Eric Abidal lo había ganado prácticamente todo con el FC Barcelona desde que llegó al club en verano de 2007. Su situación no podía ser más idílica en lo deportivo y en lo personal. Y, sin embargo, su suerte empezó a cambiar a principios de 2011. Un 15 de marzo de aquel año, el club azulgrana hizo pública una noticia desgarradora: el jugador francés tenía un tumor en el hígado. Le tocaba enfrentarse al cáncer en la batalla más importante de su vida. Acabaría superando la enfermedad, pero esta no deja de atormentar a Abidal incluso después de muerta.
Operado 48 horas después de que el mundo conociese su situación, Abidal volvió a los terrenos de juego tan sólo mes y medio después del mayor susto de su vida. Incluso levantó la Champions que el Barça conquistó poco después, con Puyol cediéndole el rol de capitán en un instante simbólico e irrepetible. En febrero de 2012, su contrato quedó ampliado hasta el 30 de junio de 2013. Todo volvía a ir bien. O no.
Una supuesta baja por una pubalgia al mes siguiente acabó convirtiéndose en una reedición de la pesadilla de Abidal. No tardó en saberse que el jugador de Saint-Genis-Laval debía someterse a un trasplante de hígado. El cáncer atacaba de nuevo, pero esta vez la situación era crítica: el francés necesitaba un donante con urgencia.
Horas después de conocerse la recaída de Abidal, el diario ABC y el deportivo AS publicaron que sería un amigo de la infancia del futbolista quien le brindaría parte de su hígado para salvarle la vida. Eso permitiría llevar a cabo su operación lo antes posible en el Hospital Clínic de Barcelona. La espera a la que normalmente obliga la Organización Nacional de Trasplantes a la hora de donar órganos quedaría eludida. Por ser el donante una persona cercana al paciente y por la gravedad del caso. Dados los 1,86 metros y 75 kilos del deportista, la masa de hígado que tenía que recibir era importante.
El trasplante tuvo lugar con éxito el 10 de abril de 2012. Pero, de repente, la identidad del salvador de Abidal cambió. Porque trascendió que quien dio finalmente parte de su hígado al defensa azulgrana fue su primo, Gerard. Entonces, el tema quedó zanjado. La recuperación milagrosa del galo lo eclipsó todo.
Tras meses de trabajo en solitario, Abidal obtuvo permiso para volver a trabajar con el primer equipo del Barça, e incluso jugar de nuevo el 18 de diciembre de 2012. El 19 de marzo de 2013, volvería a disputar partidos. Ya lejos de la Ciudad Condal, viviría una segunda etapa en el Mónaco antes de retirarse en el Olympiacos a finales de 2014.
Por aquel entonces, los problemas de salud de Abidal ya sólo eran un mal sueño. Alguna entrevista o declaración puntual los volvía a sacar a la luz, pero hasta ahí. En todo momento se supo que el Barça no ofreció renovar al francés tras dar carpetazo a su enfermedad. Y que aquello le dolió mucho. Así lo evidenciaron las lágrimas del propio interesado en su despedida tras seis temporadas.
También el hecho de reconocer que el club no le pagó mientras estaba enfermo (algo negado desde la entidad). Y estas declaraciones a L'Equipe: “Lloré en mi despedida en rueda de prensa. Los dirigentes del Barcelona no hicieron nada para que continuase en la entidad barcelonista. El fútbol y el Barcelona eran toda mi vida. Mi historia terminó y tuve que marcharme. No me hicieron ninguna oferta para que continuara. El único que puede dar explicaciones es el antiguo presidente, Sandro Rosell. Preguntadle a él. Vive en Qatar”.
Más allá de eso, nada raro. Hasta ahora, cuando ciertas revelaciones han puesto en tela de juicio el trasplante de hígado al que se sometió Abidal, recién fichado por el Barça (cumpliendo una promesa de antaño) como secretario técnico. Se trata de unas llamadas interceptadas por la Guardia Civil y la Policía Nacional y hechas públicas por El Confidencial. En ellas, se admite que el órgano donado no sería ni de un amigo de la infancia del jugador ni de su primo. No, se habría tratado de un hígado comprado de forma ilegal.
“A este tío (Abidal) le compramos un hígado ilegal. Y vendimos que era del primo, ¡que era del primo! Le pagamos dos años de contrato, lo que le quedaba”, se puede escuchar en la conversación. Con un triple “sí” del expresidente del Barça como respuesta a su interlocutor. Aunque aún hay más. En otra grabación telefónica, Rosell tilda de “grandísimo hijo de puta” a Abidal, “un tío… que le salvamos la vida”.
La persona con la que habla, un tal Juanjo, le responde lo siguiente: “Abidal es un hijo de puta. Me dijo que le dijese a mi amigo que se ha portado muy mal con él. Le dije; 'Mira, si estás aquí sentado hablando conmigo es porque alguien te compró un hígado nuevo, ¿lo entiendes?'”. Ambas conversaciones, de 2017, han salido a la luz este miércoles. A pesar de que el caso estaba archivado por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, al no hallarse delito penal ni autor o autores del mismo, desde principios de este año.
Ahora todos niegan los hechos. Desde el Barça (la información publicada “perjudica la honorabilidad de Eric Abidal, de todas las organizaciones vinculadas a los trasplantes, del FC Barcelona, y de su expresidente Sandro Rosell”) hasta Abidal y su Fundación (“Todo el proceso relativo” al trasplante “se adecuó a los procedimientos y protocolos establecidos”). Al igual que el Hospital Clínic, escenario de la operación.
Y, a pesar de todo, hay síntomas de una incongruencia que no parece que vaya a quedar resuelta. Por mucho que la Organización Nacional de Trasplantes haya abierto una investigación interna sobre el caso junto a la Organización Catalana de Trasplantes y el Hospital Clínic. Entonces, ¿de quién es el hígado de Abidal? Es muy posible que nunca lo sepamos a ciencia cierta.
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