verano. Era la primera vez que se enfrentaba a Puerta. "Cuando vi lo que sucedió, me asusté y me alarmé, pero después me tranquilicé al verle salir por su propio pie", rememora el malagueño, titular también aquel día. Las imágenes de Kepa portando el féretro de Puerta en su entierro, junto a tantos compañeros y amigos, fueron estremecedoras.
El Sevilla, entonces concentrado en Atenas, donde tenía que jugar el partido de vuelta de previa de la Champions, regresó a la ciudad. Cuando llegó al Ramón Sánchez Pizjuán, una gran marea humana les recibió con gritos de 'Puerta, Puerta'. La misma que horas antes había recibido al féretro con un 'Puerta amigo, Sevilla está contigo'. Sin embargo, no se aplazó la Supercopa de Europa disputada tres días después, en la que el Sevilla, todavía en shock por la muerte de Antonio, acabó perdiendo ante el Milan.
La unión de las dos Sevillas
Hasta la capilla ardiente llegaron representantes de todo el fútbol español y, por supuesto, también toda la plantilla del Betis, encabezados por Manuel Ruíz de Lopera, máximo accionista del club (ya no era presidente, aunque en la práctica lo seguía siendo). Lopera, como todo el beticismo, entendió rápidamente que aquello era una tragedia para todos, que en la muerte no cabía la rivalidad, que Sevilla entera vestía ese '16' blanco. El fallecimiento de Puerta cambió los derbis sevillanos. "Llegó a unir a las dos aficiones", recuerda Navas. "Dos aficiones que nunca estaban unidas, en ese momento se consiguieron unir", añade Kepa.
Antes de la muerte de Puerta, los Sevilla - Betis pasaban todos los límites de la rivalidad: botellazo a Juande Ramos en el Villamarín, agresión a un miembro de seguridad en el Pizjuán, miles de incidentes, tensión en las gradas y enemistad en los despachos. Eran los tiempos de dos presidentes mediáticos, Del Nido y Lopera, que luchaban por ser los reyes de la ciudad. Aquel busto de 'Don Manué' al lado de Del Nido ante la ausencia de Lopera o los insultos del mandatario sevillista, que le dijo al sobrino de Lopera "tienes la misma cara de maricón que tu tío". Todo era muy lamentable.
"Su muerte suavizó la rivalidad, cerró la tensión de años atrás y hubo una unión que después se intensificó con la muerte de Miki Roqué (junio de 2012)", dice Ignacio, un joven hincha del Betis que recuerda la dureza de aquellos días. "La noche que vi las imágenes de la caída de Puerta tuve pesadillas, me despertaba en mitad de la noche llorando", añade. En el Villamarín se pudieron ver pancartas de 'Puerta estamos contigo' o camisetas verdiblancas con el nombre del jugador que había sido rival. Toda Sevilla entró en shock y lloró la pérdida del futbolista. No había colores.
Así era Puerta: alegre, positivo y muy sevillano
Todos coinciden al recordar a Antonio. "Era una persona extrovertida, alegre, muy cariñosa. Cuando el vestuario estaba alicaído él daba ánimos, juntando a la gente. El recuerdo que me queda es que siempre estaba con una sonrisa en la boca", dice Kepa. "Era el alma del vestuario, el que hacía las bromas, el que era capaz de animar al que estaba triste, era muy alegre y positivo", rememora Navas.
"Era un chaval excepcional, agradable, jovial y muy sevillano. Le gustaba mucho todo lo que tenía que ver con lo sevillano", comenta Pablo Blanco, que descubrió a Puerta y le firmó para el Sevilla (hasta entonces jugaba en el Nervión, equipo con el que los sevillistas tienen convenio). "Llegó al club con 12 años. Yo ya había jugado contra su padre, que era jugador del Betis. Conocía a su familia porque vivían en Nervión. Su abuelo y su madre eran muy sevillistas".
Así jugaba: el inolvidable gol al Schalke
"Antonio 'rompió' en juveniles y ya Juande Ramos le hizo futbolista", dice Blanco, que recuerda que "cuando lo firmamos, jugaba de extremo izquierdo, con muy buena llegada, pero a esa edad no se intuye que después pueda ser un gran jugador". Puerta debutó en Primera en marzo de 2004 de la mano de Joaquín Caparrós.
Sin duda, el momento más icónico y recordado de Antonio es aquél gol al Schalke 04 el 27 de abril de 2006, un Jueves de Feria en Sevilla. Eran las semifinales de la Copa de la UEFA y la eliminatoria estaba en la prórroga. Un zurdazo de Puerta mandó a los andaluces a la final con la que abrirían la época más gloriosa de su historia.
"Antonio era un futbolista versátil, capaz de jugar en diferentes posiciones. Se supo asentar y su proyección era evidente. Nadie sabe que hubiera ocurrido en el futuro, pero con las ganas y el hambre que tenía hubiera estado muchos años en el Sevilla y en la Selección", asegura Kepa. Puerta llegó a debutar con España en la época de Luis Aragonés.
Antes ya había pasado por todas las categorías inferiores, casi siempre junto a su inseparable Kepa, con el que compartió bastantes concentraciones y habitaciones de hotel. "Tuvimos vidas paralelas. En un periodo de tiempo muy corto, fuimos campeones con España sub-20 en los Juegos Mediterráneos de Almería (2005), nos convocó el primer equipo con Juande para hacer la pretemporada, jugamos bastante, nos asentamos y tuvimos la oportunidad de jugar la UEFA que se ganó", recuerda su amigo.
"Estaba en el momento más importante de su carrera, su rendimiento estaba en el punto más alto. Todavía le quedaba mucho por demostrar y eso ya que había dado mucho al Sevilla", añade Marco Navas. "Yo creo que hubiera estado discutiéndole la titularidad a Capdevila en el once de la selección española de la Eurocopa y el Mundial”, comenta Pablo Blanco.
Regateaba hasta por un desconocido Ipod
Todos tienen muchas anécdotas con Puerta. Por ejemplo, aquella pretemporada en Shanghái en la que regateaba fuera del campo casi más que dentro. "Recuerdo a Antonio regateando al dueño del local en el que queríamos comprar un Ipod de 30 GB. Regateaba y regateaba y al final lo sacamos por lo que queríamos", comenta Kepa. "Entonces eso en España no se veía (2005). Veníamos con ese Ipod y nos decían que de dónde lo habíamos sacado. Todavía lo guardo".
"Era un torbellino. Se juntaban un grupo de futbolistas (Sergio Ramos, Jesús Navas, Capel, Guille...) y había que estar pendientes a todas horas porque en cualquier momento te hacían una broma", recuerda Marco. "Tuvo una temporada en la que estaba sacándose el carné de conducir y lo llevaba muchas veces a casa. Ir con él era una alegría".
Hoy Antonio es una leyenda, una figura que guía a una afición que cuando canta a capela el himno de El Arrebato bien podría estar cantándoselo a él. "Su espíritu perdurará de por vida. Ese minuto y dorsal '16' está marcado a fuego tanto en el club, en la afición como en el jugador que lo lleve", dice Blanco. El '16' lo luce este año su amigo Jesús Navas, que ha regresado este verano al Pizjuán. "Es muy especial que lleve su número. Jesús tenía dudas, no por llevarlo, sino por respeto. Es una situación delicada. Él quería ver la respuesta de la afición y fue unánime. Es muy emotivo verle con el '16'", dice emocionado su hermano Marco.
Su imborrable recuerdo y el legado permamente
Diez años después, nadie olvida a Antonio Puerta. Es un mito, una leyenda. "Soy abonado del Sevilla y cada vez que piso el Pizjuán siempre recuerdo aquel gol al Schalke. No sé la razón, pero cada vez que entro, miro la portería de gol norte y me viene ese gol", comenta Kepa. "A mí me falta un ser querido", dice Pablo. "Sigo sin conseguir asimilar que Antonio no está. Siempre que hablo de él es en presente", repite Marco Navas.
"Se le recuerda con muchísimo cariño. El último Trofeo Antonio Puerta ante la Roma fue muy emotivo. Es capaz de seguir llenando un estadio", rememora Marco. Ese día Aitor Puerta, hijo de Antonio (nació dos meses después de su muerte), puso el ramo de flores sobre el lugar en el que se desmayó su padre. Algunas lágrimas caían en el Pizjuán.
Sobre su familia, algunos soportaron mejor que otros la pérdida de Puerta. Sus padres viven a 200 metros del Ramón Sánchez Pizjuán. "Al final, todo te recuerda aquello. A la familia te la encuentras cuando sales a tomarte un café, coincides con ellos", relata Pablo Blanco. Su madre, por ejemplo, sigue sin ser incapaz de atravesar la Avenida Eduardo Dato, la que lleva al estadio, una frontera que separa el pasado y el presente. "Es un síntoma de emotividad y de recordatorio. Su madre yo creo que todavía está en shock".
En el sevillismo no hay nadie que no sepa qué significa Antonio Puerta. Él, desde el cielo, es el primero de todos los sevillistas, la luz que nunca se apagará y un símbolo para un equipo y una ciudad que no quiere borrar el recuerdo de uno de sus vecinos más queridos. Una década después, una sonrisa llega a la mente. Es el mejor homenaje a la zurda de diamante, el corazón de Sevilla.