2018 ha sido el año de Antoine Griezmann. Para bien o para mal, el delantero francés ha protagonizado auténticas exhibiciones de buen juego a la vez que episodios polémicos fuera de los campos.
A nivel de títulos, sin lugar a dudas ha sido el mejor año de Griezmann. Campeón de la Europa League y la Supercopa de Europa con el Atlético de Madrid, así como del Mundial de Rusia 2018 con la selección de Francia.
Sin embargo, esos trofeos colectivos no se han traducido en galardones individuales, pese a las múltiples campañas de apoyo hacia él. Griezmann no ha ganado el Balón de Oro, no ha ganado el The Best y ni siquiera ha sido nombrado mejor jugador francés del año.
Dudas con su futuro
En enero, la prestigiosa revista L'Équipe anunció el mejor once del año 2017, así como los diez mejores delanteros del citado año. Griezmann no se encuentraba en ninguna de estas dos listas. Un presagio para lo que iba suceder meses después.
Sin embargo, en el primer tramo del 2018, las preocupaciones de los aficionados colchoneros eran bien distintas. Griezmann, quien había llegado al club en el verano de 2014 procedente de la Real Sociedad a cambio de 30 millones de euros, comenzaba a coquetear con una posible marcha a otros clubes.
El más claro parecía el FC Barcelona, del que se dijo incluso que le había reservado dorsal -el 7, pues por aquel entonces Philippe Coutinho vestía el 14-. Antoine, por su parte, intenta mantener la calma, afirmando en una entrevista a L'Équipe que su futuro se decidirá antes del Mundial.
Estas palabras no hacen mella en nadie, y se llega afirmar que su fichaje por el club azulgrana está cerrado. La directiva y los jugadores del Atlético cargan contra el Barcelona, afirmando estar "hartos de su actitud".
Sin embargo, la ira de los hinchas rojiblancos se dirige a otra parte: al propio Griezmann. El galo comienza a ser silbado por su propio estadio en varias ocasiones, pese a protagonizar exhibiciones como la del 28 de febrero, cuando le marcó cuatro goles al Leganés.
Un espectáculo dantesco que finalmente se cierra en junio, aunque no de la forma esperada. Como si de una película de guion sorprendente se tratara, Griezmann comunica su decisión de permanecer en el Atlético mediante un documental titulado 'La Decisión'.
Este es producido nada más y nada menos que por una de las empresas de Gerard Piqué, jugador del propio Barça, lo que le gana enfrentamientos con la directiva culé. Griezmann, por su parte, tiene claro el motivo de su continuidad: un salario de 20 millones de euros netos al año y todos los 'caprichos' que pueda desear, como el fichaje de Thomas Lemar o la renovación de Lucas Hernández, compatriotas del atacante.
Campaña frustrada a su favor
El Atleti apuesta todo por su estrella, pero Griezmann tiene otras preocupaciones en los siguientes meses: la disputa del Mundial de Rusia. Francia va de menos a más en esta cita, y se lleva del trofeo ante una sorprendente Croacia. Kylian Mbappé, Paul Pogba o incluso Raphaël Varane, quien también había ganado la Champions League con el Real Madrid, son piezas clave del equipo, pero todos los elogios van a parar el jugador atlético.
Él es la cara más visible de Francia, al igual que del Atlético, con el que había ganado la Europa League tras fracasar en la fase de grupos de la Champions, donde fue incapaz de ganar al modesto Qarabag.
No importa. Griezmann ha ganado dos títulos y ya tiene, según él y toda la parroquia rojiblanca, muchas opciones de ser proclamado mejor jugador del año. Se burla incluso de Sergio Ramos, cuatro veces campeón de Europa, en una polémica publicación en su cuenta de Instagram por haber derrotado al Madrid en la Supercopa -donde, por cierto, Griezmann tuvo un papel intrascendente, siendo sustituido en el minuto 57-.
Tras el arranque de la temporada, llega el primer trofeo individual del año: el The Best, otorgado por la FIFA. Luka Modric, Cristiano Ronaldo y Mohamed Salah son los tres nominados, lo que enciende la ira de Griezmann.
Comienza así su campaña, con declaraciones como las pronunciadas en una entrevista al diario AS: "Ya como en la mesa de Cristiano y Messi", o a L'Équipe: "El Balón de Oro debería ser para un francés".
Esta temporada, la afición del Atleti perdona que Griezmann estuviera a punto de dejarles, y no es para menos. En lo que va de esta nueva campaña 2018/2019, suma nada más y nada menos que once goles y siete asistencias en 24 partidos, el francés sigue siendo una pieza clave en el equipo de Simeone.
Sus números mantienen al Atlético luchando por todos los títulos, aunque con una ligera desventaja: su corta plantilla. Ante el estratosférico salario de su súperestrella y la millonada gastada en Lemar, el conjunto rojiblanco apenas puede mantener una corta plantilla de veinte jugadores.
Muy pocos para disputar tres competiciones, lo cual queda reflejado en cuanto llegan las lesiones, obligando a Diego Pablo Simeone a tirar de canteranos o reutilizar a otros jugadores en posiciones nuevas.
El caso es que Griezmann se corona finalmente como uno de los mejores jugadores del planeta, pero quizá no lo suficiente como para cumplir sus expectativas. Griezmann termina el año 2018 como lo empezó: fuera de los galardones individuales.
El Balón de Oro fue a parar a Luka Modric, quedando él relegado hasta la tercera posición, mientras que Kylian Mbappé es designado mejor jugador francés del año. Antoine se queda a las puertas de todos los trofeos personales. Con un Mundial bajo el brazo, el francés tendrá que volver a 'dar guerra' en 2019 si quiere, por fin, lograr los reconocimientos individuales que tanto parece anhelar.
[Más información: La reacción de Griezmann al nombramiento de Mbappé como mejor jugador francés].
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