El fútbol sirio no ha escapado de la peor cara de la guerra. Tras varios años de conflicto, muchos equipos han desaparecido por la situación en que han quedado sus instalaciones después de los bombardeos, y la fractura abierta en la sociedad del país hizo que los rebeldes no dejasen de crecer a lo largo de los años.
Es el caso de Abdel Baset Al Sarut (Siria, 1992). Jugaba como portero en el Al Karamah, el club de la ciudad de Homs, y llegó a debutar con las categorías inferiores Sub17 y Sub20 de la selección de su país, incluso quedó segundo en la clasificación de mejor portero asiático. Sin embargo, esta prometedora carrera deportiva se acabó en 2011, cuando el jugador cambió las botas y los guantes por las armas.
Considerado como una celebridad en su país, el futbolista se unió a las protestas que inundaron el país y comenzó a involucrarse, cada vez de manera más activa, en las acciones insurgentes. Jugar al fútbol de manera profesional en Siria no significa ganar dinero, pero sí tener una popularidad tan alta que muchas personas siguieron sus pensamientos. Ante la irrupción del gobierno para frenar las manifestaciones, estas pasaron de ser pacíficas a ser los civiles los que tomaran las armas, como fue el caso de Al Sarut.
Homs fue el campo de acción del exportero y su 'cruzada' contra el Gobierno. Tomada por los rebeldes al comienzo del conflicto, era una de las ciudades más críticas con el régimen de Bashar Al Asad, por lo que fue el lugar perfecto para que un joven deportista descontento con sus gobernantes decidiera ir un paso más allá y pasar a la lucha armada. En 2014 el ejército tomó por completo el control de la ciudad y aseguró que Homs quedaba "libre de grupos terroristas".
De la radicalización a fundar una milicia
Las autoridades sirias detuvieron a Al Sarut por sus frecuentes manifestaciones sobre el gobierno. Su estancia en la cárcel recrudeció su ira contra el sistema y el punto de inflexión se produjo cuando el ejercito echó abajo la casa en la que vivía con sus hermanos y otros opositores de al Asad.
La fama que le otorgó el fútbol le permitió crear su propia milicia: 'La Brigada de los Mártires de Al Bayada', lo que le hizo ser considerado como ‘el héroe de la revolución’. Sus apariciones públicas comenzaron a ser asiduas y ante la popularidad que obtuvo, ingresó en las filas del Estado Islámico al que juró lealtad. El exjugador daba 'mítines' repletos de gente que deseaba escuchar sus mensajes y micrófono en mano predicó: "dejadnos en paz. Es lo que necesitamos", en referencia a los aliados del gobierno en todo el conflicto.
Su compañero del Al Karamah e integrante de la selección, Mosab Balhous, también fue detenido y acusado de albergar rebeldes armados para fortalecer organizaciones contra Asad.
Bajo las órdenes del grupo terrorista, Baset Al Sarut ha aparecido en numerosos vídeos amenazando a sus compatriotas afines con el sistema sirio así como a otros países a los que considera "amigos de Bashar Al Asad".
Una historia de película
Su historia ha sido llevada al cine. El director sirio y residente en Berlín (Alemania), Talal Derki, relata en un documental la guerra de Siria a través de la trayectoria de Baset Al Sarut entre 2011 y 2013, desde sus inicios en el activismo terrorista hasta la destrucción de Homs.
El carácter del rebelde se forjó a medida que la guerra se volvía más cruenta. Durante la parte más dura de la contienda, el exjugador sufrió tres intentos de asesinato de los que consiguió salir ileso, y su pericia en el conflicto le hizo un experto en el campo de batalla.
Transcurridos varios años desde la última aparición del jugador, no se han vuelto a tener noticias de él desde que ingresara en las filas del Daesh. En el documental Return to Homs se recogen sus últimas instantáneas en las que, con un arma de largo alcance, practica su precisión y reflejos.