El Reus dio en La Rosaleda más que una lección de fútbol, una lección de vida. En su momento más duro, cuando el equipo agoniza con apenas doce fichas del primer equipo, los tarraconenses se impusieron al equipo con el mayor presupuesto de la categoría, el Málaga, en su estadio, y lo hizo con una goleada que es histórica para unos profesionales con mayúsculas.
Jesús Olmo y David Querol, que el próximo martes rescindirán sus contratos con el Reus, se encargaron de arengar a sus compañeros para que el Reus, de principio a fin, pasara por encima de un desdibujado Málaga, que solo mostró peligro al comienzo de la segunda parte ante un equipo que no olvida los problemas que le acercan al abismo. Si se confirma la marcha de los dos futbolistas, y con la sanción de Linares por acumulación de tarjetas, Bartolo solo contará con ocho fichas para la próxima convocatoria de liga frente al Numancia.
Los 12 profesionales con los que cuenta el conjunto tarraconense son un ejemplo para el mundo del fútbol. Conscientes del difícil momento que atraviesan, con nóminas atrasadas sin pagar y con un descenso administrativo en el horizonte, cuando termine la temporada por la falta de pagos, los jugadores saltan cada jornada al campo y lo hacen dando lecciones de orgullo y profesionalidad por los campos de Segunda División, como ocurrió en Málaga el pasado domingo.
La situación en los despachos es bien diferente. Los responsables del club no parecen apiadarse de la situación de los 80 trabajadores que tiene el equipo a su cargo. Oliver aseguró el pasado 29 de noviembre que "el Reus puede competir con 12 jugadores", algo que se antoja complicado en una liga tan competitiva como la Segunda División.
Una deuda de 5,3 millones
La presente temporada está siendo muy dura para el Reus Deportiu. El pasado día 4, La Liga daba una seria advertencia al Reus. El Juez de Disciplina Social de la competición tomaba las riendas y acordaba "la suspensión del derecho a la tramitación de las licencias federativas por LaLiga, en tanto que se ha acreditado que el Reus ha impagado a muchos jugadores, seis de los cuales han rescindido su relación laboral con el club por este motivo", según señaló el organismo en un comunicado.
Esta decisión se traduce en una suspensión total de derechos a la entidad catalana pero con la obligación de disputar todos los encuentros de la Liga 123.
Los problemas vienen de meses atrás. Tras el ascenso del equipo en 2015 a la categoría de plata, el club ha acumulado durante meses un balance negativo, lo que le hace vivir un momento económico muy angustioso: su deuda asciende a 5,3 millones de euros, según reconoció su consejero delegado , Joan Oliver.
La situación, en términos económicos, es extrema, hasta el punto de que los jugadores denunciaron a la entidad catalana por los reiterados impagos que han sufrido por parte del Reus. La Liga tuvo que acudir al rescate el pasado mes de diciembre y abonar 700.000 euros para pagar las mensualidades atrasadas a los 16 jugadores que entonces quedaban en la plantilla para no desvirtuar así la competición.
El máximo responsable anunció negociaciones de compra
Desde aquella situación ha pasado exactamente un mes. 30 días, que, con parón navideño incluído han agravado aún más la situación. Cinco futbolistas han abierto la puerta de salida: Badia, Vítor, Moore, Carbia y Mikel ya han encontrado otros destinos lejos de la ciudad catalana. Los 12 restantes son aquellos futbolistas que, por razones contractuales, no pudieron acogerse al reglamento de La Liga que permite negociar con otros equipos al saldar el club la deuda que tenía con ellos.
Ante este escenario, si no hay un milagro de por medio, el Reus está llamado a sufrir un descenso administrativo a final de temporada. La solución pasa por que Oliver encuentre un comprador que se haga cargo de la deuda. El pasado mes de noviembre, el consejero delegado anunció las negociaciones con "un inversor de Oriente Medio", del cual no se ha vuelto a tener noticia y del que los futbolistas desconfiaron desde el momento en que se anunció. Aún así, en rueda de prensa continuó con ese discurso y espera encontrar los recursos económicos para salvar al equipo "a tiempo".
La afición tampoco es ajena a la mala marcha del equipo. El pasado 15 de diciembre, un grupo de unos 250 socios del Reus organizaron una marcha que exigía al máximo responsable la venta del club, Xavier Llastarri, que finalmente acabó dimitiendo por las "amenazas" recibidas, aseguró. La afluencia al Estadi Municipal no es muy alta, y en la actualidad tiene capacidad para 4.200 espectadores que en muchas ocasiones no llegan a ocuparse por completo.
Mientras el Reus se desangra lentamente, sus futbolistas no están dispuestos a bajar los brazos. Antepenúltimo clasificado con 20 puntos y a un punto del Elche, equipo que marca la zona de salvación, continuarán entrenando y disputando todas las jornadas que quedan por delante, con profesionalidad y orgullo por unos colores que todo apunta a que viajarán por los campos de Segunda B el próximo curso si nada ni nadie lo remedia antes.
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