Desde que Virgil Van Dijk firmó por el Liverpool, el holandés es considerado como uno de los mejores centrales del fútbol en la actualidad. Su poderío físico y liderazgo sobre el césped han justificado los 80 millones que pagaron los reds para que jugara en Anfield como local. Sin embargo, todo esto estuvo muy cerca de no suceder, puesto que el futbolista pudo haber fallecido hace diez años.
Según ha reconocido el propio neerlandés, cuando tenía apenas 17 años y estaba empezando su andadura profesional en el Groningen de su país natal sufrió una serie de problemas físicos que incluían un punzante dolor estomacal. Pese a que prácticamente no podía entrenar, el joven defensa pensaba que era algo accidental y siguió preparándose junto a sus compañeros.
Sin embargo, tres días después los síntomas se agudizaron y su madre tuvo que llamar a una ambulancia para que se lo llevaran al hospital. Allí fue donde un doctor les informó de la fatal situación del adolescente y de que su vida corría peligro.
"Por primera vez en mi vida, el fútbol no significaba nada para mí. No era importante para nada. Esa situación se trataba de seguir vivo", relataba. Cuando acabó todo, el deportista perdió hasta seis kilos, pero se salvó solo por su gran estado físico, si no lo más probable es que no hubiera sobrevivido.
[Más información: El Liverpool accede a cuartos de final y deja tocado al Bayern Múnich]
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