"Un club. Un barrio. Una pasión". El CDE Canillejas CF fue fundado en 2015 con el objetivo de crear un club para este barrio del este de Madrid. Un club "de todos", como lo definen sus empleados. Un club en el que los jóvenes del barrio pudieran disfrutar del fútbol. EL ESPAÑOL se ha acercado al campo Antonio Palacios, donde fue recibido por su presidente José Luis Muñoz Serrano y Álvaro del Pino, director deportivo, entrenador en las categorías inferiores (infantil A y cadete A) y jugador del equipo aficionado.
Tras charlar con ellos se puede apreciar que es un club diferente. Para empezar es no lucrativo, un modelo en el que los niños son los protagonistas y pueden formar parte de esta "pequeña y al final gran familia" pagando cuotas (220 euros) que incluyen los mismos servicios -kit de ropa, ficha federativa, seguro, etc.- que los de otras escuelas en las que los precios doblan y casi triplican los suyos. Ninguno de los miembros del club gana dinero y el único motivo de trabajar en el proyecto es la ilusión por el fútbol y el barrio.
Álvaro entraría al club ese año por una promesa del que hoy día es el presidente: "Me gustaría hacer un equipo para el barrio y llenarlo de sus chavales, que tengan un sitio donde jugar" y dicho y hecho. Nos cuenta el sacrificio que se tuvo que hacer desde un inicio: "Gente del club perdió dinero y día sí y día también se luchó con el Ayuntamiento". La obra se retrasó y no se terminó hasta finales de octubre cuando se esperaba en verano. Eso no frenó al club que arrancaría la temporada 2017/2018 con hasta ocho equipos inscritos en sus categorías inferiores. Actualmente ya son once.
La implicación del barrio
"El club se creó para el barrio y el barrio está involucrado con nosotros", señala Álvaro. Y es que los negocios de la zona se han convertido en un sustento económico muy importante para el Canillejas. "Con mérito de la directiva se buscaron bastantes patrocinadores. Bares, talleres o lavanderías nos ayudan. Todo es del barrio", añade. Así crece un club que en este tiempo ha logrado sobrevivir también solo con un leve aumento de las cuotas (de los 150 euros iniciales a 220).
"Nuestra filosofía es más una obra social para el barrio que un club deportivo del que sacar partido". Porque los niños son el núcleo sobre el que gira este proyecto: "El fútbol es un deporte y eso es bueno para cualquier niño. Les hace no estar en otros sitios peores". "Hay gente con problemas en sus casas y tienen un entorno que no es bueno con acceso fácil a las drogas. En un barrio obrero es muy común y les haces escapar un poco. Aquí pasan muchas horas a la semana", relatan sobre la implicación del club para dar un entretenimiento a los jóvenes de este barrio madrileño como vía de escape. "Nos fijamos en lo personal y queremos que todos los chicos crezcan y sean buenas personas", apuntan.
La unión es muy importante y así lo reflejan gestos que tienen como llevar a los chicos tras los partidos a un bar de la zona que les da un aperitivo y un refresco gratuitos para fortalecer la relación. Nada que ver con otras escuelas "que ven un negocio en ellos". "Hay Fundaciones de clubes que realmente son un engaño. Vistes una camiseta sin pertenecer al club, pagas cifras de 800-900 euros y ven a los niños como uno más. Solo les importa que el niño llegue, pague y darse ellos a conocer para tener más ingresos", denuncia Álvaro.
Los niños, su valor principal
La preocupación en el Canillejas sobre 'sus' niños es total y no quieren imaginarse cómo sería si el club no pudiera poner ese granito de arena tan importante en sus vidas: "Hemos acogido a muchos chicos que en otros lados no podían pagar las cuotas. Son chicos de barrio, que viven prácticamente en la calle y ahí es donde están cosas como las drogas o que tengas que robar para conseguir algo de dinero". Lamentan también aquellos casos, solo dos, en los que su ayuda no fue suficiente: "Hay niños que se nos han ido, que ha sido imposible ayudarles", confiesan a su pesar.
El Canillejas sueña también con seguir mirando en lo deportivo e ir creciendo poco a poco en este aspecto. Quieren conseguir nombre para seguir ayudando a más chavales y para ello tratan cada temporada ir subiendo divisiones. El curso pasado ya consiguieron un acenso en la categoría infantil y ahora tiene tres equipos bien posicionados luchando por ello: "Aquí se vive fútbol y también nos gusta ganar y competir. Estamos creciendo, pero queremos mantener nuestra filosofía aunque sea más difícil".
El Ayuntamiento le quitó la concesión del campo
Desde el club echan en falta más ayudas desde el Ayuntamiento para facilitar su "obra social". Empezaron sin pagar el campo tras presentar un proyecto que se aprobó, pero el Ayuntamiento cambió de manos y esta temporada -en septiembre- les han quitado la concesión. Les obligan a pagar 15.000 euros al año por el campo lo que supone un riesgo para el modelo que sigue con sus cuotas bajas. "Es un inconveniente para nosotros, el dinero que nos piden es muy elevado. Nos gustaría que se involucraran un poco más, pero lo aceptamos y queremos seguir haciéndolo lo mejor posible", reconocen.
Y es que el Canillejas se ha encontrado con el interés de otros clubes y escuelas por el Antonio Palacios. "Yo escuchaba a mucha gente decir que aquí solo había yonkis o ladrones", dice Álvaro sobre la zona donde está emplazada el campo. Pero tras la obra cambió la cosa: "Hemos apostado por estar en el epicentro del barrio y sacar esto y ahora que se ha hecho y el campo está bien y no está deshabitado, otras escuelas y otros equipos se interesan por venir aquí y nos frena. Cuando es de tierra y nadie lo quiere nos dejaban, pero cuando ven que funciona desde nuestra manera, todos quieren", cuenta.
"Nos gustaría que esto no se moviera por dinero", añaden recalcando que ellos no se llevan nada. "Anímicamente duele", dicen. "Ha habido momentos en los que dices 'ya no puedo más', pero luego ves hasta donde hemos llegado", cuenta su presidente. "Nuestra recompensa es ver a los niños y que el barrio crezca, la gente está contenta". Una fórmula basada en el sacrificio y los cobros casi mínimos que ahora se ve amenaza por la falta de ayuda y las piedras que les tiran algunos de sus rivales. "No sé cómo lo haremos este año, si retiraremos un equipo o tendremos que subir las cuotas pero no queremos", confiesa.
Además de José Luis y Álvaro, en el club trabajan Javier, Diego, José Manuel, Gregorio, Luis, Cristian, Antonio, Rubén, Tristán y Óscar. Son los nombres que completan la directiva de este club que fue fundado por y para el barrio y así sigue (sobre)viviendo. Ese campo de tierra donde un servidor dio las pocas patadas que supo dar con un balón de fútbol, ahora es un bonito lugar bajo un gran ambiente donde los chavales y los integrantes del equipo aficionado ("el espejo del club") se aislan de los peligros y disfrutan cuanto pueden con el deporte. El Canillejas solo pide que le dejen seguir haciéndolo.