En los últimos tres años, el fútbol chino ha acaparado portadas con multitud de fichajes multimillonarios y sueldos que batían récords. Sin embargo, el Gobierno parece haber dicho basta y los clubes se han moderado, desinflando una burbuja que contribuyó a hinchar los traspasos a nivel mundial.
En enero de 2017 el fichaje del mediapunta brasileño Oscar, quien se fue del Chelsea al Shanghai SIPG por 60 millones de euros, batió el récord establecido tan solo medio año atrás por su compatriota Hulk, que llegó al mismo equipo procedente del Zenit ruso a cambio de 55,8 millones.
Sin embargo, en el mercado de traspasos que terminó ayer, previo a la temporada 2019, la incorporación más cara fue la del eslovaco Hamsik, del Nápoles al Dalian Yifang por 20 millones de euros; el siguiente, el del belga Fellaini (del Manchester United al Shandong Luneng por 12 millones), no entra ni entre los 25 más caros de los últimos cuatro años.
¿A qué se debe esta tendencia a la baja?
En mayo de 2017, la Federación China de Fútbol (CFA) aprobó un impuesto del 100 % a los fichajes de futbolistas extranjeros para evitar "inflar los precios" y "buscar éxitos a corto plazo", lo que significó que los grandes traspasos supondrían un desembolso doble para los clubes del país.
La razón de este freno, explicó a EFE el experto en fútbol chino y profesor de la británica Universidad de Salford, Simon Chadwick, radica en los valores que Pekín cree que deben regir la sociedad del país asiático: "El presidente, Xi Jinping, es un firme defensor de que los chinos se comporten de forma apropiada. Sospecho que él ve este enorme gasto en el fútbol como algo poco chino".
El analista opina que estas restricciones tratan de reconducir a los equipos nacionales para que "gasten en lograr los objetivos nacionales más que en proyectos vanidosos", pero no cree que el Ejecutivo "haya detenido el gasto en el fútbol", ya que "China sigue teniendo aspiraciones de convertirse en una nación líder en el fútbol".
De hecho, la norma impuesta por la CFA destina lo recaudado con ese impuesto de lujo a "la formación de futbolistas jóvenes" o a "la promoción del fútbol", obligando a los equipos, según Chadwick, "a gastar en el desarrollo del talento nacional más que en la adquisición de jugadores de otros países".
Esto, unido a la ya existente regla de que los porteros deben ser chinos y a la obligación para esta temporada de utilizar al menos tres jugadores chinos menores de 23 años en cada partido, muestra la voluntad de la CFA de proteger el talento local, que debe nutrir en el futuro a una selección nacional que se clasificó para un Mundial por única vez en 2002 y que cayó en cuartos de la última Copa Asiática.
"Hay que conseguir un equilibrio entre desarrollar a las promesas nacionales y comprar talentos extranjeros. Esto último es importante porque expone a los jugadores chinos al nivel y al tipo de jugador al que se enfrentarán cuando jueguen partidos internacionales", apunta el profesor.
Y parece que Pekín, a través de la federación de fútbol, no solo ha conseguido domar el gasto desenfrenado en astros foráneos sino que está atando en corto a los principales equipos del país: el Guangzhou Evergrande, campeón de la Superliga entre 2011 y 2017 -la de 2018 la ganó el Shanghai SIPG-, anunció recientemente unas reglas internas que generaron polémica.
En ellas, se compromete a alinear a un máximo de dos extranjeros por partido, a cambiar a al menos 3 jugadores en cada convocatoria y a establecer un sistema de evaluación por el que los dos futbolistas que peor rindan cada mes sean relegados al equipo reserva, siendo sustituidos por los dos mejores de éste.
"El Guangzhou Evergrande es probablemente el equipo más grande e influyente de China. Y ninguna organización en China está a más de un paso del Estado y de su influencia. Creo que el Gobierno le recordó al Guangzhou Evergrande sus responsabilidades, y por eso anunciaron esas reglas internas", apunta Chadwick.
Soluciones inéditas
Otros clubes están buscando soluciones hasta ahora inéditas, como la nacionalización temporal de jugadores con raíces chinas para que no cuenten como extranjeros durante su etapa en equipos del país: así llegaron al Beijing Guoan el anglochipriota Yennaris y el noruego John Hou Saeter.
El plan de China parece ser menos lustre a corto plazo para mantener un proyecto ambicioso a largo plazo.
Pero conviene no olvidar que, pese a que los fichajes récord se han acabado, la Superliga china sigue contando con jugadores conocidos a nivel mundial como Oscar, Hulk, Paulinho, Bakambu, Carrasco, Lavezzi, Jonathan Viera, Guarín, Mascherano, Talisca, Renato Augusto, Pellè, Dembélé, Ighalo, Alexandre Pato, Mbia, Augusto Fernández, Ramires o Alex Teixeira.