Joseph Blatter fue durante 17 años el máximo representante del fútbol mundial. Del fútbol masculino, porque del femenino solo quería saber cuánto cuerpo mostraban. Una de las mayores preocupaciones del mandatario suizo fue, en su opinión, el exceso de ropa de las futbolistas. "Podrían jugar como en el voleibol", dijo en una ocasión. Todo el ímpetu que le faltó a la hora de cuidar a las futbolistas, a las que relegó hasta el punto de disputar un Mundial en césped artificial, es el que le sobró a la hora de menospreciar y sexualizar a las mujeres cada vez que una de ellas estaba cerca.
Este viernes, una de las mejores jugadoras de la historia —quizás la mejor portera— desveló cómo el entonces presidente de la FIFA le agredió sexualmente en una gala del Balón de Oro en 2012. "Me tocó el culo antes de salir a presentar un premio", reconoció Hope Solo. “Es algo extendido en este deporte”. En unos días en los que las mujeres ya no tienen miedo de narrar cómo los hombres con poder abusan de ellas, no sorprende que el primer escándalo en el fútbol tenga a Blatter como protagonista.
Durante 17 años el fútbol calló mientras él, públicamente y en reiteradas ocasiones, presentó a las mujeres como “guapas”, les reprochó públicamente “hablar mucho en casa” o destacó las “bonitas piernas” de sus compañeras. Ahora, Hope Solo cuenta un capítulo más de la cuestionable trayectoria de un hombre tapado por su posición de poder y al que el fútbol no despreció por tocar el ánimo de las mujeres, sino por meter la mano en el dinero que no le correspondía.
Los momentos en los que el fútbol calló
Nada más llegar a la presidencia de la FIFA, Blatter ya empezó a mostrar su machismo públicamente. Era 1998 y Francia acogía el Mundial. Apenas unos meses antes celebró un esperado y mediático sorteo en Marsella. Allí estaba la estadounidense Julie Foudy, que no hablaba nada de francés. Cuando subió al escenario, Blatter destacó de ella sus “bonitas piernas”. Cuando salió de allí, dos trabajadoras de la FIFA se dirigieron a ella enfadadas. '¿Qué os pasa?', preguntó Foudy. “No nos gusta lo que ha dicho de ti, que estabas aquí porque eres guapa, nada sobre tu fútbol”, dijeron. Foudy no perdonó esas declaraciones, que le persiguieron el resto de su carrera. “No se da cuenta de que sus comentarios son sexistas”. Desgraciadamente, no sería su última víctima.
Durante los primeros años del mandato de Blatter, el fútbol femenino prácticamente no existió para las instituciones. En ese vacío, las declaraciones más machistas que ha hecho un dirigente deportivo, todavía hacen eco: “Las mujeres deberían jugar con menos ropa, como en el voleibol”, dijo de nuevo sin oposición. Lejos de prometer inversión, su idea para atraer al público y mejorar la proyección de las mujeres se limitaba a cambiar la vestimenta y enseñar más cuerpo. “Podrían vestir pantalones más ajustados. Son guapas. Ya tienen algunas normas distintas a los hombres, como el balón—algo que no era cierto—, ¿por qué no cambiar también la ropa?”
La impunidad de la que disfrutaba fue el gran perjuicio para estas mujeres. Débiles ante él, pocas se atrevieron a reprocharle sus faltas de respeto hasta ya entrados en la última década. Alex Morgan, tercera mejor jugadora del mundo en 2012, recuerda cómo Blatter no sabía quién era. “No me reconoció”, dijo ante el claro síntoma de que les importaba muy poco. En términos parecidos se expresó Abby Wambach, que en un palco VIP de la gala en Zurich, en 2013, vio cómo el presidente confundía a su mujer Sarah con la jugadora brasileña Marta. “¡Eres la mejor! ¡Eres la mejor!” Marta había sido nombrada mejor jugadora del mundo los cinco años anteriores. “No tenía ni idea. Para mí fue como un puñetazo en la cara porque mostraba lo que le importamos”, dijo Wambach.
Ese mismo año Blatter parecía tener un bono extra de machismo. En un Comité Ejecutivo de la FIFA, se dirigió a los asistentes pidiendo a las mujeres hablar en el acto. “¿Alguna señora dispuesta? Vamos, en casa hablan mucho… Aquí tienen la oportunidad de hacerlo”. En ese comité se elegía entre Lydia Nsekera y Moya Dodd para ocupar un cargo representativo en la organización. Ganó la primera, pero Dodd quedó marcada para siempre. Dos días antes, Blatter dijo de ella que era “atractiva” y tenía “buenas piernas”. Era su elección, pero solo le importaba el físico.
Blatter fue expulsado del fútbol por un caso de corrupción. Fue en 2015, y algunas de las futbolistas de mayor prestigio mostraron su alegría al finalizar una era de machismo institucional. Megan Rapinoe fue una de las más explícitas: "La bruja ha muerto. Papá ha sido pillado metiendo la mano en la caja de galletas".
También se manifestó la propia Julie Foudy, la primera en sufrirle públicamente: "¡Aleluya!"
Un problema sistémico
Blatter es la cara visible del machismo en el fútbol, pero no el único responsable. Precisamente Hope Solo ha querido destacar las situaciones que ella y sus compañeras han vivido con distintos hombres con poder. "La agresión sexual se ha normalizado. Blatter me tocó el culo en la gala del Balón de Oro, justo antes de salir al escenario con él. Tuve que concentrarme en mi discurso de presentación a Wambach. Estaba completamente en shock y tenía que celebrar con mi compañera el mejor galardón de su carrera, así que tuve que centrarme en ella". La estadounidense destacó su reacción porque, dice, ella suele abordar en el momento ese tipo de actos. "En esta ocasión tenía una tarea que cumplir y ya no lo he vuelto a ver".
Hace apenas un mes, tras explotar el caso Harvey Weinstein, Solo explicó en Instagram que durante años había visto y vivido este tipo de comportamientos en los hombres del fútbol. "En los últimos días he estado pensando en las incómodas situaciones que mis compañeras y yo hemos vivido durante años con entrenadores, doctores, managers, directivos... Comentarios inapropiados, consejos indeseados, tocamientos, jefes de prensa hablando de las tetas de las futbolistas y su apariencia física... El acoso sexual está extendido en el deporte. En mi caso siempre pude manejarlo y reaccioné en esas situaciones, pero nunca hubo consecuencias para los autores. Esto tiene que cambiar. El silencio no cambiará el mundo". "Durante años, las futbolistas quedan y terminan casándose con sus entrenadores. Un entrenador no debería hacer eso, especialmente con jugadoras jóvenes".