Si hace un año el Ajax impresionó al fútbol mundial con una exhibición en el estadio Santiago Bernabéu, una temporada después perdió su exquisitez ante el Getafe, que impuso su estilo y golpeó primero (2-0) en la ida de los dieciseisavos de final de la Europa League con los tantos de Deyverson y Kenedy. [Narración y estadísticas: Getafe 2-0 Ajax]
Los hombres de Bordalás se enfrentaron a otro encuentro marcado por las comparaciones con su rival. Si el fin de semana pasado se escribieron líneas y líneas sobre el estilo Setién frente al del técnico alicantino, ahora tocaba la famosa escuela neerlandesa ante la robustez del Getafe.
Y, de nuevo, el sistema de un entrenador que parece no tener techo, volvió a imponerse. Aunque en el Camp Nou no ganó, el Getafe sí fue el vencedor moral. Días después, el Ajax fue su siguiente víctima. Anulado por completo en casi todos las fases del encuentro, acabó desquiciado ante un grupo revolucionado por igualar la gesta del Bayern Múnich de hace más de una década.
Bordalás quiso dar un paso más allá en su intensidad y colocó en el once inicial al brasileño Deyverson. Introdujo en la alineación a un boxeador sin puños, a un futbolista incansable, irreductible y físicamente mucho más poderoso que Jorge Molina o Ángel Rodríguez.
Si el Getafe ya pelea a menudo con once gladiadores, con Deyverson adquirió una superioridad numérica que no era real en los números pero sí en los hechos. El brasileño no paró quieto ni un instante. Sacó de quicio a los dos centrales, el mexicano Edson Álvarez y Daley Blind, que no sabían como frenar al ciclón azulón.
Cada salto, cada carrera y cada disparo parecía el último para Deyverson, que lideró una primera parte excelsa del Getafe marcada por la incapacidad del Ajax. Su estilo de sacar la pelota desde atrás fue absolutamente anulado y dedicó los primeros 45 minutos a jugar en largo como recurso para salir de una presión asfixiante.
Se puede decir que el conjunto neerlandés se "Bordalizó" de una manera tosca, sin conseguir alcanzar el cenit de un estilo ya pulido que se recordará durante mucho tiempo por el Coliseum Alfonso Pérez cuando su entrenador abandone el club.
Van de Beek desapareció por completo. Su compañero en el centro del campo, el argentino Lisandro, fue un títere para dos jugadores feroces como el uruguayo Mauro Arambarri y el serbio Nemanja Maksimovic. El marroquí Ziyech Hakim estuvo buscando la pelota durante todo el primer acto. Y, arriba, Traore Lassina, Ryan Babel y Dusan Tadic, eran tres islotes.
Con ese guión, el Getafe comenzó a acumular ocasiones, casi todas protagonizadas por Deyverson y por el otro hombre del partido, Marc Cucurella, una joya que nadie entiende que el Barcelona dejara escapar. Erik ten Hag ya le citó en la víspera como el hombre más destacado del Getafe. No supo pronunciar su nombre. Seguro que ya no lo olvida.
El canterano azulgrana llegó hasta la línea de fondo en infinidad de ocasiones y fruto de una de sus internadas pudo marcar Jaime Mata con un cabezazo que se marchó fuera de la portería defendida por el portugués Bruno Varela. Antes, en el primer cuarto de hora, lo había intentado Deyverson con un disparo lejano y después Maksimovic se enredó en un mano a mano ante Varela.
Entonces, al borde del descanso, en una jugada a tres bandas entre Jaime Mata, Mathias Olivera y Deyverson, se acabó la resistencia del Ajax con un cabezazo del brasileño que hizo justicia para el Getafe.
La afición del Ajax, desquiciada, pagó su ira con Deyverson, a quien le llovieron varios objetos en su celebración. Eso fue peor para el Ajax, que se marchó al vestuario con los jugadores del Getafe aún más calientes y con ganas de salir al campo en la segunda parte para continuar con el rodillo.
El equipo de Ten Hag cayó en la trampa y regresó repartiendo trompazos a sus rivales. Su juego exquisito, definitivamente había caído en el olvido. Tenía que sobrevivir y decidió bajar al barro. Le salió mal la jugada. En el arte del fútbol intenso, el Getafe es experto.
Siguió a su ritmo sin Deyverson, fuera del campo a los diez minutos. Bordalás decidió quitar a su mejor jugador, tal vez pasado de revoluciones. No quería jugar con uno menos por una expulsión absurda e introdujo en el campo a Ángel.
Entonces, el duelo perdió vistosidad. El Getafe dejó de producir tantas ocasiones. Del Ajax, no había noticias en el área azulona excepto un centro envenenado de Babel que a punto estuvo de sorprender a David Soria, que casi fue un espectador más. La ocasión, llegó a los 70 minutos.
Ese fue el tiempo que tardó el cuadro neerlandés en asustar a la parroquia del conjunto madrileño. Y es que aquel equipo que enamoró al Bernabéu hace casi un año fue una mala copia de la original que sufrió el Real Madrid. Y no fue su culpa. La culpa la tuvo el Getafe de Bordalás, cuyo modelo, más poderoso con el tanto final de Kenedy, funcionó para superar a uno de los mejores clubes de la pasada temporada. El Getafe, ya olisquea los octavos.