Andy Cole lo ha pasado mal. Y lo sigue pasando. El jugador inglés habló en una entrevista para The Guardian sobre todas las dificultades que ha tenido y está teniendo debido al trasplante de riñon.
El jugador inglés enfermó gravemente en un viaje a Vietnam después de contraer un virus siendo embajador del Manchester United en 2015. Los médicos le dijeron que su función renal había reducido al 7% de su capacidad habitual. Fue cuando su sobrino, Alexander Palmer, le donó un riño en un trasplante que se hizo en 2017.
El trasplante y el después
Fueron días y meses muy duros para Cole. Momentos en los que llegó incluso a pensar en suicidarse. "Todo el proceso fue una tortura. Estaba deprimido después del trasplante porque es muy difícil entender el trauma al que te enfrentas. Recuerdo haber vaciado una gran bolsa de medicamentos, llorar y pensar: Para que sobreviva otro día, esto es lo que tengo que tomar. No estoy seguro de poder continuar", comenta.
"El nuevo riñón era un objeto extraño. Mi cuerpo lo atacaba, así que tenía que tomar medicamentos para evitar que mi cuerpo ganase. La gente me decía que me mantuviera positivo, pero nunca se sabe cuánto te durará el riñón. Podría estar aquí cinco o diez años. Podría fallar mañana", manifiesta.
Su experiencia con la enfermedad y su familia
La vida ha sido muy diferente desde que supo que tenía que trasplantarse un riñón: "Nunca voy a ser la misma persona que era antes. Todavía estoy luchando emocional y físicamente. No hay dos días iguales y los medicamentos hacen que tenga altibajos. Nunca desearía esto a nadie porque es una experiencia que también trae destrucción a tu vida familiar".
Sobre su familia, se arrepiente del trato que tuvo hacia ellos: "Me disculpo con todos por ser como he sido. Lo que estaba haciendo, torturarme por una enfermedad, es horrible. Apartas a tu familia porque intentas clarificar lo que está sucediendo. Casi dos años después del trasplante, sé que es una enfermedad de por vida".