El mundo está planteado para que existan grandes diferencias entre mujeres y hombres, las distintas razas, culturas... Siempre hay alguien que saca un beneficio para que las cosas no terminen de cambiar. No es lo mismo nacer en Europa o en Norteamérica que en África u Oriente Próximo. Esta brecha se hace aún más visible cuando se habla de ellas.
En pleno siglo XXI está mejor visto que una niña sueñe con ser enfermera, profesora o incluso princesa que con poder llegar a convertirse en científica, ejecutiva de una importante empresa o, por qué no, futbolista. No es que lo primero esté mal, al contrario, cada mujer debería poder ser lo que quisiese, pero a veces las piedras en el camino son muchas.
Esto se multiplica cuando, por ejemplo, una pequeña africana anhela romper barreras para convertirse la número uno en un mundo de hombres. En el planeta fútbol. Asisat Oshoala (25 años, Nigeria) nació un 9 de octubre de 1994 en Ikorudu. En el continente africano aún hoy se piensa que este deporte es cosa de ellos. ¿Cuál es el trabajo para una mujer allí? Ir al colegio, casarte y tener hijos.
Eso es lo que la propia Oshoala relata cuando le preguntan sobre si es complicado querer ser jugadora de fútbol en África. La nigeriana representa algo muy importante para millones de niñas en todo el mundo: se puede ser mujer y jugar al fútbol. Ella misma lo dice y también que el único secreto para lograrlo es tener respeto y que exista, de verdad, la igualdad.
"No era fácil jugar a fútbol en mi país. Ni a fútbol, ni a baloncesto, ni a otros deportes. Muchas familias no quieren que sus hijas hagan deporte", dijo en una entrevista a El Periódico. Ella creció en una familia polígama, ya que su padre tenía dos mujeres. Aunque cada una tenía un espacio diferente para ella y sus hijos, Oshoala intentaba jugar con sus hermanos al fútbol, pero no era lo suyo.
En el colegio no había opción para ello. En la escuela a la que asistía no había equipo femenino: el fútbol era exclusivo para los chicos. Pero eso no impedía que en cuanto acabasen las clases, ella acudiese a los campos de tierra para ser completamente feliz durante unas horas. Pero su vida no cambió hasta que durante unas pruebas de atletismo se cruzó en su camino un equipo competitivo de mujeres.
De ahí a hacer una prueba y conseguir hacerse un sitio. El talento lo tiene, la calidad también. El resto fue un arduo trabajo que ha llevado a Oshoala de los clubes de su país -FC Robo de Lagos y Rivers Angels de Port Harcour- al fútbol inglés en Liverpool y Arsenal, además de un previo paso por China para jugar en el Dalian Quanjian FC hasta llegar el 31 de enero del 2019 al Barcelona.
Reina africana para el Barça
Desde que llegó a la Ciudad Condal, Asisat Oshoala se ha sentido como en casa. Ella es consciente de la exigencia de jugar en el Barcelona. Un equipo con un estilo y filosofía muy marcados, que siempre aspira a ganarlo todo. Su perfil de delantera potente, con una gran velocidad y un instinto letal de cara a puerta le han encumbrado en el equipo dirigido por Lluís Cortés.
En la presente temporada, la futbolista nigeriana es la segunda máxima goleadora del equipo culé y también de la Primera Iberdrola. Su poker ante el Tacón le catapultó hasta los 14 goles, aunque Jenni Hermoso -jugadora que le supera en ambos rankings- volvió a poner tierra de por medio con su doblete frente al Rayo Vallecano y a estas alturas del curso suma 18 dianas.
Su calidad no ha pasado desapercibida. En este 2019 se llevó el premio a la Mejor Futbolista Africana del Año. Pero este no ha sido su primer galardón, ya que también le otorgaron el trofeo en 2014, 2016 y 2017. Fue en ese 2014 cuando su camino se comenzó a despejar después de ganar el Balón de Oro y la Bota de Oro en el Mundial sub20 de aquel año.
Ayuda a las nuevas generaciones
El nombre de Asisat Oshoala quedará además para siempre en la historia de Can Barça por ser la autora del primer gol del Barcelona en una final de la Women's Champions League. Pero ella es mucho más que una magnífica futbolista, también es el ejemplo para las niñas africanas que sueñan y sobre todo pelean por tener un futuro mejor al que les está predestinado.
La delantera es imagen de Nike y por este poder adquirido fruto de su trabajo y sacrificio desde niña, Oshoala ayuda a las pequeñas de su país. En su Nigeria natal organiza cada año un Campus para concienciar a todos, desde los niños a los padres, que la igualdad en el fútbol es algo posible y necesario.
"Si ven que tú puedes hacerlo, ellas también. Cuando juego en el campo, siempre me acuerdo de que hay muchas niñas detrás mío pensando: 'Quiero ser como Asisat'. Esto me hace hacer más, dar un esfuerzo extra. Debes trabajar duro", dijo para El Periódico una mujer dispuesta a poner su granito para cambiar el futuro de las mujeres.
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