La constatación de que es demasiado tarde para algo suele imponerse de manera concreta y a menudo trágica. Estuve en Wembley, presenciando el debut con victoria de Luis Enrique al frente de la selección, y comprobé con pesar que en el Reino Unido tienen a Sergio Ramos por un jugador violento y despreciable. No solo eso, sino que experimenté además una de esas revelaciones: sé que ya no hay nada que pueda hacerse al respecto. Sé que ya es demasiado tarde.
Cada vez que Ramos tocaba el balón, el abucheo era estruendoso y casi unánime. Me pareció intuir en el lenguaje corporal de Sergio un punto de sorpresa. Creo que cualquier contrariedad está justificada por parte del capitán de España y del Real Madrid, pero no me parece que lo esté la sorpresa. Estaba escrito que esto iba a suceder, y si estaba escrito es porque nadie, incluido el jugador, ha hecho nada lo suficientemente rotundo como para evitarlo cuando aún se estaba a tiempo.
Todo viene, por supuesto, de la lesión de Salah en la Final de la Copa de Champions de Kiev. Jurgen Klopp, en las fechas que siguieron a dicho choque, acusó a Ramos de haber provocado deliberadamente la lesión, añadiendo (para alcanzar así la cúspide del cinismo más demagógico) que los errores del portero Karius que propiciaron goles madridistas se habían debido a una “conmoción” provocada en un choque con el propio Ramos. Un dudosísimo informe médico, emitido por un hospital con accionariado común al del propio Liverpool, corroboró la añagaza.
El día siguiente a la proliferación de toda esta basura aún se estaba a tiempo de reaccionar contra ella. Dos días después se estaba menos a tiempo. Tres días después ya casi había prescrito, a ojos de la opinión pública, el derecho de réplica. Hoy no puede hacerse, por desgracia, absolutamente nada por lavar la imagen del de Camas en el exterior de España, y muy particularmente en Gran Bretaña. Lo dice uno que vive allí.
Al día siguiente de la publicación de las infamias de Kloop sobre la lesión de Salah, ya procedía la puesta en marcha de acciones judiciales (por parte del jugador, de su club y hasta si se me apura de la Federación Española) por defender la honorabilidad de un mito del fútbol español como Sergio, además de la emisión de el/los correspondientes comunicados de prensa. Nada de esto se hizo. Nada se hizo tampoco cuando se vertió la estupefaciente versión médica (?) de la lesión cerebral de Karius, atribuible también a Ramos. Miento. Algo sí se hizo: un par de intervenciones con los medios del defensa negando los cargos, a mi juicio de forma demasiado desenfadada.Quizá pecando de ingenuidad, ni Ramos ni su entorno han puesto sobre el tapete, en su defensa, arsenal dialéctico ni jurídico suficiente para combatir la magnitud y la vesania de la campaña.
Llama la atención el que ni siquiera se tomaran medidas potentes cuando un presentador de la televisión egipcia puso públicamente en manos de Alá la venganza por la acción del capitán, supuestamente deliberada. Se dañó gravísimamente su imagen. Ahora es tarde para entrar en combate. No sé a quién correspondía iniciar el contraataque a esta campaña, pero sí sé que la respuesta ha sido tardía y endeble, sin guardar ninguna proporcionalidad alguna con la gravedad de la agresión.
Y con su insistencia, añado: aún estoy esperando una entrevista con Klopp en la que no vuelva a sacar a pasear sus insidias sobre Ramos.