Pocos jugadores han pasado por el calvario de Hakan Sukur, exfutbolista turco que logró el gol más rápido de la historia de los Mundiales, concretamente en el de 2002 de Corea del Sur, donde la selección turca quedó en tercera posición.
Ahora, a sus 48 años, su vida ha cambiado totalmente. Hace unos años se unió al partido de Erdogan, pero tuvo que dejarlo debido a los escándalos de corrupción. Tras ello, comenzó su persecución.
"Erdogan me quitó todo. Mi derecho a la libertad, el derecho a explicarme, a expresarme, el derecho al trabajo. Arrojaron piedras a la boutique de mi esposa, mis hijos fueron acosados en la calle, recibí amenazas después de cada declaración que hice", expresa Sukur en Welt am Sonntang.
"Cuando me uní al AKP, Turquía era un país que se ajustaba a los estándares de la UE y recibió una gran inversión de Europa, pero la política de Erdogan llevó a la rigidez, y se tomó una dirección completamente diferente, una orientación hacia Oriente Medio en lugar de hacia Europa", comenta Hakan.
"Tras irme de Turquía a EEUU encerraron a mi padre y todo lo que tenía fue confiscado. Es un momento muy difícil para ellos. Todos los que tienen que ver conmigo tienen dificultades financieras", manifiesta. Finalmente tuvieron que dejarle salir debido a que padecía cáncer, al igual que su madre.
Al no poder alquilar sus propiedades por temor a que el partido de Erdogan tomase represalias contra los inquilinos, decidió abrir una cafetería en Estados Unidos, la cual tuvo que acabar cerrando. A día de hoy conduce un Uber en Washington y vende también libros para poder sobrevivir.
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